No me cansaré de repetir que estamos ante una de las colecciones más destacadas del panorama de Marvel actual. Panini Cómics es fiel a su cita mensual con Daredevil para seguir ofreciendo la etapa de Chip Zdarsky que va a pasar a la historia del personaje.
La Cocina del Infierno no es el lugar que elegiríamos para vivir si hemos leído al menos el Born Again de Miller, pero si has nacido o te has criado allí como Daredevil, si tu familia ha hecho su hogar en los hacinados pisos de ladrillo construidos hace sesenta años o si las circunstancias no te han permitido encontrar residencia en una zona más relevante de Manhattan (y el barrio ha calado en tus huesos por las cosas buenas que tiene, aunque parezcan pocas), vas a luchar por lo que ahora forma parte de ti, no puedes permitir que una panda de desalmados lo deje como un solar de cenizas. Tú ayuda, aunque sea minúscula, cuenta.
Porque el hombre que está en el centro de todo el caos que se ha desatado, vestido con ropa de calle y una máscara de Daredevil, está a punto de darse cuenta de la importancia que tiene, muy cerca de asumir que todo lo que le ha venido pasando desde que abandonó las mallas rojas va a quedar superado. Sus dudas se van a despejar y va a asumir errores y aciertos, va a ser consecuente con quién es en realidad, va a volver a recuperar el equilibrio perdido, va a dar el paso que le falta para terminar de levantarse de un golpe que le dejó noqueado y con la rodilla apoyada en la tierra. Es el Diablo Guardián, es Daredevil. Solo necesitaba volver a creer.
El capítulo final de Infierno, dividido en solo dos partes, la grapa del mes pasado y la de éste, ha vuelto a contar con el despliegue visual del italiano Marco Checchetto, el que se puede considerar dibujante oficial y principal de esta etapa de la colección desde que Chip Zdarsky se hizo cargo del guión, aunque haya contado en momentos puntuales con el español Jorge Fornés, cuyo trabajo ha destacado por su sobriedad y la narración de los instantes más necesarios de una pausa, dentro de la vorágine que el italiano produce en nuestros nervios ópticos con sus escenas repletas de acción. La comunión entre Checchetto y Zdarsky parece absoluta, un desarrollo que parece venir como anillo al dedo al dibujante para mostrarse en todo su esplendor.
No todos los guionistas están en la predisposición de conseguir grandes logros, a pesar de planteamientos geniales, de desarrollos de personajes excepcionales, de encontrar la historia que se quiere contar y que sea el momento apropiado. Hay muchos factores que rodean a la publicación de una colección de 24 páginas mensuales que dificultan conseguir engrandecer a un héroe, pero a veces, cada cierto periodo de tiempo, las estrellas y los planetas se alinean para conseguir algo épico, no solo redondo, que respire admiración por el legado del protagonista y al mismo tiempo ofrezca algo novedoso, que le haga crecer, que le haga ser mejor, que le sirva para evolucionar y abrazar su futuro.
En consecuencia, que le vuelva a situar en los lugares de privilegio de nuestra estantería de favoritos, que nos devuelva la emoción y las ganas de alinearnos junto a él, de probar sus sinsabores, luchar espalda contra espalda y tenderle la mano cuando caiga para volver a la lucha con fuerzas renovadas. Nos ha inspirado lo suficiente como para ofrecerle un hueco en nuestro equipo titular, junto a destacados miembros del club de Daredevil, como Frank Miller o Ed Brubaker. Sí, Señor Zdarsky, juegue usted en el puesto que quiera, no me va a decepcionar, estaré seguro de ello hasta que me demuestre lo contrario.