A veces crees que ya has visto todas las vueltas posibles alrededor del Caballero Oscuro, pero de repente aparece una serie aparentemente ligera y te suelta una revelación que te deja pensando más de la cuenta. Y lo curioso es que no viene de una versión oscura, adulta o retorcida. Viene de Bat-Fam, la nueva serie de Batman de Prime Video que, entre bromas y caos familiar, decide mostrar el punto débil más humano de Bruce Wayne. ¿No te parece curioso?
Prime Video ha recuperado el espíritu de Merry Little Batman para expandirlo en una serie que mezcla aventuras, líos domésticos y una versión muy particular de Gotham. Aquí conviven Bruce Wayne/Batman, Damian Wayne, el siempre inquieto Little Batman y el eterno Alfred, pero también otros habitantes inesperados de la mansión Wayne.
Tienes a Kirk Langstrom rondando como Man-Bat, a la presencia espectral de Ra’s al Ghul merodeando por los pasillos y a algún que otro personaje sorpresa que aparece cuando menos te lo esperas. Todo con un espíritu juguetón, como si alguien hubiera decidido abrir la ventana de la Batcueva y que entrase un poco de aire fresco.
La inesperada revelación sobre Batman
El capítulo que ha encendido todas las alarmas entre quienes siguen Bat-Fam es el sexto de la temporada uno, “The Art of Claire”. A primera vista parece centrado en Claire Selton, la joven Volcana, y su dificultad para encontrar su lugar tanto en el colegio como en su propia casa. Pero, conforme avanza la trama, te das cuenta de que lo realmente interesante está ocurriendo al fondo, casi de puntillas: es Batman quien está teniendo el mayor aprendizaje. Y no un aprendizaje cualquiera, sino uno que desmonta la imagen que solemos tener de él.
Bat-Fam
Claire se siente incomprendida, como si siempre estuviera fuera de sitio. Recibe sanciones en clase, su arte no encaja con nadie, y para colmo la única persona que parece entenderla es su antigua compañera de tropelías, Caitlin Snow/Killer Frost, que la busca no por amistad precisamente. Todo muy dramático, pero lo que importa aquí es cómo encaja Bruce Wayne en esta situación. El hombre está totalmente perdido. Batman, el tipo capaz de anticipar movimientos criminales con precisión quirúrgica, no sabe cómo acercarse a una niña que solo quiere sentirse comprendida. Y eso, siendo sinceros, ya nos da una pista de lo que viene.
La cosa se complica cuando Killer Frost intenta reclutar a Claire para sus fechorías, obligando a Batman a intervenir. Durante el rescate, Bruce se da cuenta de que no puede seguir abordando estos problemas como si fuese una misión más. Ese modo operativo suyo, tan de ser perfecto siempre, no funciona aquí. Y es entonces cuando hace algo impensable: se abre emocionalmente. Lo sé, suena raro hablar de “emociones” y “Batman” en la misma frase, pero lo hace.
El momento clave que cambia todo
Bruce le confiesa a Claire lo que probablemente sea lo más difícil que ha tenido que admitir en décadas. Le dice, con toda naturalidad, esa frase que casi podría romperle el cowl si lo oyera su versión más clásica: “Ser Batman es ser perfecto”.
Dejando a un lado que suena a mantra que podrías encontrar en un póster motivacional pegado en la Batcueva, esta frase destapa lo que lleva arrastrando toda la vida. Para Batman, no hay margen para el error. Cada fallo, cada duda, cada despiste podría costar vidas. Tiene que ser perfecto para que los criminales tiemblen y para que quienes viven bajo su protección confíen en él sin cuestionarse nada. Es un estándar imposible, pero lo lleva incrustado en el alma.
Lo interesante es que Bruce reconoce que ese perfeccionismo, tan útil en su vida nocturna, le está jugando en contra cuando intenta ser Bruce Wayne, la persona, no el símbolo. Y eso, sinceramente, es una revelación enorme. ¿Cuándo has visto a Batman reconociendo algo así? No es lo normal. Y creo que aquí está la verdadera chispa del capítulo.
La perfección como debilidad real de Batman
La serie lo muestra con un toque cómico, porque así funciona Bat-Fam, pero detrás de esos momentos de humor hay una verdad incómoda: la perfección es la mayor debilidad de Batman. Y vaya si tiene sentido.
Llevamos décadas viendo versiones del personaje obsesionadas con controlar todo a su alrededor. No solo planifica, anticipa y vigila; también se exige a sí mismo no fallar jamás. Si pudiera controlar hasta la temperatura de los refrescos del frigorífico de la mansión, lo haría. Y quizá lo hace, quién sabe. Esa obsesión le da ventaja en las calles, claro, pero también le pasa factura donde más duele: en sus relaciones. Porque intentar ser perfecto en todo es agotador. Y, lo quieras o no, también te desconecta de la gente que tienes delante.
Aquí es donde Bat-Fam sorprende. En lugar de glorificar ese perfeccionismo, lo señala abiertamente como una carga. Una carga que Bruce empieza a reconocer. Lo ves en su cara, esa cara que en esta versión es más expresiva que en otras y en la forma en que se esfuerza por conectar con Claire. No es un Batman imponente, omnipotente. Es un tipo intentando aprender a ser humano sin quitarse la capucha del todo.
Bat-Fam
Un Batman vulnerable también es un Batman más interesante
Esta versión de Batman está tomándose muy en serio algo que parecía prohibido para él: permitirse no tener todas las respuestas. Y eso lo hace sorprendentemente atractivo como personaje. No por el drama, sino porque se siente… real. Como si por fin pudiéramos verle sin ese halo de infalibilidad que lo ha acompañado siempre.
Fíjate en un detalle que me hizo reír más de la cuenta: sus cuadros de nubes. Son tan horribles que, según la serie, desarman a los villanos. Literalmente. Es un chiste, sí, pero también es una forma muy inteligente de mostrar que Batman puede ser terrible en algo, y que no pasa nada. Que incluso él puede fallar sin que el mundo se derrumbe.
Y es aquí donde la serie pega el salto que no esperas. Si Batman entiende que no necesita ser perfecto en todo para ser mejor persona, quizá también está aprendiendo que su rigidez obsesiva no es tan heroica como parecía. Que la perfección, en lugar de ser su mayor virtud, ha estado bloqueando partes esenciales de su vida. Y que soltar un poco ese control es, en realidad, un acto de crecimiento.
Un futuro distinto para Bruce Wayne
El capítulo sugiere un camino nuevo para Bruce Wayne, más humano, más flexible y, curiosamente, más poderoso por ello. No en el sentido físico, sino emocional. Ya sabes, ese terreno donde Bruce suele caminar como si fuera una selva llena de trampas.
Ver a Batman admitir sus limitaciones no lo hace menos impresionante. Lo hace más complejo. Más interesante. Y, si me preguntas, más valiente. Porque enfrentarse a enemigos externos es complicado, pero enfrentarse a uno mismo… eso sí que es duro.
Así que si algo deja claro Bat-Fam es que incluso alguien como Batman puede aprender a no ser perfecto sin perder lo que lo convierte en Batman. Y oye, quién sabe, quizá ese pequeño cambio termine siendo justo lo que necesitan tanto Bruce Wayne como los que viven a su alrededor. A veces, dejar de intentar ser perfecto es lo más heroico que puedes hacer. Qué cosas.
Y nada, hasta aquí. Si te has quedado con ganas de ver a Batman haciendo autocrítica mientras combate villanos, ya sabes dónde encontrar esta serie. Si al final resulta que el mayor misterio del Caballero Oscuro era él mismo, pues mira, tampoco me sorprende tanto.




