¿Puede el mayor villano del Universo Marvel ser el padrino de la hija de su peor enemigo? La respuesta es sí. Y es una de las historias más fascinantes —y humanas— jamás contadas entre ciencia, magia y tragedia.
Una relación imposible
Victor Von Doom no ama a casi nadie. Pero hay una excepción: Valeria Richards, la hija de Reed Richards (Mister Fantástico) y Susan Storm (la Mujer Invisible).
Una niña nacida entre la luz de la ciencia y las sombras del poder arcano. Y, por algún motivo, su padrino es el mismísimo Doctor Doom.
Desde que Valeria vino al mundo, Doom la consideró algo más que una protegida. Fue su punto débil y, en algunos momentos, su única conexión con algo parecido al amor. Una paradoja perfecta: el mayor enemigo de los Cuatro Fantásticos, unido para siempre al fruto de esa familia.
El origen de una paradoja
Todo comenzó antes incluso de que Valeria naciera. Durante un embarazo complicado, la energía que emanaba del vientre de Sue Storm amenazaba con destruirla.
Franklin Richards, su hijo mayor, usó sus poderes cósmicos para salvarla… enviándola a una línea temporal alternativa.
Allí, la historia dio un giro inesperado: en ese universo, Susan Storm no se casó con Reed, sino con Victor Von Doom.
Su hija, Valeria Von Doom, creció en un mundo donde la ciencia y la magia convivían en equilibrio, y se convirtió en una heroína llamada Marvel Girl, con una armadura inspirada en el propio Doom.
Cuando esa Valeria viajó accidentalmente al universo principal de Marvel, se encontró con su “otra familia” y con un padre que no era el suyo. La paradoja estaba servida: una hija del bien con la esencia del mal como parte de su destino.
Doom, el padrino oscuro
Cuando la realidad se reinició tras aquella aventura cósmica, Valeria volvió a ser un bebé en el vientre de Sue. Pero el destino ya estaba escrito.
Durante su segundo nacimiento, Mister Fantástico estaba preso de los Inhumanos, y el único capaz de salvar a madre e hija fue… Doom.
Sí, el villano de Latveria asistió al parto y trajo al mundo a la hija de su enemigo. Por ese acto, pidió un solo favor: convertirse en su padrino y poder nombrarla. La llamó Valeria, en recuerdo de su primer amor perdido.
Pero bajo esa apariencia de bondad se ocultaba un plan siniestro: Doom lanzó un hechizo que le permitía ver y sentir a través de la niña, convirtiéndola en su familiar mágico. Por un tiempo, fue literalmente los ojos del mal.
La redención (temporal) del dictador
A lo largo de los años, la conexión entre ambos fue mucho más profunda que una maldición. Valeria creció demostrando un intelecto incluso superior al de su padre. Y eso, para Doom, fue un descubrimiento fascinante.
No veía a una enemiga, sino a un reflejo de su propia mente: brillante, fría, calculadora. Una joven que comprendía la grandeza… y el precio de alcanzarla.
Durante la etapa de Fundación Futuro, Valeria y Doom llegaron a colaborar. Ella lo visitaba en secreto, buscaba su consejo, y hasta le ayudó a recuperar su inteligencia cuando fue víctima de un lavado mental.
En un giro impensable, Doom se unió a los héroes para salvar el multiverso, mientras la niña lo llamaba “Tío Victor”.
Fue entonces cuando la rivalidad entre Reed y Doom alcanzó una nueva dimensión: la del orgullo paterno. Ambos sabían que la mente más brillante de la familia Richards podía decidir el destino del mundo… y que el corazón de Valeria no era del todo ajeno al magnetismo del dictador.
Valeria en Latveria: hija del enemigo
Cuando las tensiones dentro de los Cuatro Fantásticos se desataron, Valeria tomó una decisión que desconcertó a todos: aceptó vivir en Latveria bajo la protección de Doctor Doom.
Lo hizo convencida de que podía ayudarle a cambiar, de que había bondad detrás de la máscara de metal. Y, durante un tiempo, así fue. Bajo la influencia de Valeria, Doom promovió acciones altruistas: financió hospitales, alivió el hambre en aldeas olvidadas y ayudó a víctimas de guerra.
Por un breve instante, el mundo conoció al Doctor Doom menos
monstruoso y más humano. Pero ese equilibrio era frágil.
Cuando la Mujer Invisible, poseída por su oscuro alter ego Malice,
atacó Latveria, Valeria eligió quedarse con Doom, temiendo a su
propia madre. Una escena devastadora que marcó un antes y un
después en su relación.
