La legendaria obra de Grant Morrison y Frank Quitely llega a la colección Black Label. Y qué mejor momento para recordar una de las mejores historias de Superman.
All Star Superman es un título que revolucionó el mundo del Hombre de Acero, desde la primera entrega a la última, Grant Morrison entrega una carta de amor al último hijo de Kripton al lector. Una radiografía al mito del dios solar, del chico del campo, del torpe periodista, del hombre tras la capa, nacido en otro mundo, se convirtió en todo lo que merece la pena ser en otro. La Tierra lo acogió y él le devolvió ese amor cuidando y protegiéndola. Pero cuando Clark, Kal, Superman, se muere, es hora de preparar a la Tierra a vivir sin él.
El sello Black Label acoge las visiones de autores punteros sobre los personajes del universo DC, y también agrupa en una sola biblioteca los títulos anteriores a su nacimiento que siguen la misma premisa. Esta premisa lo acerca a la colección All Star, que en los inicios de DC, permitía a los autores crear historias diferentes a la continuidad y a las aventuras mensuales. Hermanadas por esta idea, ambas tienen a Superman en su haber, y a Grant Morrison, y a Frank Quitely, y eso, todo junto, es mucha munición para crear nuevas historias.
Cuando Grant Morrison inició su trabajo en esta serie, pensó en la idea de Superman como un dios, que está en la Tierra para ser el bien y enseñar a serlo, algo tan místico y simbólico como una religión, pero sin los embarazos de la misma. Unificando la idea nietzscheana del superhombre con la de la santidad sin dios de Camus. Y todo ello en una historia en 12 partes, en doce pruebas en 4 estaciones, y en una bajada y ascenso a los infiernos. Un camino del héroe para el primer superhéroe.
Pero si nos alejamos de cualquier interpretación metafísica, o la metáfora en sí misma de Superman, nos encontramos con que All Star Superman es una aventura definitiva del hombre del mañana. En la que lleva a cabo las más grandes gestas, y se ve enfrentado a su némesis, Lex Luthor. Un rival que siempre se ha visto empequeñecido por el Hombre de Acero, y sueña con poder destruir para que el mundo cobre sentido de nuevo, que los hombres compiten con hombres y no con dioses, y que él como hombre superior, reine sobre todos.
El Superman de All Star, aún no ha revelado su identidad a Lois, vive en la edad dorada todavía, no ha visto crisis y sigue luchando por el modo americano de hacer las cosas. Incluso cuando pelea con sus propios compatriotas kryptonianos, presume de su enseñanza terrestre, de valores profundos y benévolos. Pero la muerte acecha y el tiempo apremia, y Superman tiene que acabar su trabajo, ¿deja un mundo mejor? Sin duda, pero también un mundo que no depende de Superman, que avanza con su imagen como objetivo, pero sin adorar su estela o esconderse bajo su sombra. Superman se convierte en el sol, que nos ilumina, nos calienta, pero no nos obliga o conduce como ovejas.
Del guion de Grant Morrison se podrían sacar mil detalles, estudiar sus secuencias, su ritmo, su forma de ver el universo como una entidad donde todos estamos relacionados. Pero nos quedamos con con una idea que es la que creó a Superman, un buen hombre con grandes poderes, es un gran poder benévolo.
Del arte poco se puede decir, Frank Quitely ha evolucionado después de esta obra, pero todo lo que le hace tan especial está ya aquí. Su anatomía deformada, su expresividad exagerada, su dinámica, esa capacidad de dotar de vida a un dibujo sin movimiento, pero que salta de la página a los ojos del lector. Su potente imaginación para los diseños, y su enrevesada capacidad de crear elementos arquitectónicos y tecnológicos a medio paso entre Giger, Barker y Flash Gordon.
All Star Superman es una de las obras que todos nombran para entender al personaje, pero siempre olvidamos decir que es también su última historia. Como la de Alan Moore. Pero que en esos últimos días, Superman siguió siendo él, brilló con fuerza, y al contrario que los grandes mitos no ardió y se consumió, sino que se transformó en una estrella que iluminará siempre el camino.