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SARAJEVO PAIN

Sarajevo Pain. Disparos a las tripas, y sentimientos con trazos de pincel

La nueva obra de Fidel Martínez traslada al lector a la Sarajevo cercada, víctima de una guerra civil inhumana que aterrorizó al mundo.
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La nueva obra de Fidel Martínez traslada al lector a la Sarajevo cercada, víctima de una guerra civil inhumana que aterrorizó al mundo.

Adentrarse en algo tan complejo como es una guerra es un proceso que exige análisis y comprensión. Hacerlo con una como la de la antigua Yugoslavia es elevar al cuadrado esa dificultad. Y Martínez lo sabía. Por eso decidió no contar la guerra, sino mostrar a los que vivieron la guerra, o al menos, a un pequeños ejemplos: el francotirador serbio, orgulloso y convencido de su “trabajo”; la mujer que pierde su vida en el conflicto, primero su ciudad, su futuro, a su amado, y finalmente su dignidad; y a un niño, un ser inocente que aún fantasea y vive en un mundo más puro donde la guerra no ha terminado de golpear. Y todos ellos, en Sarajevo.

Sarajevo fue uno de los nombres que siempre sonaron durante la guerra de Yugoslavia, la avenida de los francotiradores ha quedado, tristemente, para el recuerdo universal como ejemplo de lo que puede hacer una ciega fe en una causa con un puñado de hombres, transformarlos en máquinas de matar por patriotismo. Por eso Fidel Martínez usa una de esos seres humanos transformados para conducir su obra. Cada vez que apunta cambia de personaje, cada vez que tiene frente a su mira a una víctima conocemos su historia, primero en la mente del tirador, y después en las carnes del mismo objetivo.

Así, poco a poco vamos conociendo la historia de cada uno de ellos, y de cómo una situación extrema transforma a las personas, al entorno, destruyéndolas, transformándolas. Algunos conservan su humanidad, otros aprovechan su poder, pero en su mayoría, cambian, porque el mundo es un montón de escombros y humo, porque la guerra no ha perdonado a nadie.

Pero hay un personaje más que cuenta su historia, Sarajevo. La de un país, la de los que poblaron un país que nació de la guerra, de los conflictos, y acabo siendo un terreno abonado para tiranos y patriotas, fanáticos y locos para unos, héroes para otros. Y así el autor intercala en la vida de cada uno de sus personajes la historia de Yugoslavia, ese país artificial que acabo por implosionar.

Todo esto a través de un trazo oscuro, de pinceles y tiralíneas, de blanco y negro puros, en una historia donde el vacío ocupa un espacio muy importante. Cada historia cumple su estilo, más sucio para el tirador, definido en el caso de la mujer abandonada, y lleno de imaginación en el caso del niño. En este último, se esfuerza en jugar con estilos diferentes para aunar la imaginación del muchacho con ese mundo negro que no le gusta. Hugo Pratt, Raymond, Foster, son homenajeados en esas páginas que imitan sus obras emblemáticas, Corto Maltés o Flash Gordon pasean por las paginas mostrando un mundo ideal para un niño.

Toda la narración se conduce con un ritmo pausado, que solo acelera cuando el tirador cambia de objetivo, cuando busca una víctima, un futuro muerto por la gran patria. Pero no solo en los cómics se queda Fidel Martínez, el arte, escultura y pintura se mezclan en imágenes sin paredes ni calles de viñetas, que se convierten en las herramientas para los interludios históricos que pueblan la historia para contar el origen de Yugoslavia y su conflicto interno.

Sarajevo Pain es una obra de las que afectan, no por su violencia o su discurso, sino por su sencillez. Con poco enseña mucho, pequeñas historias que cuentan un presente que se forjó en una gran historia nacional. Una obra que sobrecoge por real, por dolorosa, por mostrar una ciudad, convertida en un microcosmos de terror y supervivencia.

Una obra que no dejará indiferente a nadie, quizás nos sea del gusto de todos, no es una narración del conflicto, no es un desarrollo del cerco de Sarajevo, es una radiografía del dolor y del miedo de aquellos que tuvieron que vivir esa situación, de la que muchos no salieron, porque un francotirador consiguió apuntarles el tiempo suficiente.

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jota (j.c. royo)

JOTA (J.C. Royo)

ISNI: 0000 0005 1791 9678 Desde que tengo memoria he leído cómics. Mi madre me compró el primero antes de aprender a leer bien, alguien le contó a la pobre que ayudaba a los niños a acercarse a la lectura. Aún busca a la persona que se lo dijo para agradecérselo apropiadamente, con un garrote.

Apasionado del mundo de la viñeta devoro todo cómic que se me pasa por delante. El americano es mi predilección pero el japonés y el europeo también llena mis estanterías. Si le añades los libros, las series de tv y las películas soy lo que hoy día llaman friki, y orgulloso de serlo.

Periodista con estudios audiovisuales y gusto por la comunicación a todos los nivéles, cuando me lo permiten escribo. No me caso con nadie y ya sea aburrido, trepidante, intenso o un gasto de papel, un cómic hay que leerlo y comentarlo para que esté de verdad vivo.

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