Han pasado ya más de siete años desde que Solo: A Star Wars Story se estrenó en cines y todavía arrastra la etiqueta de ser el gran tropiezo de la nueva era de Star Wars. Sin embargo, vista con la perspectiva del tiempo y libre de las expectativas imposibles que pesaban sobre ella, la película revela otra cara muy distinta.
Es cierto que su producción fue convulsa, marcada por la sustitución de directores, extensas regrabaciones y rumores sobre un protagonista que quizá no estaba a la altura. Pero todo ese ruido terminó por eclipsar lo más importante: la película que finalmente llegó a las salas era un entretenimiento sólido, con espíritu clásico y capaz de enriquecer la figura de Han Solo.
Un rodaje turbulento
Ron Howard asumió el mando en mitad del caos, y su mano artesana le dio al proyecto la claridad narrativa que necesitaba. No hay extravagancias ni excesos de autor, pero sí un ritmo seguro que encaja con el tono de aventura pulp que siempre ha respirado Star Wars. Tal vez por eso, aunque no alcanzara la recaudación de otros títulos, el tiempo la ha ido situando como una obra que merece más cariño del que recibió.
El joven Han Solo en construcción
La principal duda estaba en Alden Ehrenreich. Nadie podía esperar que imitara a Harrison Ford porque ese tipo de carisma no se imita. En cambio, su interpretación funciona precisamente porque opta por un camino distinto. No es el Han cínico y sarcástico que conocimos en la cantina de Mos Eisley, sino un joven todavía ingenuo, con sueños de libertad y con un corazón demasiado expuesto. Esa diferencia es la clave para que la película tenga sentido: no se trata de replicar a Ford, sino de mostrar al muchacho que aún no ha aprendido a desconfiar de todos.
El momento en que se cruza por primera vez con Chewbacca lo confirma. De un encuentro violento en un foso embarrado surge una amistad eterna, la pareja más inseparable de la galaxia, y el filme consigue transmitir la chispa de esa conexión sin necesidad de sobreexplicaciones.
Un reparto coral con gran magnetismo

Solo no sería lo mismo sin el resto del reparto. Donald Glover deslumbra como Lando Calrissian con un magnetismo natural que roba escenas y construye un personaje tan arrogante como encantador. Emilia Clarke, por su parte, convierte a Qi’ra en un personaje lleno de aristas, un amor perdido que regresa cambiado por la dureza del crimen organizado, lo que añade una capa de tragedia a la historia.
Woody Harrelson, en el papel de Beckett, se convierte en la figura de mentor ambiguo que empuja a Han hacia la desconfianza y la astucia, mientras Paul Bettany encarna a Dryden Vos con una elegancia cruel que funciona como antagonista perfecto. Incluso Phoebe Waller-Bridge logra dejar huella con la voz de L3-37, un droide peculiar y contestatario que aporta humor y reflexión social en el mismo paquete.
Una historia de orígenes que amplía el mito
La película asume la misión de dar respuesta a preguntas que los fans se hacían desde hace décadas. El Halcón Milenario cambia de manos, la famosa carrera de Kessel se convierte en una vibrante secuencia de acción y Han se gana la reputación que más tarde lo acompañará en la galaxia. Lo importante es que estos momentos no aparecen como meros guiños, sino como piezas orgánicas de una trama que se mueve entre el western, la aventura clásica y la comedia ligera. Howard consigue que cada revelación se sienta natural, como si siempre hubiera estado destinada a formar parte de la leyenda del contrabandista.
El tono de una aventura pulp
En cuanto a su tono, Solo se aleja de la ambición de otras producciones recientes. No intenta ser el drama bélico que pretendía Rogue One ni la reinvención arriesgada de Los últimos Jedi. En lugar de eso, apuesta por la diversión sencilla, por la sensación de serial galáctico donde lo importante no es el peso de la Fuerza ni la política galáctica, sino los atracos imposibles, los engaños y las huidas a última hora. Es Star Wars en su vertiente más pulp, más ligera, y quizá por eso resulta tan disfrutable cuando uno se acerca sin prejuicios.
Un fracaso de contexto, no de calidad
Han Solo
Su fracaso en taquilla se explica mejor por el contexto que por la película en sí. Llegó demasiado pronto tras Los últimos Jedi, en plena saturación de estrenos y con un marketing poco inspirado. El público no tuvo tiempo de echar de menos a la saga y el boca a boca no pudo revertir esa sensación. Fue, en el fondo, víctima de un calendario que no le hizo ningún favor.
En el ecosistema actual del streaming, Solo ha encontrado un nuevo espacio. En Disney+ se puede redescubrir con calma y, en ese terreno, gana enteros como pieza divertida y coherente dentro del puzzle de Star Wars.
El valor añadido para Han Solo
Lo que la hace valiosa es la manera en que complementa el arco de Han. Aquí vemos a un chico que todavía cree en el amor, que aún confía en la gente y que se ilusiona con un futuro que nunca llegará a ser. Sus derrotas, las traiciones y los sacrificios que vive en esta historia son la base del cinismo que exhibe en la trilogía original. De alguna manera, Solo nos enseña que detrás de la pose del tipo duro había un soñador roto demasiado pronto. Y esa revelación enriquece su destino final en El despertar de la Fuerza, cuando regresa a la lucha y paga con su vida la fidelidad a quienes ama.
Una aventura que merece reivindicación
Solo: A Star Wars Story no es una obra maestra ni pretende serlo. Es una película entretenida, con personajes magnéticos y secuencias que ya forman parte del imaginario galáctico. Lo que sí es, y conviene recordarlo, es una producción mucho más sólida de lo que su leyenda negativa permite ver. Con el paso del tiempo, cada vez son más los fans que la reivindican como una aventura que, aunque llegó en mal momento, merece una segunda oportunidad. Quizá esa sea la mejor definición de Han Solo: alguien a quien nunca conviene dar por perdido, porque siempre regresa para demostrar que, en el fondo, lo imposible también puede hacerse.
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Solo: Una historia de Star Wars
NOTA CINEMASCOMICS
TOTAL
Muchos años antes de conocer a Luke Skywalker y la Princesa Leia, en una galaxia donde impera el caos y existen numerosas bandas criminales, el joven Han Solo consigue huir del planeta Corellia, pero atrás queda su amada Qi'ra, y Han promete volver a por ella algún día. Tras apuntarse a la Academia Imperial para ser piloto, Han conoce a un wookie llamado Chewbacca y más tarde al famoso jugador Lando Calrissian, dueño del Halcón milenario. En una misión desesperada, Han se unirá a Tobias Beckett para obtener un valioso cargamento de coaxium, del que se extrae el hiperfuel para que las naves naveguen por el hiperespacio.




