En la historia del cine de horror hay joyas que, por el momento en que llegaron a los cines, pasaron desapercibidas para el gran público. Una de ellas es Sorority Row (2009), una película de terror slasher que reúne todos los elementos que los fans del género adoran: misterio, muertes creativas, personajes con mucho carisma y un asesino que acecha implacable. Sin embargo, su estreno coincidió con un cambio en las tendencias del horror, y lo que podía haber sido un título de culto acabó perdiéndose entre propuestas más extremas y modas pasajeras.
Dieciséis años después, esta producción merece ser reivindicada como un ejemplo perfecto de slasher universitario autoconsciente, con el punto justo de brutalidad, humor y estilo visual para ganarse un hueco entre los clásicos modernos.
Un remake con espíritu propio
Dirigida por Stewart Hendler, Sorority Row es un remake libre de The House on Sorority Row (1983), un slasher de culto de los ochenta. La premisa se mantiene fiel al espíritu del original: un grupo de chicas de hermandad comete un error fatal durante una broma pesada y, meses después, empieza a ser acosado por un asesino misterioso que parece conocer su secreto.
La historia arranca con una broma macabra: una de las chicas, Megan (Audrina Patridge), finge morir para darle un susto al novio infiel de una de sus compañeras. El plan se tuerce cuando él, creyendo que realmente está muerta, la remata accidentalmente. Presas del pánico, las integrantes de Theta Pi —cada una interpretada por un rostro reconocible del panorama juvenil de finales de los 2000— deciden encubrir el crimen y deshacerse del cuerpo. Ocho meses después, a punto de graduarse, comienzan a recibir mensajes amenazadores y a ser acechadas por una figura encapuchada armada con un gato (llave para neumáticos) modificado con cuchillas.
Briana Evigan, recordada por Step Up 2: The Streets, lidera el grupo como Cassidy, la “final girl” que combina inteligencia y vulnerabilidad. Leah Pipes (Life Is Wild, The Originals) roba escenas como Jessica, la presidenta de la hermandad, tan afilada con sus comentarios como letalmente pragmática. Rumer Willis (90210) encarna a Ellie, la más insegura y nerviosa del grupo, mientras Jamie Chung (Dragonball Evolution, Sucker Punch) aporta carisma como Claire, la miembro más sensata. Completan el elenco Margo Harshman (Even Stevens) como la impredecible Chugs y Carrie Fisher, en un breve pero memorable papel como la sarcástica ama de llaves de la hermandad, que deja claro que no se anda con rodeos.
Desde ahí, la película se convierte en un festival de sospechas, muertes inventivas y diálogos mordaces que, lejos de tomarse demasiado en serio, abrazan con gusto todos los clichés del género y aprovechan la química entre las actrices para mantener la tensión y el entretenimiento hasta el final.
Un estreno fuera de tiempo para el género slasher
El mayor obstáculo de esta película de terror slasher no fue su calidad, sino el contexto en el que llegó a los cines. En 2009, el slasher adolescente ya no estaba de moda. La fiebre Scream de finales de los 90 había decaído, y el público demandaba experiencias más extremas. El “torture porn” dominaba la taquilla gracias a sagas como Saw y Hostel, mientras que el found footage empezaba a acaparar la conversación con Paranormal Activity.
En ese escenario, un slasher estilizado, cargado de ironía y protagonizado por universitarias glamorosas parecía casi un anacronismo. Su estética pulida y su guion autorreferencial resultaban demasiado ligeros para un público que buscaba traumas cinematográficos, y demasiado alejados de la nostalgia ochentera que empezaba a germinar. El resultado fue un recibimiento tibio: un 25% en Rotten Tomatoes y una recaudación modesta que no hizo justicia a su potencial.
Todo lo que hace bien una película de terror slasher

Vista con la perspectiva del tiempo, Sorority Row reúne prácticamente todo lo que un aficionado al slasher espera encontrar. La intriga sobre la identidad del asesino se mantiene viva hasta el clímax, mientras las muertes, creativas y memorables, van dejando huella, como el ya famoso asesinato con una botella de vino o el uso letal del gato modificado.
El grupo protagonista es tan variopinto como efectivo: desde la final girl sensata, interpretada por Briana Evigan como Cassidy, hasta la venenosa reina abeja de Leah Pipes, pasando por la fiestera caótica, la empollona ambiciosa y la ingenua encantadora.
