Desde hace 100 años, Disney ha intentado conquistar el mundo de la animación, pero Japón y su anime siempre se le ha resistido.
Disney, la gigante casa animadora occidental, ha sentado las bases de la industria de la animación con sus icónicas obras y adaptaciones de cuentos clásicos. Sin embargo, su relación con el anime japonés ha sido una travesía conflictiva a lo largo de los años, marcada por intentos fallidos, controversias y desencuentros.
En este artículo, exploramos la intrincada relación entre Disney y el mundo del anime.
El choque de culturas en el mercado japonés.
A pesar de la renombrada fama de Disney en todo el mundo, la relación con el anime siempre estuvo plagada de desafíos y diferencias culturales insalvables. Esto se remonta a la década de los 60, cuando la empresa americana intentó ingresar al mercado japonés, pero chocó con la arraigada animación nipona que había servido de apoyo en los duros años posteriores al ataque con bombas nucleares que sufrieron y el final de la Segunda Guerra Mundial.
Uno de los puntos de conflicto radicaba en la competencia desleal percibida por parte de Disney. A pesar de haber producido animaciones con contenido racista dirigido contra el Imperio Japonés en el pasado, Disney trató de expandir su presencia en Japón. Sin embargo, la explosión del anime japonés, con títulos como Astro Boy, marcó un hito en la industria y alejó a Disney de su objetivo de conquistar el mercado nipón. Astro Boy era una obra genuinamente japonesa que reflejaba valores y conceptos adaptados a la cultura local con un marcado tono nacionalista.
Astro Boy
La rivalidad con Studio Ghibli y el conflicto con La Princesa Mononoke.
La rivalidad entre Disney y Studio Ghibli, el estudio de animación fundado por Hayao Miyazaki, marcó una era de competencia en la industria. Aunque ambas compañías compartían el objetivo de producir películas de alta calidad, sus enfoques y estilos diferían significativamente. Mientras que Disney se centraba en finales felices y personajes reconocibles, Ghibli se destacaba por historias profundas y personajes complejos.
Sin embargo, en un intento de aprovechar la creciente popularidad de las películas de Studio Ghibli, Disney se asoció con Tokuma Shoten para distribuir sus películas en el mercado occidental. Aunque ambas compañías acordaron no hacer recortes en las películas ni cambiar su contenido, Disney incumplió este acuerdo al intentar alterar La Princesa Mononoke. Esta controversia llevó a una confrontación entre Hayao Miyazaki y los ejecutivos de Disney, y Miyazaki respondió con un mensaje que incluía una icónica katana y la advertencia: «No más cortes». A pesar de las tensiones, Disney finalmente distribuyó la película de manera íntegra. Hay rumores de que trataron de boicotear esta historia porque no querían que se comparara a La Princesa Mononoke con Mulan.
Los intentos de Disney de adaptarse al anime y la polémica de El Rey León.
A pesar de las dificultades, Disney experimentó con la adaptación de elementos del anime en sus producciones. En la década de los 90, Disney introdujo series y películas que incorporaban elementos del anime. Sin embargo, uno de los momentos más controvertidos fue la supuesta influencia del anime en El Rey León. Se ha argumentado que la película presenta similitudes notables con la obra de Osamu Tezuka, Kimba el León Blanco, lo que ha llevado a debates sobre si era un homenaje, una coincidencia o un plagio descarado.
Simba y Kimba
En resumen, la relación entre Disney y el anime ha sido tumultuosa y llena de desafíos. Las diferencias culturales y estilísticas, así como los intentos fallidos de la empresa americana por influir en el anime japonés, han definido esta complicada relación. A pesar de algunos momentos de competencia y controversia, ambas industrias continúan manteniendo sus distancias en el mundo de la animación.
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