Entrando en 1967 la cabecera del Hombre sin Miedo se aproximaba a la recurrente temática, en el mundo de los superhéroes, del hombre bajo la máscara. Panini Comics ejerce cátedra para explicar la dificultad de compaginar una vida en la sombra que entorpece a la real.
Sentido y sensibilidad
Hablar de amor en una colección protagonizada por un hombre ciego, que en sus ratos libres se convierte en Daredevil, podría llevarnos a un tratamiento superficial del sentimiento que mueve montañas. Pero Stan Lee supo cómo complicar todo muchísimo al ofrecernos las enormes dudas que, tanto Matthew Murdock como Karen Page, tenían a la hora de decidirse a dar un paso más en aquella relación entre compañeros de trabajo, entre el abogado y su secretaria. Cuantos matrimonios de ficción ha roto las secretarias, pero ese es otro tema diferente, aquí solo hay dos personas que muy dubitativas, por diferentes motivos pero sobre todo por sus inseguridades.
Ninguno se cree suficientemente bueno para el otro, o existen tantas dificultades que se levantan barreras insalvables en lugar de tenderse puentes que les unan de forma más íntima. Matt ha estado cerca de perder su identidad secreta y ha tenido que tejer una compleja maniobra que le ha llevado a sacarse de la manga a un hermano gemelo que poco tiene que ver con su propia forma de ser.
Pero de ese modo ha capeado el temporal que iba a suponer que Franklin “Foggy” Nelson o la propia Karen destaparan su secreto. Mike Murdock no tiene por qué caer bien de forma necesaria, es la antítesis de Matt, extrovertido, creído y muy pagado de sí mismo, un puro trampantojo de actitud chulesca. Lo sorprendente es que eso pueda llegar a despertar en la chica una atracción.
La prueba de que siempre hubo algo
Karen Page terminó siendo protagonista de la mayor historia jamás contada de Daredevil, Born Again, de Frank Miller y David Mazzuchelli. La antigua secretaria había pasado a hacer carrera en el cine para terminar como un muñeco roto, de vicios incompatibles con una vida social plena, drogadicta y de baja moral, capaz de vender a su otrora amigo por una simple dosis de heroína. En estas páginas relatadas dieciocho años antes ya notamos esa personalidad díscola, variable y necesitada del cariño de un hombre. Incluso la vamos a ver salir con Foggy en una cita que no tenía porqué llegar a ninguna parte pero muestra esa petición de ayuda constante, de sentirse amparada.
La vida de fantasía que guionistas y dibujantes le dieron la llevó a poder redimirse en muchos sentidos, hasta su fallecimiento. Pero a Matt siempre le llevó por la calle de la amargura por protegerla incluso de sí mismo. Cuando tiene más claro sus sentimientos por ella termina cediendo a la razón, a tratar de dejarla al margen de su vida como Daredevil, aunque eso suponga ceder a sus deseos de compartir con ella absolutamente todo, su doble vida.
En muchos momentos de la trama pasa a ser del todo secundario enfrentarse a los enemigos del cuernecitos. Rana Saltarina, Zancudo, los extraterrestres invasores, Mister Hyde, Cobra o la revelación de la identidad del Merodeador Enmascarado son meros espectadores de la importancia que cobra la vida personal de Murdock frente a su alter ego disfrazado.
Para los que escupen sobre la tumba de Stan
Hay periodos en los que parece que se convierte en tendencia atacar la historia de alguien y con más motivo si esa persona ya no puede defenderse. Stan Lee nos dejó hace más de siete años. Se critica el método Marvel de hacer comics pero algo debió hacer bien cuando el dibujante de estos números, Gene Colan tuvo buenas palabras para él, lo denominó el guionista más dotado.
Su dibujo le dio a Daredevil la solidez necesaria para no perderse entre el tono más ligero de las aventuras, uno de los referentes más olvidados de aquellos años sesenta al que se le recuerda sobre todo por su Tumba de Drácula, junto a Marv Wolfman, pero que ya destacaba mucho antes con Namor, amén de Daredevil.
Volvemos a contar con un conjunto entretenido, que despierta interés por saber acerca de la vida de Matt, sus engaños, sus actuaciones desprendidas por dar lo mejor de sí mismo a pesar de sus limitaciones visuales, su enamoramiento que tantos desvelos le produce. Los episodios contenidos aquí, Daredevil #25 a #30, nos dejan con una situación compleja que tendrá que resolverse en el siguiente volumen de esta Biblioteca Marvel dedicada a uno de los justicieros callejeros de Nueva York más relevantes de la historia del comic, sea en La Casa de las Ideas o en cualquier otro universo editorial.
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