Antes de seguir, un aviso necesario: este artículo contiene spoilers de Amazing Spider-Man: Torn 2, un número que todavía no se ha publicado en España.
Hay etapas en la vida de Peter Parker que duelen más que un golpe del Duende Verde. Y The Amazing Spider-Man: Torn Nº 2, el nuevo capítulo del regreso de J. Michael Straczynski a la era universitaria del personaje, se mete exactamente ahí: en la grieta donde Peter intenta ser buen amigo, buen novio, buen estudiante… mientras el mundo le exige ser Spider-Man a todas horas. Y lo fascinante es que, página a página, ves cómo esa grieta se abre un poco más.
La nueva serie se está convirtiendo en un ejercicio quirúrgico de nostalgia bien entendida. No es un homenaje vacío a los cómics de Ditko y Romita: es una exploración emocional de un Peter atrapado en esa época donde todavía intentaba descubrir quién quería ser y para quién quería serlo.
Un Peter dividido: ni Mary Jane ni Gwen saben la verdad completa
Una de las escenas más tensas del número aparece cuando Mary Jane confronta a Peter. No es un gran grito, ni una revelación explosiva, sino algo más cotidiano… y por eso mismo más doloroso. Mary Jane no entiende por qué Peter es diferente cuando Gwen está delante. No entiende la distancia, la rigidez, ese modo incómodo de comportarse que él cree que es discreto.
Esa es precisamente la genialidad del número: la escena funciona igual si Mary Jane conoce el secreto de Peter (como en ciertas etapas posteriores) o si todavía no lo sabe. En ambas versiones, Peter queda atrapado entre dos afectos, dos vidas y dos expectativas que no puede atender al mismo tiempo. El cómic te deja con esa sensación familiar: Peter no es malo con ninguna. Solo está desbordado.

Un nuevo villano demoníaco, nacido de un libro que nunca debió abrirse
Mientras su vida personal se desordena, Spider-Man se enfrenta a una villana completamente nueva. Una ladrona que, tras robar un libro mágico, queda transformada en un ser demoníaco cuya propia maldad activa la energía del texto. Lo irónico es que toda su violencia se vuelve contra ella, como una especie de karma instantáneo que la convierte en algo más peligroso de lo que pretendía ser. Pere Pérez se luce especialmente aquí, dándole expresiones felinas al monstruo que arrancan una mezcla de inquietud y humor.
Es Marvel puro: un villano visualmente potente, con un giro sobrenatural que encaja en esta etapa universitaria donde Peter no termina de entender del todo el mundo que le rodea.
Straczynski vuelve al “hombre en la calle” que hizo grande a Spider-Man
Lo más sorprendente del número no es el villano, ni los dramas adolescentes, ni siquiera el caos sentimental de Peter. Es una escena aparentemente pequeña: la conversación entre Spider-Man y el dueño de un deli del barrio. Ahí está la esencia.
Straczynski recupera algo que los cómics clásicos mencionaban,
pero rara vez exploraban con profundidad: la relación entre
Spider-Man y la gente normal que llena su barrio. Durante décadas
hablamos del “amigable vecino”, pero pocas veces vemos a
ese vecino hablando de verdad con él, preocupándose, reconociéndolo
como parte de la comunidad.
Ese momento define al personaje de un modo que ninguna gran batalla
puede igualar.
Pérez acompaña esa escena con un trazo cálido, y Guru-eFX aporta colores brillantes, casi luminosos, que refuerzan la idea de que Spider-Man no solo combate monstruos: sostiene un barrio entero que confía en él.
El libro, el profesor y una verdad que Peter no había previsto
En su intento por entender el origen del libro mágico, Peter acude al profesor de alemán de la universidad. Y ahí Straczynski introduce un giro brillante: igual que Daredevil identifica corazones, un experto en lenguas puede identificar un dialecto, un acento, una cadencia.
Spider-Man no piensa en eso. Habla como Peter Parker. Un pequeño error que podría poner en peligro su identidad sin necesidad de una pelea ni un descuido evidente.
Esa vulnerabilidad tan “humana” es donde la serie encuentra su fuerza: no importa lo bien que salte, lo rápido que teja telarañas o lo impresionante que sean sus acrobacias. Peter sigue siendo un chaval intentando ocultar quién es… mientras se delata sin querer.
Mary Jane, Gwen y Peter: un triángulo que nunca dejó de doler
Straczynski utiliza esta etapa para corregir un error histórico: Mary Jane, recién introducida en la época en que transcurre este número, fue durante años un personaje secundario sin rumbo claro. Stan Lee la introdujo, sí, pero luego parecía no saber muy bien qué hacer con ella.
En Torn nº 2, toda esa incertidumbre se transforma en
una escena íntima, honesta, donde Mary Jane cuestiona el trato que
recibe de Peter. No desde los celos, sino desde la confusión
emocional.
La escena sirve casi como una disculpa retroactiva a la propia Mary
Jane, permitiéndole tener una voz que los cómics de la época no
siempre le dieron.
Lo interesante es que la escena funciona sin importar qué versión de la continuidad prefieras: tanto si Mary Jane conoce el secreto como si no, su herida es real.
Straczynski entiende lo que hace grande a Spider-Man: el conflicto constante
En cada página Peter está dividido: entre la responsabilidad y el deseo, entre lo que debe y lo que quiere, entre el amor y el deber, entre ser Peter Parker y Spider-Man. Ese es el corazón del personaje. Ese es el motor del número. Y eso es lo que hace que The Amazing Spider-Man: Torn se sienta como un regreso a lo mejor del Spider-Man de los 60… pero contado con la sensibilidad moderna de un autor que conoce profundamente al personaje.
La serie está abrazando de lleno esa idea: que Peter Parker
siempre estará “torn”, siempre estará partido, siempre tendrá que
decidir quién es en cada segundo del día.
Y que de esa ruptura nacen sus mejores historias.




