Una historia bélica que no busca héroes, opresores o vencedores. Indochina es la crónica de una guerra a través de un soldado.
El género bélico es uno de los más tratados, y con más éxito, por parte de los autores europeos. Desde las primeras incursiones más heroicas y las más realistas de Hugo Pratt hasta las actuales obras sesudas y con una documentación exhaustiva, se han relatado todos los conflictos en los que tristemente la humanidad se ha sumado. La guerra de Indochina ha sido usada de trasfondo para muchos personajes, pero no ha recibido tanta atención como el posterior conflicto de Vietnam. Quizá en el ego un tanto chauvinista de los franco belgas todavía dolía la derrota y la incompetencia de muchos de sus mandos militares.
Indochina de Pecau, Maza y Fernández se olvida del orgullo nacional para plantear una historia llena de artistas y con detalles y tramas realistas e inspiradas en los hechos reales. Desde los errores de las cúpulas que manejaban las tropas y dejaban al soldado abandonado en mitad de territorio hostil, hasta la intervención norteamericana a través de compañías privadas, como la que fue conocida posteriormente como Air America y pasando por la vida en medio de un conflicto, la obra retrata la visión de un cínico y carismático piloto de una guerra y una política que llevó al desastre.
Armando Baverel se ve envuelto en operaciones secretas y de forma “privada” vuela para la CIA. Apoya a sus hermanos soldados cuando puede y vive la vida todo lo bueno que le dejan. Su perspectiva deja claro q el escritor no quiere buscar vencedores y vencidos, no justifica las acciones de ningún bando, relata los hechos y las interpreta a través de una mirada sin sentido patrio y descreído de la política.
Esto deja un relato en el que entre la realidad y el desarrollo de la guerra cuenta con un buen número de situaciones de retaguardia que describen un tiempo y un lugar en el que se mezclan las anteriores victorias y derrotas delante de una copa de whisky.
El mismo Jean-Pierre Pecau deja claro que algunas circunstancias han sido movidas en el calendario para poder encajar en la obra, pero no resta credibilidad a Indochina. Todo el cómic goza de un tono que baila entre la seriedad de la crónica histórica y la aventura de un sinvergüenza con un código de honor muy especial, pero no desentona y se disfruta sobre todo gracias a un ritmo controlado, que no abusa de ningún tema para evitar caer en un discurso muy expositivo o demasiado ligero.
El arte de Maza aporta la realidad necesaria, así como la contención en las escenas de batalla que no se vuelven confusas. Con un trazo detallado ayudado de un color cuidado que da vida a un entorno tan especial como las selvas y un poco de degradación a los hoteles y casas de los colonos franceses que ven su desaparición como clase dominante muy cercana. Es agradable encontrar un dibujo bélico que gusta más de las sensaciones que del conflicto en sí.
Para los aficionados a la historia aeronáutica supone un pequeño disfrute. No solo por el repaso a los aparatos usados, sino por la llegada de un elemento muy importante por primera vez a un escenario de guerra: el Helicóptero, que tantas escenas protagonizó en el cine sobre la guerra de Vietnam.
Indochina es una historia sobre una guerra eclipsada por otra, que vio como sus dirigentes dejaban a los soldados ir una y otra vez al matadero. De cómo en una guerra lejana los que perdieron otras fueron a refugiarse y se encontraron la antesala de uno de los conflictos más recordados y con peor imagen de la historia.
