El
horror de lo desconocido, de lo irreal, de lo inimaginable, de la
soledad, de estar acompañado de seres de poder y maldad insondable.
Lovecraft convirtió su literatura en vehículo de sus
miedos, y los convirtió en los miedos de todos sus lectores. El
vacío del ser y su existencia y su falta de importancia en el
esquema del universo, porque cuando los Primigenios despierten
reclamarán la Tierra, la locura como respuesta al terror universal,
la fantasía como modo de encubrir una verdad que destruiría la
mente de cualquier hombre. Ahora, el genial Alan Moore
hace suyos esos sentimientos y obsesiones y transforma la
obra de Lovecraft, escrita hace ocho décadas, en un terror actual,
cercano, asfixiante, real.
El periodista Robert Black ha descubierto una pequeña mina de oro para su gran aspiración, escribir su primera novela. Esta gran oportunidad viene marcada por una historia que comienza alrededor de un libro, el Libro de la Sabiduría de las Estrellas de Hali, y que continúa a través de la historia de las familias que poblaron nueva Inglaterra y sus mitos, los apellidos desprestigiados y las localidades despreciadas. Y tras la huella del libro se infiltra poco a poco en un mundo que, aunque peculiar, encuentra interesante. Y ese mundo también está interesado en el.
Este primer arco argumental
contiene referencias a cuatro obras lovercaftianas, el
Signo amarillo, Terror sobre Red Hook,
Sombras sobre Innsmotuh, y el extraño caso
de Charles Dexter Ward. Todas usadas como parte de la
nueva mitología que Alan Moore compone. Hiladas fino y con detalle,
añade detalles de las antiguas obras y las incluye en su paseo por
esa ilusión que es la realidad, y que poco a poco se difumina para
nuestro protagonista, aunque mucho más lentamente que para el
lector, que asiste aterrado a la credulidad de un ser que
todavía no advierte el horror que le acecha.
Que Alan Moore
escriba una maravilla es algo que no sorprenderá a nadie. Que sea
capaz de reimaginar una cosmogonía, llenarla de su propia
personalidad, dotarla de nueva fuerza, de una orientación a la vez
nueva, y a la vez novedosa, eso es una tarea brutal, que conlleva
un trabajo de documentación, de análisis, de escritura y
reescritura, de pasión por la obra. Algo a lo que Moore tiene
acostumbrados a todos sus seguidores, pocas veces ha pergeñado un
proyecto sin echar sobre el toda su capacidad, los hay, pero aún
siendo pequeñas diversiones como Violator, o historias cortas para
poder superar baches (así nació ‘The Courtyard’,
el primer paso para ‘Providence’), siempre
destacan entre sus hermanas por su calidad, su gran capacidad para
atrapar al lector y desafiarlo, confundirlo, sorprenderlo. En
este caso cada número se compone de dos partes, el cómic, y un
texto a modo de diario en el que el protagonista añade su visión
personal sobre lo que ocurre, y añade pequeñas pistas y textos que
encuentra en su investigación. Mientras que la
primer a muestra al lector mucho más que a
Black, la segunda descubre al lector el mundo de Black al estilo
Lovecraft. Tomando esa narración en forma de diarios que tanto
gustaba al autor que inspira la obra, Moore aumenta el poder de lo
que ya ha contado con una nueva visión, y con más detalles, se
explaya en dar una sorpresa al lector que se cree más listo que
Black, pero descubre que quizá el protagonista no sea tan simple,
ni él ha descubierto todo lo que encierra el cómic. Otros recursos
como los flashbacks en diferente color o los sueños como vehículo
de “iluminaciones” que Black no entiende, añaden aún más detalle a
esta narración fantástica.

Jacen Burrows es el encargado de ilustrar los textos de Moore, ya lo hizo en ‘The Courtyard’ y en ‘Neonomicón’, es uno de los artistas que más se prodiga en Avatar, ha trabajado con Warren Ellis, Garth Ennis, y con muchos otros grandes guionistas, y sabe que su trabajo es contar lo que ellos quieren transmitir, y mostrar lo que ellos quieren que sienta el lector. Aunque algo limitado, sus gestos son maniqueos y no se complica a la hora de recrear ambientes reales, es capaz de dibujar horrores y monstruos con mucho talento, cosa que en posteriores números sabrá aprovechar Moore. Que no tenga capacidad para llevar a cabo una obra maestra no quita que sea muy capaz de contar con soltura la historia, de no equivocar con el dibujo lo que se cuenta, o de dar cada vez más en cada cómic. Alguna vez un servidor ha escuchado que lo comparaban con Steve Dillon, ambos son muy realistas, pero mientras Dillon es capaz de marcar al lector con la gran gestualidad de los personajes y las situaciones que dibuja, Burrows tiende a ser más uniforme y quedarse corto en muchas situaciones.
Dentro de esta mayúscula obra las mayores críticas se las lleva la temática. Muchos aficionados ignoran la obra de Howard Phillip Lovecraft, y se pierden en un teatro que usa sus recursos, su forma de contar las historias y de mostrar el horror alienígena en situaciones tan poco excitantes como lecturas o investigaciones menores pueden resultar poco atractivas para lectores jóvenes. Pero si las alucinaciones lisérgicas de Lovecraft no atraen al lector ávido de emoción, puede que lo haga el estudio de los mitos más extraños y americanos que existen, los de su sociedad y sus luchas internas. El miedo a una sexualidad que se creía desviada, o la de los sindicatos que buscaban sus derechos, en un mundo en el que los ciudadanos exigían un mundo mejor tras la mayor guerra de la historia, “la guerra que acabaría con todas las guerras”, que no estaban preparados para el gran crack del 29, elementos menores en la historia pero que asoman la cabeza para situar una historia tan común como la de un hombre en busca de un tema para su obra maestra.
Una serie que dará que hablar de forma segura, y que será alabada por la crítica, y que el público podrá colocar a medio camino entre obras de Moore como Serpientes y Escaleras, de difícil lectura, que dificulta con sus conceptos su comprensión, y otras menos cripticas y más populares como su Swamp Thing.

Providence
Guión - 9.1
Dibujo - 7.4
Adictividad - 7.5
8
NOTA
El genial Alan Moore hace suyos los mundos, sentimientos obsesiones y transforma la obra de Lovecraft, escrita hace ocho décadas, en un terror actual, cercano, asfixiante, real.




