El honor, el valor, el sacrificio… a día de hoy estos valores y cualidades prácticamente son un desprestigio para la persona que las enarbola, está mejor vista la ley del mínimo esfuerzo. Panini Comics alcanza la décima entrega española de esta apasionante colección protagonizada por Daredevil.
Termina el arco argumental titulado “Por el infierno”, que ha constado de ocho partes que nos han llevado a un climax de lo más sorprendente y espectacular. El dibujo del barcelonés Jorge Fornés (Vilanova i la Geltrú, 1974) ha ido mejorando de forma progresiva a lo largo de estos últimos números en los que ha tenido a su cargo la parte gráfica. La carga dramática que ha sido capaz de transmitir al lector resulta abrumadora, sobre todo en este último número del ciclo, en el que no solo nos lleva de la mano sino que no dejamos de quedarnos con la boca abierta.
Chip Zdarsky tiene un plan. Un planazo. Y qué forma de llevarlo a cabo. En un mundo tan influido por las producciones cinematográficas y las series de televisión, cada corte en la narración, cada cambio de escena, supone un cliffhanger de cara al siguiente arco. Estamos hablando desde el principio de esta etapa, de la colección de Daredevil, como una era para recordar en la historia del “Cuernecitos”, pero Zdarsky no deja de sorprender y lo que es más importante, está haciendo crecer muchos enteros a la gran mayoría de personajes principales que están protagonizando estos números.
No solo Matt Murdock / Daredevil aparece como el faro que guía el camino, el detective Cole North, Wilson Fisk, El Buho, la familia Libris, Quinn Stromwyn… Estamos asistiendo a un desarrollo de los personajes que puede hacernos empatizar incluso con el antiguo Kingpin del crimen de la ciudad de Nueva York. Y no solo eso, los villanos están tomando un cariz antológico. Son cínicos, despiadados y crueles. ¿Qué es lo que hace grande a un héroe sino los enemigos a los que tiene que hacer frente?. Y tanto los nuevos como los ya conocidos son villanos en toda regla.
Zdarsky nos ha traído hasta este final de arco sin apenas aliento y lo que ha narrado en solo veinticuatro páginas nos ha tumbado directamente en la lona, pero no dejando K.O. al lector, nos ha dejado disfrutando, tumbados cómodamente para que cojamos fuerzas de cara a lo que vendrá en los dos números siguientes de la colección. Lo ha hecho recuperando el carisma de Cole North, lo ha convertido en un líder de masas, en un monumento a la moral recta de un policía que, mejor o peor persona, sabe que tiene un trabajo que realizar por el bien de su comunidad. Lejos de corruptelas, de miedos que atenazan sus atribuciones. Policías que anteponen su seguridad personal cuando se trata de detener actividades criminales que van mucho más allá de lo que se puede hacer la vista gorda.
También nos enseña que los sacrificios no solo están del lado de los héroes, de los buenos de la historia, pueden estar en la desesperación, en el amor incondicional o en la devoción. Nos muestra las emociones reales, la tensión que se palpa en todo momento, verdadero stress llegado de diferentes lados, de todos los frentes abiertos. Y cuando todo parece relajarse nos abre una nueva puerta. Una que no sabemos cómo empezar a digerir en una última página que nos deja ver que lo mejor está por venir… o deberíamos decir lo peor.
Esta grapa quizás no tenga el mismo peso si no viene acompañada de todo lo que venimos viviendo en estos últimos seis meses (pandemia mediante), pues Daredevil nº 6 salió a primeros de febrero y Daredevil nº 10 ha salido a la venta en este mes de agosto. Lo que sí es seguro es que este comic merece una nota de matrícula de honor y nos emplaza a seguir comprándolo en los meses siguientes porque estamos ante la que seguramente sea la mejor serie de Marvel de la actualidad. Las nominaciones recibidas a los Premios Eisner así lo ratifican.