Aviso para navegantes, y nunca mejor dicho. Lo que expreso aquí es puramente una opinión y mi impresión sobre lo que pienso de este tema. Y contiene SPOILERS. Avisados ya tod@s, os voy a hablar del final de “El Barco”.
3 temporadas ha sido lo que ha durado este buque insignia de Antena 3 en nuestra parrilla. Un producto que si bien ha tenido altibajos ha podido presumir de ir siempre por delante en cuanto a ficción en la pequeña pantalla. Porque seamos realistas, productos en ese campo ha habido y todos o la mayoría han encallado y terminado por naufragar. Podríamos decir que una de las excepciones fue “El internado”, así que la formula parecía funcionarle a Antena 3.
A priori tenía una premisa bastante interesante, aunque tuviera puntos que recordara a la gran desaparecida “Lost”, sobre todo en su última temporada. Y de eso también hablaremos a lo largo del artículo, no os preocupéis. El viaje del Estrella Polar comenzaba al salir de puerto y experimentar una serie de fenómenos algo raros y que se podían dividir muy bien por episodios. Así durante casi todos sus episodios, los tripulantes se enfrentaban a cataratas sacadas del fin del mundo, a pájaros hambrientos, aviones que amerizaban o barcos abandonados. Hasta que al final de la primera temporada pudimos descubrir que lo que parecía ser hechos insólitos era en realidad fruto de la desaparición del mundo, al menos tal como lo conocíamos. Y que en cierta forma, El Estrella era el último reducto de humanidad que quedaba y encima, estaba a la deriva, sin poder pisar Tierra. Casi 4 millones de personas siguieron esta primera aventura.
Pero claro, no sólo de efectos se iba a nutrir la serie. Con una premisa catastrófica y llevada al fin de la humanidad había que tener a personas que pudieran estar a la altura de lo que se requería. Y la primera temporada es esencial para ello. Lo primero, alguien que enganche al público adolescente, que puede consumir fácilmente la serie y engancharse. Así que, qué mejor que dos grandes valores de nuestras pantallas como son Mario Casas y Blanca Suárez para dar vida a la pareja protagonista y cuyo viaje en el Barco ha tenido las mismas irregularidades sentimentales que donde se encontraban. Pero además, se rodearon de un buen número de rostros conocidos y que han encajado perfectamente en el rol que desempeñaban, llegando incluso a parecer que los roles estaban escritos con ellos en mente en muchos casos. Teniendo elegidos ya al guapo y la guapa, y su historia de amor como parte del núcleo central, por el barco también encontrábamos a Valeria hija pequeña y punto infantil e inocente de la historia, el capitán Ricardo, siempre dispuesto a tomar todas las decisiones más importantes justo en el último momento del episodio, Julián el segundo de abordo que siempre ha sido amigo del Capitán y que descubre que es padre, Julia la mala-buena que conoce más de lo que dice, Gamboa, otro malo-bueno-malo que ha cambiado de bando tantas veces que asusta o los jóvenes Piti, el gracioso con buen corazón, el cura Palomares con un pasado problemático o Vilma, una de las grandes sonrisas de este barco. Pero sin duda la gran sorpresa vino con Burbuja, personaje de Iván Massagué, querido donde los haya y que probablemente se haya quedado para siempre en nuestros corazones. Con aspecto de hombre y un corazón infantil y tierno, era capaz de cautivar a los más escépticos y engrandecer cualquier escena. Para mí desde luego, sólo le puedo decir Chapó y que les echaremos de menos, creo que ahora va a ser difícil para él vivir sin algo de ambos.
