Desde que James Gunn se puso al frente de DC Studios, muchos fans pensaban que iba a entrar en plan huracán, señalando culpables y abriendo ventanas para que saliera todo el aire viciado del antiguo DCEU. Pero lo cierto es que el director ha sido bastante elegante… hasta ahora.
Porque en el libro Superman: The Art and Making of the Film, deja caer un comentario que, si lo lees con calma, es un dardo directo pero fino, casi diplomático. Vamos, de esos que solo entiendes si llevas años siguiendo todo este culebrón superheroico. Y te adelanto algo: tiene que ver con algo que llevábamos tiempo notando, ¿no crees?
El punto clave es sencillo, casi obvio, pero nadie dentro del estudio lo decía en voz alta: según James Gunn, uno de los grandes errores del Superman anterior era… la falta de color. Así, sin anestesia. Y aunque no menciona nombres, todos sabemos a quién se refiere. Vamos, que habría que ser kryptoniano y vivir en una cueva sin Wi-Fi para no intuir que el comentario va dirigido a Zack Snyder, cuyo estilo desaturado marcó El Hombre de Acero (2013) y Batman v Superman: El amanecer de la justicia (2016). Pero espera, porque hay más contexto jugoso.
El color que faltaba: la confesión directa de James Gunn
En el libro, James Gunn explica abiertamente lo que él veía como una ausencia fundamental en las películas de Superman previas. Aquí va la declaración completa, tal cual debe aparecer:
«Sentí que había un lugar para el color y el aspecto de ficción de la vieja escuela que faltaba en las películas».
Y continúa con una idea que deja completamente clara su filosofía:
«Simplemente hay cosas que sabemos que estamos haciendo con la DCU que creo que son diferentes de lo que otras personas han hecho antes en términos de crear un universo general».
alien de Superman (2025)
Estas frases están conectadas a su deseo de que su Superman capturase el espíritu de All-Star Superman de Grant Morrison, una obra que rebosa diversión, luz, fantasía retro y ese toque de ciencia ficción clásica de la Era de Plata. En pocas palabras, James Gunn quería color, alma y un tono emocional más cálido. Y viendo el resultado, es evidente que lo consiguió.
Lo curioso es que esta declaración llega en un momento en el que mucha gente se pregunta qué hará realmente el nuevo DCU para diferenciarse del antiguo DCEU. Y claro, que el propio James Gunn reconozca que faltaba vida cromática en el Superman de Snyder, suena casi a explicación oficial de un cambio de rumbo. ¿Qué opinas?
Aquaman y la prueba histórica que desmonta la teoría Snyder
Hay un dato que James Gunn no menciona, pero que deja su punto incluso más claro: la película más exitosa en taquilla del antiguo DCEU fue Aquaman (2018). Y adivina qué tenía Aquaman que no tenían El Hombre de Acero ni Batman v Superman. Exacto: color, luz, fantasía, brillo, saturación hasta en los calzoncillos. Fue la cinta que más se alejó del tono apagado de Snyder… y fue la que reventó la taquilla con más de mil millones.
Aquaman
Esto no significa que James Gunn esté diciendo “mi camino es el único”. Pero sí deja claro que, históricamente, cuando DC se permite ser más espectacular y colorista, los resultados acompañan. Y no es casualidad que su Superman siga esa misma línea. No me digas que no es llamativo.
Un pasado en blanco, negro… y gris eterno
Por si aún quedaba alguna duda de que Snyder tenía alergia al color, basta recordar el caos que se armó con Liga de la Justicia. Tras la salida de Snyder, Joss Whedon intentó aclarar, literalmente, las escenas que ya estaban rodadas. Fue una maniobra torpe, sí, pero también un síntoma de que el estudio quería una película menos lúgubre que Batman v Superman. Aquello salió como salió, pero dejó una cosa cristalina: el estudio ya no quería oscuridad, quería luz.
De hecho, Snyder reforzó su estética llevándola al extremo con la versión en blanco y negro del Snyder Cut. Eso fue casi como gritarle al mundo: “Yo hago cine oscuro, os guste o no”. Y oye, coherente es, pero en un universo donde Superman vuela para inspirar esperanza, quizá no era el camino más adecuado.
Mientras tanto, James Gunn hizo justo lo contrario con Superman. Quiso recuperar ese brillo de los cómics de los 50 y 60, ese toque de futurismo inocente y optimista, ese look que parece decir: “El mañana puede ser mejor”. Su película adoptó esa estética de color puro y descarado, y no solo funcionó visualmente: también conectó con la audiencia. Tanto que se convirtió en la película de Superman más exitosa en solitario hasta la fecha. No está mal para un nuevo comienzo, ¿verdad?
La crítica velada… pero clarísima
Aunque James Gunn jamás va a señalar directamente a Zack Snyder y, sinceramente, se agradece que mantenga la compostura, la crítica está ahí. Una crítica suave, casi elegante, pero imposible de ignorar. Porque cuando dice que su enfoque “es diferente de lo que han hecho otras personas antes”, todos sabemos a quién se refiere con ese “otras personas”. Y sí, la referencia es tan evidente como un rayo azul en medio de una tormenta.
Liga de la Justicia
Pero más allá del dardo, hay algo interesante: James Gunn no solo cambió el color; cambió la filosofía. Cambió cómo se concibe el universo, cómo se conecta todo, cómo se plantea el tono general. Digamos que él no está intentando resucitar el DCEU, sino construir algo nuevo desde sus raíces. Algo que quiere despegar y mantenerse arriba, arriba y lejos, como diría cierto kriptoniano.
Y viendo cómo responde la audiencia, parece que está funcionando. Al final, la apuesta de James Gunn no es solo estética: es emocional. Y eso, al hablar de Superman, importa más que cualquier debate sobre filtros de Instagram cinematográficos.
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