El punto de inflexión de la serie El Reloj del juicio final llega para cambiarlo todo. Hemos presenciado la caída de Ozymandias y el plan del Dr. Manhattan, ahora toca saber por qué. ¿Por qué el mundo está a punto de explotar, por qué el pasado ha cambiado, por qué lo ha hecho John?
En una serie tan larga, 12 números, un año entero de publicación (más en este caso debido a los retrasos), es normalmente muy fácil que un número destaque por encima de los demás, ese es el caso de la entrega número 10 de El Reloj del juicio final. Es la mejor historia de todas y la que menos relación tiene con el conflicto que hemos visto desarrollarse, sobre todo con los superhéroes, porque el personaje principal es doctor Manhattan y su vida tras lo relatado en Watchmen.
20 paginas para desarrollar una personalidad extraña, inhumana y apática como la de Manhattan es algo difícil, pero John lo hace a través de una relación humana, con un actor desconocido que poco a asciende en el escalafón de Hollywood, pero lo hace con una mano invisible detrás que cuida d él. Este personaje desconocido que ha ido apareciendo poco a poco en algunas viñetas de la serie y del que no sabíamos su necesidad en la trama o que uso iba a haber para él. Pero Johns ha escondido sus cartas para mostrarnos al dios norteamericano como algo humano y falible. Tras Watchmen, todos creíamos que experimentaría con crear vida, pero Manhattan encontró otro mundo. Tan diferente al suyo, que cuando vio la última crisis, decidió alterar el tiempo para ver lo que pueden producir los héroes de verdad más allá de los que él conocía en su mundo.
Pero eso empezó hace mucho tiempo, aunque para John, que no comprende el tiempo como nosotros supuso un alteración personal. Así que el cambio alteró su percepción, y su ancla fue Carver Colman, un hombre que destacaba no por su capacidad de cambiar el mundo con superpoderes, sino porque quería cambiar el suyo, cumplir su sueño, llegar al estrellato.
Pero mientras John vive una experiencia relativamente nueva, dudar, el universo se ha transformado. No existieron héroes ejemplares para los que surgieron, Superman no fue criado por una familia cariñosa que le dio amor, la pureza del universo se había trastocado, con un movimiento de solo unos centímetros. De hecho todo esto ha hecho que Manhattan sea el villano un concepto que nunca había entendido, solo cuando estudio por qué había hecho Adrián Veidt “Ozymandias”. Y eso, es lo que le lleva a enfrentarse con Superman lo que lleva al final de la cuenta del reloj del juicio final, a ese momento en el que será definitorios y decidirá si deben existir dos universos o no debe existir ninguno
El cambio de visión del cómic por parte de Johns convierte en estos números finales en una montaña rusa en al que deja atrás el mundo de Watchmen y su salvación, para entrar en una nueva línea, mostrar por qué tiene que existir un Superman, y porque ese personaje cambia el mundo. Aquí, en este momento, es cuando Manhattan cambia, cuando Superman, el de la primera Tierra se enfrenta a él. Pero todo eso está por finalizar, y esta historia no es sobre eso, es un relato precioso sobre el actor Carver Colman, cómo la vida del actor se convierte en una constante en la de Manhattan, cómo descubre John que al final es su amigo, cómo descubre toda esta identidad, y en última instancia tras vivir la vida de humano a través de los ojos de él, John es capaz de descubrir que es el villano, porque tiene que haber uno.
En resumen, nos encontramos frente a una historia intimista del ser más poderoso de la creación, y en como una relación puede cambiar el mundo, porque cambia a los humanos, y Manhattan, a pesar de todo, sigue siéndolo. Como hizo Espectro de Seda en Watchmen, Carver le muestra, esta vez simplemente viviendo y considerándolo su amigo, que el error que ha cometido en un mundo como el DC, es eliminar la esperanza, y convertirse en el villano.