Málaga lo soñó. Málaga lo vivió. Y Málaga lo sufrió. La ciudad andaluza, famosa por su sol, su Alcazaba y sus espetos, este fin de semana se transformó en el epicentro geek más esperado: la primera edición oficial de la San Diego Comic Con Málaga (SDCC Málaga). Lo que debía ser una fiesta épica para la cultura pop acabó siendo una mezcla de orgasmo fanático y desastre logístico. Más de 120.000 almas frikis transitando pasillos abarrotados, colas kilométricas, fallos técnicos, quejas, reembolsos y, aun así, momentos memorables. Bienvenidos a la edición 2025, donde el sueño pop chocó de frente con la realidad urbana.
El evento, celebrado del 25 al 28 de septiembre en el Palacio de Ferias y Congresos (FYCMA), se anunciaba a bombo y platillo: más de 300 horas de contenido, invitados hollywoodenses, lanzamientos exclusivos, firmas, talleres y toneladas de hype. Pero desde el minuto uno, los ecos en redes sociales advertían que no todo iba a brillar con luz propia. Muchos asistentes comenzaron a llamarlo “Cola-Con” como broma amarga: la convención de las colas.

San Diego Comic-Con Málaga: El infierno de las colas
Ya el jueves 25 los problemas se hicieron notar. Los accesos al recinto colapsaron desde primera hora, con filas de asistentes serpenteando cientos de metros bajo el sol. En jornadas posteriores la imagen se repitió: esperas de una, dos y hasta tres horas para entrar o para acceder a paneles reservados. Hubo quejas sobre fallos en los accesos especiales para personas con movilidad reducida, que quedaron en medio del caos, y hasta 200 reclamaciones presentadas ante la OCU y FACUA por asistencia limitada, aglomeraciones y entradas pagadas que nunca se llegaron a usar.
El descontento aumentaba con pequeños detalles que, sumados, parecían un villano de cómic: lectores de QR insuficientes que generaban cuellos de botella, prohibición de acceder con comida o bebida del exterior y la sensación generalizada de que, tras pagar entradas nada baratas, el público era tratado más como rebaño que como fandom. Mientras tanto, los pases VIP sí fluían con más facilidad, ofreciendo fotos con Jared Leto por 90 euros o charlas privadas por 55. No es de extrañar que en redes circulara el lema “Orgullo friki… pero solo si tienes cartera mágica”.
El domingo, día de cierre, se alcanzó el clímax del caos. Miles de personas angustiadas intentaban entrar justo antes del panel final de Arnold Schwarzenegger, con colas más largas que nunca y cosplayers agotados que parecían extras de The Walking Dead. El ambiente era una mezcla de nervios, resignación y el miedo a perderse la guinda del pastel.
Las luces que sí brillaron

Aunque la logística falló, no todo fue desastre. En medio del caos emergieron momentos memorables que demostraron que la apuesta de contenido tenía calidad y corazón. Arnold Schwarzenegger fue el invitado de honor y cerró la convención con un discurso emotivo en el que reflexionó sobre su carrera, la importancia cultural del cine y hasta lanzó mensajes sobre medio ambiente y tolerancia. Jared Leto, por su parte, presentó Tron: Ares en un panel que levantó una gran expectación, mientras que Gwendoline Christie, Natalia Dyer y Dafne Keen hicieron vibrar al público con su complicidad y mensajes de empoderamiento femenino.
A lo largo del fin de semana también se dejaron ver Luke Evans, Aaron Paul y Norman Reedus, que protagonizaron charlas y sesiones de firmas multitudinarias. El mundo del cómic estuvo muy presente gracias a leyendas como Jim Lee, Jeph Loeb, Jorge Jiménez o C. B. Cebulski, además de autores españoles como David Rubín o Belén Ortega, que demostraron la fuerza creativa local. Incluso hubo espacio para el gaming y la animación, con debates sobre VFX, talleres de diseño y mesas redondas dedicadas a franquicias como Star Wars o LEGO.
No todo fue perfecto, pues el homenaje a Toy Story acabó reducido a una proyección en un televisor minúsculo tras un fallo técnico, indignando a quienes esperaban un gran despliegue, pero aun así el entusiasmo de los invitados y la conexión con los fans lograron salvar la experiencia. Muchos artistas extendieron sus intervenciones más allá del horario previsto o se detuvieron a saludar y hacerse fotos improvisadas, algo que terminó generando una complicidad genuina con un público que, pese al cansancio, agradeció esos gestos como auténticos tesoros de convención.

Málaga no estaba preparada para su propia leyenda
Uno de los grandes aprendizajes de esta primera edición es que Málaga, por muy bella que sea, no estaba lista para alojar semejante bestia fan. El Palacio de Ferias se quedó pequeño, la movilidad urbana no resistió la avalancha y la infraestructura de servicios colapsó en momentos clave. El propio ayuntamiento y la Junta ya hablan de “corregir errores” y de ampliar espacios para la próxima edición, incluso contemplando carpas adicionales o instalaciones externas.
Los grupos municipales PSOE y Con Málaga han pedido cuentas a ProMálaga, el organismo implicado, y reclaman transparencia sobre por qué se produjeron tantos fallos a pesar de los más de 5 millones de euros invertidos. Se cuestiona la planificación, los contratos y el uso de fondos públicos que, en teoría, debían garantizar una experiencia digna para los asistentes.
Paradójicamente, el impacto económico estimado ronda los 50 millones de euros. Los hoteles estuvieron al 100 %, el turismo se disparó y Málaga fue tendencia internacional en feeds frikis de todo el planeta. La pregunta es inevitable: ¿vale la pena un impacto económico tan alto si buena parte de los fans se quedó frustrada en la puerta?
Entre el desastre y el mito

Lo cierto es que la SDCC Málaga 2025 será recordada por dos motivos contradictorios. Por un lado, el caos logístico, las colas infernales y la sensación de desorganización. Por otro, el contenido de lujo, la emoción de ver a Arnold, Jared o Gwendoline en directo, y la conexión de miles de frikis que, pese a todo, compartieron un mismo espacio para celebrar su pasión.
Debo decir que aquí tenemos material para una saga propia: Comic Con: El Despertar del Caos. Una primera entrega llena de fallos estructurales, villanos invisibles llamados “Colapso” y “Mala Planificación”, pero también héroes de carne y hueso que dieron lo mejor de sí. Si los organizadores aprenden la lección, la secuela podría ser gloriosa. Pero si no, corremos el riesgo de revivir otro capítulo de “Cola-Con” en 2026.
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