Presentados ya los personajes en la primera temporada, los guionistas pudieron darles campo abierto en la segunda. Historias más complejas, siempre con la premisa que mantenía la serie, tenían que enfrentarse a peligros, bien humanos o naturales. Y así incluyeron náufragos y personas dentro del barco con diferentes propósitos. Tuvimos Flashbacks de lo que fueron sus vidas antes (punto en común con Lost), y descubrimos como se iban enrolando los navegantes, la vida de Gamboa antes de ser malo, la de Julia y Roberto (burbuja) con el secreto que empezamos a vislumbrar, “El proyecto Alejandría”. Algo que provocaba desconfianzas y miedos a partes iguales, descubriendo que lo que parecía un accidente era en realidad un error humano, fruto de un acelerador de partículas. Además de tener a un submarino siguiéndoles con unas personas con no muy buenas intenciones. Todo un poco raro, un poco mezclado. Con una explicación a través de un video (punto en común con Lost, acordaros de los videos Dharma) y que ponía en situación a la audiencia y a los tripulantes. Y entre esos sucesos, los amores, desamores, las amistades y el humor, los pasajeros avanzaron otra temporada con buen ritmo, si bien es cierto que sus cifras bajaron a cerca de 3 millones. Acusó también en parte la ausencia en la serie de Mario y Blanca, que tenían respectivos proyectos cinematográficos y en algunos episodios su presencia era esporádica o nula dejando al resto el timón y superando las olas como se podía.
Acabada la segunda temporada, la decisión era fácil. Renovar por una tercera, y si nos hemos superado en cada una, esta tiene que ser magnifica debieron pensar. Pero cuando has navegado durante dos temporadas y les has enfrentado a todo lo imaginable la pregunta es, ¿qué falta por ver? ¿Qué piden los espectadores? Y aquí viene el meollo, Tierra. No sé si es el acierto o el error, pero ha sido lo que la ha llevado a pique y mucha parte de culpa no la tiene la serie sino la cadena. Y luego explico por qué. La serie comenzó su anuncio con una promo en la que Burbuja gritaba “Tierra, tierra a la vista” y creo que de forma automática todo el mundo vio un giro en el argumento capaz de llevarla a otros derroteros, por otros caminos no lastrados por el barco físicamente hablando. Si Mario y Blanca abandonaban el barco al final de la segunda temporada, había otro barco como el Estrella pero estaba abandonado, regresaban en esta nueva entrega para dar más protagonismo a sus personajes, que se les empezaba a echar de menos. Y así, al volver, descubrieron una torre en medio del mar con más gente viva, gente que conocía el paradero de lo que quedaba de Tierra y que su intención era poder salir de aquella torre y llegar allí. Después de unos cuantos episodios, alguno en exceso creo, supieron las coordenadas y marcharon rumbo a Tierra dejando a la mitad de las personas en la torre, que luego volverían a por ellas y a por Ulises (Mario). Supimos de la existencia de más barcos, cada uno de un país que se habían podido salvar gracias a que el acelerador no afectó a varias simas, justo donde se encontraban los barcos anclados. Y todo ello gracias a Roberto (burbuja) científico extraordinario con un pasado oscuro y redimido gracias a la burbuja que él siempre alega tener.