Cuando Doom fue un héroe
La historia dio otro giro en el evento AXIS, cuando un hechizo invirtió las personalidades de héroes y villanos. El despiadado dictador se convirtió en un Doom bondadoso y heroico, mientras Valeria vestía una armadura similar a la suya para liderar un nuevo grupo de Vengadores.
Por un instante, los dos fueron aliados del bien. Pero como todo en el universo Marvel, esa armonía se desmoronó tan rápido como llegó.
Dios, padre y enemigo: la era de Secret Wars
La conexión entre ambos alcanzó su punto máximo durante Secret Wars (2015). Cuando el Multiverso colapsó, Doom usó su poder para crear el Battleworld, un planeta compuesto de fragmentos de distintas realidades. Se coronó como Dios-Emperador… y colocó a los Richards bajo su mando, con Valeria como su “hija”.
En ese mundo distorsionado, Valeria fue la mente científica de
su padre adoptivo. Trabajaba a su lado sin saber toda la verdad:
que Doom había robado el poder y la familia de Reed Richards. Pero,
como siempre, Valeria vio más allá.
Cuando comprendió la magnitud de la mentira, ayudó a restaurar la
realidad y volvió junto a su auténtica familia. Aun así, algo
cambió para siempre: ya no podía odiar a Doom del todo.
Doctor Doom y Valeria Richards: el lazo que ni la magia pudo romper
Todo comenzó con la noche más oscura que el Universo Marvel
había vivido en décadas: BLOOD HUNT (2024).
Durante ese evento, los vampiros tomaron el control del planeta
tras una ola de oscuridad mágica que apagó el sol. Los héroes se
fracturaron, la magia colapsó y los hechiceros más poderosos,
incluido Doctor Strange, cayeron intentando contener el desastre.
Fue entonces cuando Victor Von Doom vio una oportunidad que
nadie más se atrevió a tomar.
En medio del caos, Doom se alzó como salvador autoproclamado. Con una mezcla de tecnología latveriana y artes oscuras, erradicó la invasión vampírica… pero también reclamó para sí el poder arcano que había quedado libre tras la caída del Hechicero Supremo. El mundo respiró aliviado, sin sospechar que acababa de entregar su destino al villano más brillante —y peligroso— de todos los tiempos.
De esa “victoria” nació One World Under Doom (2025), una nueva era donde la Tierra se rige bajo una única voluntad: la de Doom. Las fronteras desaparecieron, la guerra se extinguió y la energía era ilimitada. Pero esa paz tenía un precio: el libre albedrío. En su mente, Victor no veía tiranía, sino redención. “He hecho lo que los héroes nunca pudieron: traer orden al caos”, proclamaba desde su trono místico de Latveria.
Y entre todas las almas que intentaron detenerlo, solo una logró llegar hasta él: Valeria Richards. Mientras su familia lideraba una rebelión secreta, Valeria acudió a su padrino en busca de respuestas. En One World Under Doom #2, Ryan North y R.B. Silva muestran un encuentro cargado de tensión, donde la razón y el afecto se mezclan. Doom la recibe no como enemiga, sino como heredera. Le muestra su mundo perfecto, le explica cómo ha acabado con el hambre y la guerra. “Tu padre siempre soñó con un futuro mejor —dice—, yo lo hice realidad”.
Pero Valeria, que conoce tanto su mente como su corazón, ve la grieta detrás de la máscara. Descubre que el precio de esa paz es el sometimiento de toda la humanidad y que su familia ha perdido sus poderes por obra del propio Doom. Con una combinación de ciencia y hechicería, logra revertir el hechizo y devolverle a los Cuatro Fantásticos su fuerza.
Cuando los héroes se alzan para enfrentarlo, Doom se mantiene implacable… salvo cuando ella lo mira. Valeria es su última conexión con la humanidad, y cada palabra suya le hiere más que cualquier golpe. Porque puede que el mundo esté bajo su control, pero su corazón sigue cautivo de la única persona que jamás quiso traicionar.
Más allá del bien y del mal
En un universo lleno de héroes y villanos, la historia de Doctor
Doom y Valeria Richards brilla por su complejidad.
No hay redención total ni condena eterna.
Solo una relación que desafía las reglas del amor, la familia y el
poder.
Porque, en el fondo, Doom no teme a los Cuatro Fantásticos… sino a la niña que puede verlo sin su máscara.
