La serie independiente americana reiniciaba su mundo en una saga épica en la que Cielo e Infierno llegaban a su batalla final y Spawn era el único del lado de la humanidad.
La creación de Todd McFarlane había pasado ya por dos giros definitivos en su andadura, el cambio de origen debido a problemas editoriales y la creación de un tercer bando del que Spawn era su avatar. Pero toda guerra tiene que tener un final, y un vencedor. Era el año 2005 y la colección llegaba a su número 150, y su autor decidió que era momento de que llegará el Armagedón. Al Simmons contra el Cielo y el Infierno, el ganador se lo lleva todo.
Cuando McFarlane dejó Marvel sabía que casi cualquier cosa que dibujara iba a ser comparada con su Spiderman. Su pequeña incursión en los terrenos del guion dio una serie de historias que se distanciaba de la clásica historia de Spidey y se adentraba en terrenos más adultos y terroríficos. Asesinos en serie y personajes como el Wendigo o Morbius se retrataban como seres más propios de una obra de horror que de superhéroes. Con esa línea y tratamiento en mente creó Spawn, un superhéroe demoníaco cuyos enemigos eran seres sobrenaturales con ganas de sangre y vísceras y militares en redes oscuras de operaciones secretas.
Un hombre condenado al infierno que regresó por amor, con todos los poderes del diablo en sus manos pero sin saber usarlos. Al Simmons comenzó su camino sabiéndose poderoso pero sin conocer el alcance de sus poderes. Primero batalló contra el Infierno y sus huestes, después añadió a sus enemigos a un Cielo que no tenía nada de paraíso. Y finalmente se unió a un tercer bando que le proporcionaba una neutralidad que podía impedir la llegada del Fin de los días.
El Armagedón en el fondo del camino
La colección había dado varios giros en sus más de 100
números, pero siempre con el Armagedón en el fondo del
camino. Incluso con algún especial autores como Alan McElroy y
Ashley Wood que mostraban el mundo tras el comienzo de dicho
conflicto. Pero el descubrimiento del Mundo Verde (si, la copia
descarada del background de la Cosa del Pantano de DC no fue muy
discreta) dio un tiempo de tregua.
Pero McFarlane sabía que tenía que llegar el final en algún
momento. Y decidió que a partir del número 150 contaría la batalla
final. No hacía demasiado que perdía la batalla legal con Neil
Gaiman por los derechos de MIracleman, y sin poder usarlo, como era
normal en muchos de sus compañeros y en él mismo, se sacó de la
manga una versión del mismo: EL Hombre de los Milagros. Este
personaje ejercería de guía, y llevaría a Spawn al conflicto
final.
Con Brian Holguin y artistas como Angel Medina, Nat
Jones o Danni Miki comenzaba el fin de todo. Pero al
estilo McFarlane, sobrecargado, lleno de diálogos y reflexiones
densas y rebuscadas, con violencia explícita y una crueldad
inusitada con todos los personajes. Spawn entraba en guerra
y el Armagedon había llegado.
Contar el final sería estropear el tomo, pero de ese final surgió
una nueva línea para el personaje, que se centraría en lo que fue
la idea inicial, una lucha sobrenatural llena de misterios, uniendo
historias detectivescas con terror y superhéroes callejeros.
Un giro que sirvió para reenganchar a los lectores ocasionales
La serie hasta este momento se estaba volviendo
repetitiva, si se alargaba la situación el buen nivel
gráfico no mantendría la atención del público. Este giro
permite al lector ocasional reengancharse a la colección tras la
saga del Armagedón, y al que llevaba más de diez años
recordar porque comenzó a comprarla.
La colección ha llegado recientemente al doble de estos números y
sigue cada mes apareciendo, más de 300 números ya. Y en lo que
queda tras este integral, aún quedan dos giros más para no perder
la atención de su público. Puede que no sea la mejor serie de
superhéroes del mercado, pero sabe reinventarse todo lo a menudo
que necesita para encontrar a nuevos clientes.
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