La figura musculosa de Conan lleva un tiempo recorriendo los caminos del presente de Marvel, encontrando los mismos problemas que antes enfrentaba en su era. Panini Comics continúa ofreciendo las aventuras del bárbaro cuyos pasos le han llevado hasta Las Vegas.
Largo es el camino de la espada. Sobre todo cuando buscas librarte de un hechicero que resulta ser en parte responsable de encontrarte desplazado en el tiempo. Seguramente Conan no viaje apropiadamente uniformado para la ocasión, no para cruzar el desierto de Nevada con temperaturas elevadas, para eso la piel que apenas cubre su cintura y partes nobles es más que suficiente. Pero mezclarse con gente en una ciudad que nunca descansa hará que le confundan con un stripper exótico o en el mejor de los casos con un miembro de seguridad de un hotel de ambientación prehistórica.
Pero todo eso no va a suponer un obstáculo para un superviviente nato que se ha enfrentado a los mayores horrores de su época de hechiceros y magia, de monstruosidades que surgen de lo más profundo de la tierra. Igual el dinero en metálico si lo consigue, pero uno de los oficios que Conan ha tenido a lo largo de su vida es precisamente el de amigo de lo ajeno, con honor, eso sí. Volver a ser un ladrón no le causará ninguna quiebra moral, todo lo contrario, el fin justifica los medios y derrotar a Kulan Gath es un objetivo ante lo que pocas cosas pueden interponerse.
Kulan Gath, el que se ha convertido en némesis no solo de Conan sino de los Salvajes Vengadores. Pero en este mundo hay muchos más horrores que esperan detrás de cada esquina, aunque sea en una dimensión cercana, paraíso del peor de los demonios, Mefisto. Sus planes emborronan toda la situación, más si cabe con un objeto de poder por en medio del calado de la Corona Serpiente, cuya primera aparición, en su verdadera encarnación, tuvo lugar en Submariner # 9 USA a finales de los años sesenta. Posteriormente se ha dejado ver de forma periódica con aventuras tan importantes en el imaginario de los lectores como El Caso de la Corona Serpiente de principios de los ochenta (que Panini Comics también recupera este mes en formato tomo de tapa dura) o la saga de Annuals del año 1989 Atlantis Ataca.
Para esta serie limitada de cinco números los autores elegidos han sido Saladin Ahmed al guión y Luke Ross como dibujante, con el color de Nolan Woodard. Todos ellos forman un equipo sólido para la aventura que vamos a poder disfrutar. Ahmed, ganador del Eisner, es toda una garantía con el procesador de textos y nos hace gozar con la forma de expresarse de Conan. Luke Ross (o Luciano Queiroz como le bautizaron al nacer en Brasil) lleva años dejando su sello sobrio que puede no resultar muy espectacular pero si es efectivo. Y de Woodard quedan muchas páginas por escribir pero su paleta de color está dejando muestras de llevarle a conseguir múltiples premios en el futuro por su labor, sobre todo en la serie de Marvel que actualmente todo el mundo debería estar leyendo, Daredevil.
Estos primeros compases de la nueva miniserie no terminan de enganchar mucho a pesar de la presencia de otros personajes propios del Universo Marvel. Parece otra excusa más para explotar los derechos de Conan y hacerle coincidir con villanos que bien podrían haberle acosado en su propia era. ¿O es que Mefisto no estaba disponible en la era Hyboria?. Por el momento la expectación levantada por La Guerra de la Serpiente no se está viendo traducida en una continuación a la misma altura, más allá de ver al cimmerio como ladrón en el siglo XXI mezclado con personajes del Universo Marvel que, en estas dos primeras entregas agrupadas en una, pertenecen al entorno de Spiderman.