El director de dos de las tres películas de la última trilogía de la saga Star Wars, sigue adentrándose en el personaje de Spiderman desde un prisma diferente al que estamos acostumbrados. Panini Comics nos trae la segunda entrega de la obra que J.J. Abrams está llevando a cabo junto a su hijo Henry y la dibujante Sara Pichelli.
Ben Parker se ha convertido en el centro de nuestra atención. No nos referimos al tío de Peter Parker sino al hijo que este tuvo con Mary Jane Watson en una línea temporal alternativa, un futuro distópico, otro universo… lo que prefiráis. Igual que Peter en sus comienzos en el instituto, Ben pasa por experiencias similares como tener que enfrentarse a un abusón tipo “Flash” Thompson, sus primeros pasos con sus poderes o tener que lidiar con las circunstancias del amor adolescente. Si a esto le sumamos que el joven Parker se nos presenta como prácticamente huérfano y al cuidado de la tía May tenemos ante nosotros a una suerte de reinicio del original. Quizás demasiadas casualidades entre un padre y un hijo si no fuera porque Ben no es Peter.
El drama de perder a una madre en una violenta confrontación con el enemigo de Spiderman que se nos ha presentado bajo el nombre de “Cadavérico”, más el posterior abandono de su padre para refugiarse en su trabajo y así huir del dolor de esa pérdida, hacen de Ben un muchacho que ha crecido sin una referencia masculina, como si la tuvo su padre en su tío. No es que a día de hoy se necesario, y la tía May siempre ha demostrado que puede hacer de padre, de madre y de dos padres y dos madres si así fuese necesario. Sin embargo Ben es bastante más rebelde de lo que Peter pudo soñar alguna vez con serlo a su edad. Y claro, estos no son los tiempos de su padre, la chica por la que se siente atraído no tiene nada que ver con el prototipo de novia de América que fue Gwen Stacy o con la espectacular y glamurosa Mary Jane. Faye está en otra onda, una que va a impulsar a Ben a conocer sus límites de otra forma.
Los Abrams no terminan de arrancar con su historia de Spiderman más allá de actualizar a la época actual la idiosincrasia del personaje, ahora personalizado en el hijo de Peter Parker. Su enfrentamiento con Cadavérico le retiró de la acción por motivos más que obvios, no solo a nivel físico por la pérdida de la mano derecha, sino porque la muerte de MJ le causó estragos a nivel mental. Una depresión que le incapacitó para mantenerse al cuidado de su hijo, algo que, como lectores, nos hace sufrir por no estar a la altura de su responsabilidad como padre durante los años de infancia de su hijo. Poco nos podemos identificar con este Peter Parker por ese motivo, él ya sufrió ser huérfano y a pesar de ello tuvo a su tío a su lado hasta la adolescencia. Así que salvo que tenga un motivo verdaderamente justificable…
El dibujo de Sara Pichelli sufre un poco en cuanto a representar el entorno urbano se refiere. Por lo demás resulta muy fresco ver cómo interpreta a un Spiderman juvenil y a la joven que le acompaña en sus nuevas andaduras. Merece la pena no perder detalle del uniforme que ella lleva y poder sacar parecidos con alguno de la Distinguida Competencia. La historia no termina de romper, tenemos a un enemigo que permanece oculto en las sombras que debería suponer un mayor trastorno a nuestro superhéroe, pero está claro que necesita algo de él y no se va a detener hasta conseguirlo.