Miamor Perdido se ha estrenado hoy en la cartelera española, la película dirigida por Emilio Martínez-Lázaro, el director de Ocho apellidos vascos y Ocho apellidos catalanes. Y protagonizada por Dani Rovira.
Miamor Perdido nos cuenta la historia de Mario, un humorista y Olivia, una aspirante de actriz, (Michelle Jenner). Durante una bronca entre ellos que acaba en separación. Miamor, el gato callejero que habían adoptado que solo responde si le hablan en valenciano, se escapa. Una metáfora de su amor que se esfuma. Todo esto provocará una guerra entre ambos, que se supone que tiene que ser graciosa.
Es una comedia romántica que está a caballo entre el humor del día al día y una reflexión profunda, pero, al final nada de nada. La película construye la relación de estos treinta añeros, en todo su esplendor y debacle. La película es normal y corriente, su única novedad es que los guionistas la historia de amor entre ambos de tres maneras diferentes: según ocurre, según la cuenta Mario en sus monólogos y según la interpretan ambos en una obra de teatro autorreferencial, en la que replican escenas completas con ligeras variaciones de aquello que la película ya ha contado previamente. Sí, todo un lío, lo sé.
Es un poco el día de la marmota, el anuncio de la lotería de Navidad o la película de Wismichu. Todas estas repeticiones hacen que las tramas secundarias no valgan la pena; de hecho, son más que olvidables. Casi resulta más interesante conocer la intrahistoria detrás de personajes incidentales, como el burócrata quisquilloso interpretado por Resines o el policía expedientado al que pone rostro Agustín Jiménez, en una presentación de personaje memorable.
De hecho, tengo la sensación de que poner a Dani Rovira (que no es santo de mi devoción) en una comedia ya no funciona como antes. Siempre es lo mismo. Para pasar un rato está bien, pero no te creará una reflexión como pretende.
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