Todo ello se envuelve en un tono autoconsciente que sabe reírse de sus propios clichés sin caer en la parodia. El mérito está en que, pese a apoyarse en arquetipos reconocibles, el guion logra darles personalidad propia. Leah Pipes roba cada escena con su sarcasmo y frialdad calculada, mientras Evigan aporta el ancla emocional que impide que la película se convierta en puro artificio.
Estética y ritmo: el slasher como videoclip
Hendler dirige esta película de terror slasher con un estilo visual que recuerda a los videoclips y anuncios de principios de los 2000: colores saturados, fiestas coreografiadas, montaje ágil y un cuidado por el encuadre que hace que incluso las muertes más grotescas tengan una composición llamativa. Esta estilización, que en su momento pudo parecer superficial, hoy aporta un encanto nostálgico que conecta con el revival Y2K.
Además, el ritmo no da tregua: desde la escena inicial, el relato alterna momentos de tensión con explosiones de violencia gráfica, manteniendo la atención incluso en sus pasajes más absurdos.
El humor como arma secreta
Uno de los elementos más disfrutables de esta película de terror slasher es su sentido del humor. Sorority Row entiende que el género, cuando se toma demasiado en serio, puede volverse predecible. Aquí, la comedia surge de los diálogos afilados y de la exageración consciente de ciertos comportamientos. Hay frases de Jessica que son oro puro en lo que a cinismo y malicia se refiere, y que han sobrevivido como memes y gifs entre la comunidad fan.
Recepción crítica vs. reivindicación tardía

En su estreno, la crítica la despachó como derivativa y carente de tensión genuina. Sin embargo, con el tiempo ha ido ganando un estatus de “placer culpable” entre los aficionados al terror. En redes sociales, especialmente en foros y cuentas dedicadas al slasher, se reconoce que Sorority Row es más divertida y autoconsciente de lo que se le concedió en su día, y que su fracaso se debió más al cambio de gustos que a fallos internos.
El legado del reparto de Sorority Row
Una de las razones por las que Sorority Row sigue siendo tan entretenida de ver hoy es su reparto coral, que capturó perfectamente la estética y la actitud del cine juvenil de finales de los 2000. Muchas de sus protagonistas continuaron construyendo carreras interesantes en cine y televisión, lo que añade un atractivo extra al revisionado.
Briana Evigan, como Cassidy, consolidó su estatus de scream queen moderna participando en títulos de terror como Mother’s Day (2010) y Mine Games (2012), además de seguir vinculada a la saga Step Up que la lanzó a la fama. Leah Pipes, inolvidable como la sarcástica Jessica, encontró un nuevo público gracias a su papel recurrente en la serie sobrenatural The Originals, donde su actitud mordaz volvió a brillar.
Rumer Willis, que aportó a Ellie su nerviosa vulnerabilidad, se diversificó entre la televisión (Empire, 90210) y el teatro musical, ganando incluso la edición estadounidense de Dancing with the Stars en 2015. Jamie Chung, que en Sorority Row interpretó a la equilibrada Claire, se ha convertido en un rostro habitual de producciones de alto perfil, desde Sucker Punch y Hangover II hasta su aplaudido papel en Lovecraft Country.
Margo Harshman, recordada por su excéntrica Chugs, continuó trabajando en televisión en series como NCIS y The Big Bang Theory. Y por supuesto, no se puede olvidar a Carrie Fisher, cuya breve pero contundente aparición como Mrs. Crenshaw regaló a los fans del terror una de las interpretaciones más icónicas y sarcásticas de la película, sumando otra joya a su legado más allá de Star Wars.
Ver hoy Sorority Row no solo es disfrutar de una película de terror slasher bien ejecutada, sino también un ejercicio de nostalgia al reencontrarse con intérpretes que han seguido caminos muy distintos y, en muchos casos, han crecido mucho más allá de los papeles que tenían en aquel 2009.
Si en 2009 fue un producto fuera de lugar, en 2024 es un
recordatorio de que el género tiene muchas formas de divertir y que
la elegancia camp también tiene su espacio en el horror.
¿Recuerdas haber visto Sorority Row en su estreno o la descubriste
después? Cuéntanos si crees que esta película de terror slasher
merece más reconocimiento.




