La Bruja (2015)
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Nueva Inglaterra, 1630. Un matrimonio de colonos cristianos, con cinco hijos, vive cerca de un bosque que, según las creencias populares, está dominado por el mal. Cuando el hijo recién nacido desaparece y los cultivos no crecen, los miembros de la familia se rebelan los unos contra los otros: un mal sobrenatural les acecha en el bosque cercano.
Todo empieza con una niña desaparecida. Una familia aislada. Un bosque que no termina nunca. Y un mal que no grita… pero que susurra.
Han pasado ya diez años desde que se estrenó una de las películas más perturbadoras del cine de terror moderno. Una historia que se alejaba del susto fácil y prefería meterse bajo la piel del espectador. Lentamente. De forma insidiosa. Como una semilla oscura que brota cuando todo parece en calma.
La película no necesitó grandes monstruos, ni efectos espectaculares. Solo una atmósfera opresiva, una estética inquietante y un retrato brutal de lo que ocurre cuando la fe y el miedo se confunden.
Hablamos, por supuesto, de The VVitch (La bruja en España), la ópera prima de Robert Eggers, y la película que hizo que muchos volvieran a mirar el bosque con desconfianza.
¿Qué hizo diferente a The VVitch?
En un momento en el que el terror parecía dominado por sagas y remakes, The VVitch llegó como un susurro escalofriante. Su premisa era sencilla: en la Nueva Inglaterra del siglo XVII, una familia es expulsada de su comunidad religiosa y se ve obligada a construir una nueva vida junto al bosque. Pronto, empiezan a suceder cosas extrañas.
Una cabra negra. Un bebé que desaparece. Voces que no deberían oírse. Y una tensión creciente entre los miembros de la familia, especialmente entre la joven Thomasin (Anya Taylor-Joy, en su primer papel protagonista) y sus padres.
La película no lanza explicaciones. No hay detectives, ni expertos en lo paranormal. Solo una familia que empieza a descomponerse mientras la sospecha y la superstición lo devoran todo.
The VVitch no da miedo en el sentido tradicional. Lo que da es incomodidad, ansiedad. La sensación de que algo va mal, pero no puedes explicarlo. Y eso es infinitamente más inquietante.
Anya Taylor-Joy: una estrella nace entre sombras
Mucho antes de ser Beth Harmon en Gambito de dama, o Furiosa en Furiosa: de la saga Mad Max, Anya Taylor-Joy apareció por primera vez en una película que parecía diseñada para convertirla en mito.
Su interpretación de Thomasin, la hija mayor que ve cómo el mundo que conoce se desmorona a su alrededor, fue tan delicada como feroz. No solo transmitía miedo: transmitía inteligencia, rabia, deseo reprimido… y algo más difícil de definir. Algo que hacía que no pudiéramos dejar de mirarla.
Fue el comienzo de una carrera meteórica, pero también el aviso de que esta actriz iba a brillar, incluso en las historias más oscuras.
“A New-England Folktale”: el terror de las raíces
The VVitch se presentó con un subtítulo curioso: “A New-England Folktale”. Y es que Eggers no quería contar una historia de terror moderna, sino un cuento popular. Un relato como los que se susurraban junto al fuego, cuando la religión lo impregnaba todo y cualquier desviación podía considerarse pecado… o brujería.
La ambientación era minuciosa: los trajes, el lenguaje arcaico, los rezos, el polvo, el barro. Todo estaba pensado para ser auténtico, y por eso la película se siente más real. Más peligrosa. Porque no parece una invención moderna, sino un eco del pasado.
La verdadera bruja no aparece hasta el final, pero su presencia está en cada plano. En cada palabra susurrada. En cada mirada de desconfianza.
La cabra, el cuervo y los símbolos de lo prohibido
Pocas películas han conseguido que una cabra se convierta en icono de terror. The VVitch lo logró con Black Phillip, el animal que ronda la cabaña de la familia y que se convierte, poco a poco, en una presencia siniestra. Un símbolo de poder, de tentación, de rebeldía.
“¿Quieres vivir deliciosamente?”, le susurra una voz invisible a Thomasin en uno de los momentos más recordados de la cinta. Esa frase, susurrada con suavidad, se convirtió en uno de los grandes lemas del nuevo terror.
Porque The VVitch no se trata solo de miedo: se trata de liberación, culpa, y deseo de romper con lo establecido. Por eso su final no es solo terrorífico. También es inquietantemente liberador.
Un director que redefinió el horror con sus reglas
Robert Eggers llegó al cine como un artesano del detalle. No le interesaba el susto fácil ni la acumulación de efectos. Quería contar historias que parecieran leyendas. Y en The VVitch lo consiguió.
Después vendrían El faro (2019) y El hombre del norte (2022), donde siguió explorando la locura, la mitología y la violencia con un estilo visual único. Pero fue con esta pequeña película, ambientada en una cabaña y con apenas seis personajes, donde creó su marca.
El horror elevado, el folklore oscuro, la atención obsesiva al lenguaje, la mezcla de lo religioso con lo carnal. Todo eso estaba ya aquí.
Una década después: ¿por qué sigue inquietando?
Hoy, en 2025, The VVitch cumple 10 años. Y lejos de perder fuerza, se ha consolidado como una de las películas más influyentes del nuevo cine de terror. Su huella se nota en propuestas como Hereditary, Midsommar, The Lodge o Men. Todas ellas apuestan por lo atmosférico, lo lento, lo simbólico.
Y aunque el género ha seguido evolucionando, pocas películas han conseguido ese equilibrio entre lo ancestral y lo psicológico, entre la represión religiosa y el deseo de romper las cadenas.
Quizá porque The VVitch no se limita a asustarte. Te observa. Te estudia. Y luego, cuando ya estás dentro… te invita a elegir si quieres vivir deliciosamente.
¿Dónde verla?
Si aún no la has visto —o si te atreves a revisitarla sabiendo lo que viene—, puedes encontrarla en SkyShowtime en España (con suscripción), en Prime Video en alquiler y también está disponible en Netflix en algunos países. Eso sí, prepárate: vivir deliciosamente tiene un precio.
