Durante años parecía imposible siquiera plantearlo, pero algo está cambiando. El universo de Pandora ya no intimida tanto como antes y el reinado absoluto de Avatar en taquilla empieza a mostrar grietas. No es un batacazo, ni mucho menos, pero sí un aviso claro de que incluso los gigantes también pueden tropezar.
El fin de una racha que parecía eterna
Durante más de una década, James Cameron ha jugado en una liga propia. Cada estreno suyo no solo era una película, era un acontecimiento cultural que dominaba conversaciones, salas de cine y titulares durante meses. Avatar no competía, directamente aplastaba cualquier récord que se pusiera por delante.
Por eso sorprende y bastante, que Avatar: Fire and Ash apunte a cerrar su recorrido en salas sin alcanzar los famosos 2.000 millones de dólares. Según las proyecciones actuales, la cifra final rondaría entre los 1000 millones, un número que sería histórico para casi cualquier otra saga… pero que en Avatar sabe a poco.
El estreno arrancó con 88 millones en Estados Unidos, un dato potente, sí, pero muy por debajo de los 134 millones que logró El sentido del agua. A nivel global, los 345 millones iniciales tampoco son ninguna broma, aunque ya dejan claro que el camino hacia los 2.000 millones esta vez no está despejado.
Cuando 2.000 millones dejan de ser lo normal
Aquí está la clave de todo. Avatar ha cambiado tanto las reglas del juego que ahora se mide con su propio listón imposible. La primera película de 2009 sigue reinando con cerca de 2.900 millones, mientras que El sentido del agua demostró en 2022 que Pandora aún tenía pólvora suficiente para superar los 2.300 millones.
Avatar
Durante 16 años, Avatar convirtió lo extraordinario en rutina. Ir al cine a ver una entrega nueva era casi obligatorio, como si te perdieras algo importante para la historia del cine si no pasabas por taquilla. Ahora, por primera vez, ese hechizo empieza a perder fuerza.
Pandora ya no sorprende como antes
Uno de los factores más claros tiene que ver con la novedad. Cuando Avatar llegó por primera vez, el 3D era una experiencia casi alienígena. No era un extra, era el motivo principal para ir al cine. Años después, El sentido del agua volvió a sacudir al público con su tecnología submarina y un espectáculo visual que dejaba con la boca abierta.
Con Fire and Ash, la sensación es distinta. Visualmente es impresionante, nadie lo duda, y las secuencias de fuego tienen un nivel de detalle brutal. El problema es que ya hemos estado allí. Pandora sigue siendo preciosa, pero ya no genera ese “tengo que verla ya” que impulsó a Avatar durante tantos años.
Además, el estreno ha llegado solo tres años después de la anterior. En términos industriales es eficiente, pero a nivel de percepción cambia mucho las cosas. Avatar pasó de ser un evento generacional a convertirse, simplemente, en una secuela más dentro del calendario.
El cansancio empieza a notarse
A esto se suma una recepción crítica más tibia. Fire and Ash se mueve alrededor de un 66% en Rotten Tomatoes, la nota más baja de la trilogía. No es un desastre, pero sí un síntoma. Se aplaude la llegada del Pueblo de la Ceniza como amenaza interesante, aunque muchos señalan un metraje de más de tres horas que se hace cuesta arriba.
También se repite una crítica que empieza a sonar familiar: la sensación de estar viendo variaciones de una historia ya conocida. Avatar siempre ha funcionado por emociones y espectáculo, pero cuando la estructura se repite demasiado, parte del público pierde las ganas de volver una segunda o tercera vez al cine.
Y en una saga como esta, las revisitas son clave. Fueron precisamente esos segundos y terceros visionados los que empujaron a las dos primeras películas más allá de los 2.000 millones.
Avatar
Un estreno rápido… quizá demasiado
Paradójicamente, la rapidez ha jugado en contra. El enorme salto de 13 años entre la primera Avatar y la segunda convirtió su regreso en un acontecimiento casi histórico. Había expectación, curiosidad y una sensación clara de “esto no pasa todos los días”.
Fire and Ash no tiene ese factor. Llegó antes de que se asentara la nostalgia y sin un gran cliffhanger previo que obligara a correr al cine. El sentido del agua cerraba su historia de forma bastante contenida, sin dejar al espectador con la urgencia de saber qué pasaba después.
Si miramos a otros fenómenos recientes, como el caso de Marvel con Infinity War y Endgame, la diferencia es clara. Allí el público sentía que no podía esperar. Aquí, Avatar invita más a la calma, y eso en taquilla se nota.
¿Fracaso o simple cambio de ciclo?
Conviene poner todo en perspectiva. Cerrar con 1000 millones sigue siendo una auténtica barbaridad. Avatar sigue siendo una de las marcas más potentes del cine mundial y Pandora continúa atrayendo a millones de espectadores en todo el planeta.
Lo que parece terminar no es el éxito, sino la era del dominio absoluto. Esa sensación de que cada entrega iba a arrasar sin discusión empieza a diluirse. El mercado es más competitivo, el público más selectivo y el efecto sorpresa ya no juega a favor.
Ahora la gran pregunta es qué pasará con las próximas películas. ¿Volverá James Cameron a reinventarse una vez más o estamos ante el inicio de una nueva etapa más terrenal para Avatar?
Recuerda que las dos primeras entregas de la saga están en Disney Plus.
Sea como sea, el debate está servido. ¿Te parece lógico este bajón o crees que Avatar aún tiene una sorpresa guardada bajo la manga? Cuéntanos qué opinas y no te olvides de seguirnos en Google News para no perderte ni una sola noticia desde Pandora… o desde cualquier rincón del cine.



