Idris Elba y John Cena han vuelto a compartir pantalla. Y aunque esta vez no se lanzan amenazas como en The Suicide Squad, lo cierto es que su química sigue siendo lo mejor de Jefes de estado, una comedia de acción que se toma a broma a sí misma… y por suerte, lo hace con bastante estilo. Dirigida por Ilya Naishuller (Nobody), esta película de Prime Video se lanza a la piscina de los “buddy movies” ochenteros con traje de gala, helicópteros, políticos inútiles, y más clichés de los que uno puede contar sin perder la cuenta.
Pero, ¿funciona? Pues sí. A veces por las razones correctas. Y otras, por puro absurdo.
Jefes de estado. Un presidente actor y un primer ministro con mala leche
La premisa de Jefes de estado es tan delirante como suena: el presidente de Estados Unidos (Cena), una especie de Dwayne Johnson con un discurso de campaña sacado de un tráiler de acción (“lo hicimos en taquilla, lo haremos en la Casa Blanca”), se ve obligado a colaborar con el primer ministro británico (Elba), un político cansado, con popularidad por los suelos y cara de estar siempre a punto de dimitir. Ambos se odian desde la primera escena. Ambos acaban en una misión suicida. Y sí, ambos terminan siendo colegas.
Todo empieza con una secuencia con un atentado terrorista en plena celebración de la Tomatina de Buñol (en España). Así, sin anestesia. Y de ahí al caos: una agente del MI6 desaparecida (Priyanka Chopra Jonas), un avión presidencial derribado, una persecución por la tundra bielorrusa, y diálogos que parecen escritos en mitad de una partida de Call of Duty. Lo que sigue es un recorrido por escenarios europeos con enemigos a la antigua usanza, gadgets que nunca fallan y disparos que, milagrosamente, apenas rozan a nuestros protagonistas.
Acción sin lógica, pero con ritmo
Naishuller no pretende reinventar nada en Jefes de estado. Sabe exactamente qué está dirigiendo y lo abraza sin complejos: una comedia de acción autoparódica, con explosiones imposibles, helicópteros volando demasiado bajo, y villanos de acento ruso que podrían haber salido de una película de Steven Seagal. Todo tiene un aire de videojuego sin guardar partida.
El punto álgido llega con una persecución a toda velocidad por las calles de Trieste, con Elba conduciendo “La Bestia” en reversa, y Cena disparando como si estuviera en Water Cobra 6. Todo completamente absurdo. Y todo absolutamente divertido. Aquí es donde el director demuestra que cuando se trata de ejecutar escenas imposibles, su pulso es firme. Lo que podría ser un desastre, se convierte en un clímax ruidoso pero sorprendentemente efectivo.
¿Política? La justa
Aunque hay frases como “America First” metidas de refilón, Jefes de estado no intenta ser sátira política. Lo suyo es más bien un desfile de locuras con trajes institucionales. Cena interpreta a un presidente que parece más preocupado por quedar bien en la foto que por sobrevivir. Elba, por su parte, pone cara de “yo no firmé para esto” durante el 90% de la película, y esa es exactamente la gracia.
La política está ahí solo como disfraz. Lo que tenemos, en realidad, es una película de colegas enfrentados que se tiran pullas, reparten tortas y, en el fondo, se admiran. Como Arma Letal con corbata. Cada uno tiene su estilo: Cena es el chulo simpático, un presidente de película que se toma el mundo como un set de rodaje. Elba es el clásico tipo serio, con entrenamiento militar y frases lapidarias. El contraste funciona, sobre todo porque ambos actores saben cómo reírse de sí mismos.
Una pareja que lo aguanta todo
Lo que de verdad salva a Jefes de estado es la química entre sus protagonistas. Cena se ríe de sí mismo con una naturalidad que ya es marca de la casa. Elba, acostumbrado a papeles duros y serios, demuestra que también puede tener ritmo cómico cuando se suelta la corbata. Juntos hacen que incluso los diálogos más tontos tengan gracia.
Y cuando la película se desinfla —que se desinfla, especialmente en su tercer acto, donde los secundarios no tienen nada que hacer y la trama se enreda sin rumbo—, son Cena y Elba quienes la sostienen. Como si fueran conscientes de que el guión va justo, y decidieran tirar del carro ellos solos.
Naishuller se apoya en ellos para estirar los momentos de acción hasta el límite de lo ridículo, pero lo hace con un guiño constante, como si el espectador supiera que todo esto es un gran chiste con presupuesto. Y eso, al final, es parte de su encanto.
Priyanka Chopra Jonas cumple como agente de acción, aunque su personaje se desvanece durante buena parte de la película para reaparecer en el momento justo. Jack Quaid, Carla Gugino y Paddy Considine están desaprovechados, funcionando más como estereotipos que como personajes reales. Pero en una película que se burla de sus propios tropos, quizá eso sea intencional.
Un director con firma
Naishuller ya demostró en Hardcore Henry y Nobody que sabe dar personalidad a la acción. En Jefes de estado repite con métodos más clásicos pero igual de energéticos. La diferencia es que esta vez lo envuelve todo en una comedia ligera, que no busca reflexionar ni trascender. Su misión es entretener, y cumple.
Tiene estilo, ritmo y un sentido del humor que no se toma demasiado en serio. Algunas escenas parecen sacadas de un sketch de Saturday Night Live y otras de un videojuego de espionaje. Pero nunca pierde el norte. Incluso cuando los protagonistas luchan contra asesinas rubias que parecen modelos de pasarela, o cuando lanzan frases de película B como si fueran Shakespeare.
¿Vale la pena?
Si esperas una película profunda, coherente o mínimamente realista, sal corriendo. Si buscas un entretenimiento sin pretensiones, donde los líderes del mundo parecen sacados de un especial de SNL, esta es tu película.
Jefes de estado no es un bombazo. Pero tampoco lo necesita. Es absurda, ruidosa, autorreferencial y, en sus mejores momentos, muy divertida. Como una hamburguesa a las tres de la mañana: no la vas a recordar mañana, pero en el momento sabe a gloria.
Lo mejor: La química de Cena y Elba, el ritmo
de comedia ochentera, y el hecho de que sabe perfectamente qué
clase de película es.
Lo peor: El guión apenas aguanta más de una escena
sin hacer agua. Los secundarios están desaprovechados. Y la acción,
aunque efectiva, nunca sorprende del todo.
Veredicto final: Un entretenimiento sin complicaciones, perfecto para una noche de verano en la que solo quieres reír, desconectar, y ver a dos tipos famosos salvar el mundo con estilo.
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Jefes de Estado
NOTA CINEMASCOMICS
TOTAL
En Jefes de Estado, el primer ministro británico Sam Clarke (Idris Elba) y el presidente estadounidense WillDerringer (John Cena) mantienen una rivalidad poco amistosa y muy pública que pone en peligro la “relación especial” entre sus países. Pero cuando se convierten en el objetivo de un poderoso y despiadado adversario extranjero, que demuestra ser más que un rival para las fuerzas de seguridad de los dos líderes, se ven obligados a confiar a regañadientes en las únicas dos personas en las que pueden confiar: el uno en el otro. Finalmente, aliados con la brillante agente del MI6 Noel Bisset (Priyanka ChopraJonas), deben huir y encontrar una manera de trabajar juntos el tiempo suficiente para desmantelar una conspiración global que amenaza a todo el mundo.
