The Last Days of American Crime, la nueva película de acción de Netflix llega a nuestras pantallas con algo de crítica social y mucha sangre, con un interés que se apaga según avanza el metraje, demasiado fuego artificial para tan poca fiesta.
En The last days of american crime, Estados Unidos va a detener el crimen para siempre, con una señal infrasónica que controla los impulsos violentos y delictivos incapacitando al malhechor. Dicho aparato era un secreto hasta hace poco, y la población se ha levantado furiosa contra ella. Durante los días que preceden a la puesta en marcha del mecanismo, antes de que delinquir sea imposible, un grupo de marginados va a llevar a cabo un audaz robo, el que será el último crimen americano.
Lo que a priori es un buen argumento para una cinta de acción con toques de thriller, acaba siendo una excusa para encadenar escena tras escena de acción de todo tipo. Incluso los diálogos acaban siendo desafíos verbales y peleas de miradas, no demasiado bien llevadas.
La película se basa en el cómic The last days of american crime una obra de Rick Remender y Greg Tocchini que destaca por su carácter noir, su crudeza y un dibujo de gran calidad. En sus páginas encontramos una sociedad destruida en la que ser un marginado era malo, y va a ser peor. Por ello unos desesperados se unen en un ultimo intento de solucionarse la vida con un golpe genial en el peor momento. Todos los elementos que Chandler, Hammett o Thompson crearon con el genero negro, tenían su sitio. Nada era nuevo, pero estaba muy bien usado, y la historia directa y dura, sin contemplaciones, atrapaba.
De todo esto, la obra de Olivier Megaton, nombre artístico que se puso por la coincidencia de su nacimiento con la fecha del lanzamiento de la bomba A en Hiroshima, toma los elementos básicos, y los nutre con nuevos giros y detalles, abarrotando la película de demasiadas cosas. Si bien en un primer momento no desentonan, su uso acaba lastrando sobremanera el ritmo. Porque el ritmo es extraño, cada 10 minutos pasa algo, una pelea (física o psicológica), una persecución, una revelación, sin llegar a ser giros de guion, inician una subtrama. Pero se resuelve rápidamente antes de la siguiente, para no entorpecer la narración, dando lugar a mini espacios de tensión, que acaban produciendo hartazgo, no es continua la sensación, sino que va y viene, pero tantas veces, que el espectador se cansa, y acaba despegándose de la película.
Los actores sin estar mal, trabajan con poco, cuando se les da algo más, se les arrebata para que no se extienda demasiado nada, la película avanza a golpes de subtramas, por lo que excepto la trama principal y la historia de amor, no hay grandes momentos para lucirse. Destaca Michael Pitt, que aprovecha los espacios que le dejan para lucir como un maníaco con muy pocos tornillos fijos, y que ejemplifica como la locura de la situación está destruyendo el país, papa estado quiere a todos calmados, y el papa de Pitt lo quiere muerto, par que no moleste, como los USA a su población. Edgar Ramírez se pasea en automático con poco interés en nada, siendo muy duro, y demostrando que tiene corazón de vez en cuando.
El montaje y al dirección no ayudan demasiado a enganchar. El primero resulta extraño, lento y denso al principio, alarga las secuencias sin necesidad para crear una sensación de profundidad que no es real, y después acelera de golpe y no para hasta el final de la película. Megaton es uno de los seleccionados por la productora de Luc Besson para llevar acabo su cine de acción made in Francia. Se encargó de Venganza (Taken) 2 y 3, y parece que cuando lo mantienen en corto los productores, es capaz de no desmandarse. Pero aquí nadie controló al francés, y la dirección es un montón de planos que nunca están quietos y que parecen buscar siempre el enfrentamiento, como si quisiera que el espectador le pegara a la pantalla. Al final más que ganas de hacerlo, dan ganas de apagarla.
Uno de los recursos más puros del género negro que toma la película es al del narrador que complementa la trama con sus monólogos. Pero que desaparece tras el primer tercio de película porque el director no puede añadir nada a escenas de acción pura, solo explosiones. UN recurso que parece indicar que estamos en un género pero que finalmente se olvida, tanto como el mismo genero, pasando del neo noir a una película de acción pura y dura.
Los últimos días del crimen es una cinta que para los amantes de la acción puede ser un entretenimiento, pero que no añadirán a su lista de títulos notables, porque al final resulta monótona y histriónica hasta tal nivel, que estas deseando que acaben las mas de dos horas que dura. Su mayor logro, confirmar la teoría de la relatividad, el tiempo percibido puede ser mayor que el real, 140 minutos se sienten como si fueran 240.