Aprovechando el regreso de los héroes, tras el año que pasaron en el universo creado por Franklin Richards tras Onslaught, Marvel decidió lanzar una nueva serie de su particular versión de Tarzán, Ka-Zar. Ahora Panini Comics la recopila en un único tomo de gran formato.
Aunque la colección se lanzó ya dentro de las cabeceras Heroes Return, los sucesos que en ella se narraron se situaban en el tiempo que Los Vengadores y Los Cuatro Fantásticos estuvieron ausentes. Ka-Zar y Shanna la diablesa vivían en la Tierra Salvaje. Habían acordado llevar una vida alejada de la civilización para criar a su hijo pequeño, Matt, alejado de las influencias nocivas de la sociedad moderna y su dependencia excesiva de la tecnología. Pero no iba a durar la paz pues Parnival Plunder iba a entrar en escena para asegurarse de ello. Parnival es el hermano de Kevin (Ka-Zar). No está de más recordar que el origen de todos ellos está ligado a la nobleza inglesa o a familias de buena posición, no solo los Plunder, también Shanna, cuyo apellido de soltera es O’Hara, por su padre Gerald, un propietario de minas de diamantes en África.
La intervención de Parnival termina llevando a Ka-Zar, Shanna y Zabú a Nueva York para evitar que acabe alterando el orden en la Tierra Salvaje. Una treta que precisamente entra dentro de los planes del Plunder más civilizado. Se teje a partir de ahí una trama que implica incluso a personajes del ámbito cósmico de Marvel. El guionista Mark Waid, que venía de realizar una etapa mítica de la colección del Capitán América, nos plantea una historia crítica con la sociedad de consumo de la época, algo que podría extrapolarse perfectamente al momento actual que vivimos. Si en aquel entonces teníamos el auge de los walkman y los dicsman, además de las primeras consolas portátiles, ahora podríamos prácticamente centrarlo en la dependencia que tenemos a diario del uso de los teléfonos móviles inteligentes.
Por lo demás es una historia entretenida, que nos deja ver las grandes limitaciones en cuanto a poder que tienen los protagonistas principales, sobre todo cuando se les saca de su hábitat habitual para trasladarles a una ciudad cosmopolita. Buenas habilidades para los delincuentes comunes o las tribus remotas pero grandes carencias cuando aparece un peso pesado. Jugar al gato y al ratón puede no satisfacer tanto a un ávido lector acostumbrado a ver como los superhéroes resuelven ciertas situaciones con derroches de fuerza o de poder bruto descarnado.
El apartado gráfico cuenta con los lápices de una de las estrellas del momento que ya había alcanzado la fama en la colección de los X-Men, Andy Kubert. Solo su derroche de voluptuosidad o el nivel de detalle con el que dota los escenarios ya es motivo suficiente para dar una oportunidad a esta obra poco recordada. Las poses de Ka-Zar y Shanna a través de la selva o correteando por Central Park nos sumergen en el mito del hombre mono y al mismo tiempo en cierto complejo de Peter Pan, con un Ka-Zar que tiene que dar el paso hacia la responsabilidad que supone ser padre.
A pesar de haber pasado muy desapercibido para el público español, estamos ante un personaje interesante, que demuestra facetas múltiples. Ka-Zar es el denominado protector de la Tierra Salvaje pero no solo sabe columpiarse con una liana o formar un tándem perfecto con un tigre dientes de sable. Es un hombre que tuvo que crecer en un entorno hostil cuando aún era un niño de corta edad. Ahora ha dado un nuevo paso en su madurez, como ser humano y como personaje.