No es un T-Rex, aunque lo parezca. Y tampoco es un monstruo cualquiera. El D-Rex, el nuevo dinosaurio mutante de Jurassic World: El renacer, esconde un secreto en su diseño impactante.
Gareth Edwards, director de la nueva entrega jurásica, acaba de confirmar que detrás del monstruo más inquietante de la película hay una mezcla tan loca como brillante: desde el mítico Xenomorfo de Alien hasta una criatura de David Lynch. Sí, has leído bien.
Jurassic World: El renacer tiene una isla, mutaciones y algo que no encaja
En Jurassic World: El renacer, los protagonistas llegan a una isla donde se han estado creando dinosaurios mutantes en secreto. Entre todos los nuevos bichos que aparecen, el que más impacto genera, en pantalla y fuera de ella, es el Distortus Rex, también llamado D-Rex. Desde el primer plano en el que aparece, ya sabes que no estás ante un simple depredador. Hay algo más… algo inquietante. Algo que no encaja.
Y esa sensación tiene explicación: Gareth Edwards ha revelado a SR que este dinosaurio no solo fue diseñado para dar miedo, sino también para provocar una contradicción emocional. El objetivo era que al principio lo temieras… pero luego sintieras cierta empatía. Casi como cuando ves al monstruo de El hombre elefante de Lynch, que también fue una de sus referencias visuales y emocionales.
Jurassic World: El renacer
El origen más raro de la saga
Durante una entrevista con el medio Screen Rant, Edwards confirmó que el diseño del D-Rex no es una simple mezcla genética. Es una declaración de intenciones. Tomaron como base al T-Rex, sí, pero añadieron capas y capas de referencias cinematográficas hasta convertirlo en algo completamente nuevo.
Las tres fuentes principales de inspiración para la criatura fueron:
- El Xenomorfo de Alien
- El Rancor de Star Wars
- Y el ya mencionado protagonista de El hombre elefante de David Lynch
El resultado en Jurassic World: El renacer es un dinosaurio mutante que no camina bien, respira mal y genera incomodidad cada vez que aparece en pantalla. Es como si estuviera atrapado en su propio cuerpo, como si no hubiera elegido ser así. Y eso, según el director ,es lo que lo hace tan perturbador.
Jurassic World: El renacer
¿Villano o víctima?
La idea detrás del D-Rex es doble. Por un lado, funciona como el clásico monstruo que acecha a los protagonistas en la oscuridad, usando bengalas para iluminarse como si estuviéramos en una película de terror ochentera. Pero por otro, hay algo trágico en su presencia. No es un asesino con conciencia, sino una criatura que nació torcida por culpa de los humanos. Está sufriendo. Y ese matiz le da una profundidad que no habíamos visto antes en la saga.
Lo curioso es que, a pesar de todo ese trasfondo emocional, el D-Rex no tiene habilidades especiales ni poderes únicos. No dispara fuego, no se camufla, no salta muros imposibles. Es simplemente un dinosaurio mutado con una estética espeluznante… y mucha presencia en pantalla.
¿Entonces qué lo hace tan especial en Jurassic World: El renacer?
Aquí es donde entra en juego la puesta en escena. Edwards ha conseguido que, sin añadir grandes efectos ni CGI explosivo, el D-Rex imponga respeto solo con la forma en la que se mueve. Cuando aparece por primera vez, la iluminación tenue, los planos cerrados y los ruidos de su respiración te ponen los pelos de punta. Y cuando por fin lo ves en todo su esplendor en el tercer acto, entiendes por qué se han reservado ese momento: es monstruoso, sí, pero también frágil.
Es justo en ese equilibrio donde gana el personaje. El espectador no sabe si correr o si detenerse a mirarlo con compasión. Y eso es algo que muy pocos monstruos consiguen.
Un vistazo al futuro de la franquicia
La aparición del D-Rex también marca un cambio importante para el futuro de la saga después de Jurassic World: El renacer. Ahora han dejado atrás los dinosaurios realistas para entrar de lleno en el terreno de los monstruos cinematográficos. Y eso se nota no solo en su aspecto, sino también en las decisiones narrativas.
Si esta línea continúa, podríamos ver en próximas películas dinosaurios aún más inspirados en villanos icónicos del cine, o incluso mezclas genéticas aún más imposibles. Es una forma de alejarse del realismo científico de las primeras entregas y abrazar el espectáculo puro y duro con toques de terror y ciencia ficción.
No sería la primera vez que lo hacen. En Jurassic World Dominion, el director Colin Trevorrow dijo que el Giganotosaurus se inspiró en el Joker de DC, como una criatura que «solo quiere ver arder el mundo». Ahora, el D-Rex lleva esa idea a otro nivel: es como si el cine de monstruos clásicos se fusionara con el legado de Spielberg… pero con un toque de Lynch.
Mi opinión: una apuesta valiente, pero no del todo aprovechada
Aunque el diseño del D-Rex es brillante y su puesta en escena funciona como un reloj, hay una crítica que se repite entre algunos espectadores: no aporta demasiado nuevo a la trama de Jurassic World: El renacer. Es aterrador, sí, pero su función narrativa es prácticamente la misma que la de un T-Rex clásico.
Lo que sí consigue es sentar las bases para que, en una hipotética secuela, los creadores se atrevan a ir aún más lejos. Porque si el D-Rex es el primer paso, el siguiente podría ser un dinosaurio con poderes reales, más consciente de su mutación, o incluso… ¿uno que no quiera matar?
Jurassic World: El renacer
El D-Rex es uno de los monstruos más retorcidos que ha dado la franquicia Jurassic World, y no solo por su aspecto. Está cargado de simbolismo, referencias cinematográficas y una intención muy clara de provocar emociones encontradas. Puede que no revolucione la saga como lo hizo el primer T-Rex, pero sí deja claro que Jurassic World: El renacer quiere ser algo más que otra peli de dinosaurios.
Y si esto es solo el principio… prepárate para lo que viene en los próximos años. Sobre todo si esta entrega triunfa en taquilla, por ahora lo está haciendo bien.
