Llega el cierre de la breve colección dedicada a Doctor Doom, el villano más carismático de Los Cuatro Fantásticos.
Christopher Cantwell y Salvador Larroca nos han acercado a un Victor Von Muerte (Doctor Doom), en muchos aspectos, novedoso. Panini Comics publica el segundo y último tomo de una epopeya de redención.
El implacable monarca y dictador
Han sido diversos los intentos por posicionar a Victor Von Muerte del lado de los buenos pero por unas cosas o por otras acabamos viendo la decepción y, por consecuencia, mayor convencimiento a continuar manteniendo su línea por parte de un hombre hecho a sí mismo, cuyo ego alcanza cotas pocas veces vistas. Muerte quiere reconocimiento, agradecimiento de los mortales a los que asiste desde su conocimiento superior, un intelecto sin igual que apenas admite colocarse junto al de Reed Richards… en contadas ocasiones. En las páginas del tomo anterior le hemos visto acusado de acciones que no había cometido, perder su control sobre una Latveria que ha quedado en manos de Symkaria.
La redención de Muerte le ha llevado por un interesante camino, incluso ha tenido compañeros curiosos que han llegado a plantear ciertas preguntas que no es la primera vez que se insinúan. El periplo termina resolviendo los cabos sueltos que esta serie de diez números ha ido dejando en el aire, como las visiones que ha sufrido el protagonista principal, incluidos los dos hijos que se le atribuyen. Y si algo queda fijado en la mente del lector es la exigencia de lealtad que Muerte aplica a los que están a su lado, así como las consecuencias que tiene tocar lo que es suyo, sobre todo si se trata de su amada Latveria. Por más que veamos la maldad de Victor, entendemos su motivación, empatizamos con su sentimiento, con su rabia, con su ira, aun siendo conscientes de su abrazo a la perversidad.
De la comedia al drama en pocas páginas
Una de las cosas más destacables de los diez episodios que Christopher Cantwell nos ha ofrecido en esta serie es la gran cantidad de registros del Doctor Muerte que hemos podido visualizar. Desde la derrota y caída en desgracia al resurgir en total plenitud, hemos comprobado que Muerte no es alguien que acepte rendirse así como tampoco deja de ser monarca aunque le arrebaten la corona. Incluso cierta vis cómica se deja entrever cuando tiene que relacionarse con Kang el Conquistador. Cantwell ha jugado con multitud de opciones hasta devolvernos al Doctor Muerte más oscuro, aquel que no muestra piedad, que exige más de lo que da. Nos pone los pelos de punta imaginar el siguiente paso del propietario de Latveria, porque es suya, los demás viven para servirle.
Para plasmar todo esto tenemos el arte de Salvador Larroca. Los lápices y tintas del valenciano rayan a un nivel excepcional, como nos tiene mal acostumbrados. Su representación del Doctor Muerte es oscura e iracunda, amparado en la ruda armadura que cubre su cuerpo y tapa su desfigurado rostro. Destaca especialmente el apartado visual del número 8 USA de la colección, un episodio realizado exclusivamente a base de splash pages, algunas de ellas dobles. Larroca despliega toda clase de superposiciones y juegos con las sombras, dejando una imagen terrorífica de la raza Nido, que llega justo antes de hacerse cargo del dibujo de la nueva colección de Alien, tras hacerse Disney con los derechos de la franquicia tras la compra de la Fox.
Los dos tomos que han abarcado esta serie dedicada al Doctor Doom, nos dejan un buen sabor de boca. Hemos visto a Muerte en múltiples facetas, pero sobre todo lo coloca como uno de los villanos mejor posicionados en su papel, remarcando que jugar con Victor Von Muerte es tan peligroso como hacerlo con un tigre de garras afiladas. No olvida, no perdona, es rencoroso y devolverá el daño sufrido multiplicado por mil. Lo bueno es que disfrutamos del camino y también del resultado.
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