Y después de 9 episodios, de 16 que tiene la última temporada parte de los tripulantes encuentran tierra. Tierra a la que llegan y que no saben muy bien a qué parte recóndita del mundo pertenece, aunque tengan sus teorías. Yo particularmente vi bastantes parecidos con “Lost” una vez llegados aquí, que se hicieron muy evidentes. Primero que alguien o algo les vigila desde los palmerales, unos “otros” muy similares que resultan ser personas que ya vivían allí, otro punto en común. También hay una cabaña en medio del bosque, y también abandonada (como la que encuentra Jack).También oyen ruidos en la isla, y hay cierto plano en el que Piti descubre un utensilio bien irónico que es clavado a cuando Jack y Locke descubren la escotilla. Ataques a los recién llegados, una heroína como Blanca siendo cual Kate a descubrir que sucede. En fin, cosas que parecen tener cierta conexión con “Lost” y que aun así, puede tomarse más como un guiño que como un plagio. Una vez encontrada la tan ansiada tierra, deciden volver a por los demás que habían dejado en la torre dándose cuenta que ya no estaban. Otra goleta les había rescatado y ahora tenían que volver con los demás. Y en unos episodios finales de vértigo, se sucedía el clímax cuando son acorralados en la cabaña varios miembros de la tripulación (los principales) y están a merced de los malos, que están buscando una carpeta roja que ha sido destruida. Cuando todo parece perdido surgen dos héroes, Ulises (Mario) que viene a buscar a Ainhoa (Blanca) y Burbuja (Iván) que parece desvelar algo que se rumoreaba, burbuja es una farsa y es en realidad Roberto, oculto todo este tiempo bajo esa máscara. Así consigue engañar a los que tienen a sus amigos acorralados en la cabaña, accediendo irse con ellos pues sabe lo que hay en el interior de la carpeta, lo tiene en la memoria. Finalmente Gamboa, compinchado con los que quieren matar a los del estrella, ejecuta una última orden. Matar a Ulises. Y así, en la playa que tanto ha costado encontrar, Gamboa dispara 3 tiros a Ulises y lo deja a merced del mar, pudiendo al menos despedirse de Ainhoa. Ahora sí, salvada al sacrificio de Burbuja junto con el resto.
A partir de aquí viene la metedura de pata. ¿Qué clase de final es este que nos muestran a continuación? 65 días después (más o menos) se va a celebrar una boda, la de Ainhoa, una camioneta que funciona lleva a los invitados a una parte de la isla y la novia que espera a su prometido, Ulises. Que por supuesto está vivo (no sé cómo), y de pronto todo empieza de nuevo. Otro “suceso” sacude a los protagonistas ante la enigmática frase de “Vuelve a empezar” (y ya sabéis quien lo dice, el capitán) y se finí. Ahora bien, yo voy a meterme en el fango que me gusta pero creo que la cadena ha cometido un gran fallo y este punto lo demuestra. Vale que la serie fuera perdiendo audiencia, casi 2 millones y medio en este final de trayecto, pero al menos cuida las despedidas. Con los episodios ya rodados, no hagas semejante estropicio y menos con unos personajes que la gente ha querido y mimado durante estos años. Porque no lo merece.
Una cadena que apuesta por calidad, por entretener, por mucho que haya ciertas perdidas debería haber mantenido el rumbo, y confiar en lo que tenían. Quizá la fórmula acusara cierto cansancio pero eso se puede resolver, en la tele hay hoy en día cientos de productos que se reformulan una y otra vez, no pasa nada. Cancelar una serie es algo a la orden del día, no soy un ejecutivo ni un directivo, pero al menos podríais haberla despedido dignamente. Así sólo han formulado mil preguntas, ¿Dónde acaba burbuja? ¿Cómo se salva Ulises? ¿Dónde está el resto de la tripulación? ¿Qué pasa con los demás integrantes de los barcos que quedan? ¿A dónde va Gamboa? ¿Aún sigue el submarino vigilando? Cosas que seguro a más de uno se le ha pasado por la cabeza y su sensación ha sido de cabreo, de estafa. A mi desde luego es lo que me han transmitido.
Y aquí viene mi última comparación con “Lost”, un final abierto a algo. A lo que cada uno pueda pensar, uno tratado con cariño, con admiración para las personas que lo han visto. Con detalle, con mimo. El otro cargado de sentimiento, pero mermado por los rodeos de la cadena y las prisas por solventarse a estos náufragos. Puede que hayan encontrado tierra, pero aún no saben qué suelo pisan. Y eso, señores míos, se lo habéis quitado vosotros (responsables de la cadena), no nosotros (la audiencia).
Agradecer a todos y cada uno de los participantes en esta serie, detrás y delante de las cámaras, por poner su granito de arena, por arriesgar con este tipo de productos y sobre todo por compartir esta travesía. Buen viaje.