Rooney Mara ha demostrado ser mucho más que una promesa de Hollywood. Con cada proyecto, ha ido consolidando una carrera donde los papeles intensos, las emociones contenidas y las decisiones arriesgadas marcan su camino. Una de las películas que mejor representa ese perfil es Efectos secundarios, un thriller psicológico dirigido por Steven Soderbergh que combina suspense, manipulación y ambigüedad moral.
En esta cinta, Mara interpreta a Emily Taylor, una mujer que lucha contra una profunda depresión. Su personaje, complejo y cargado de matices, se ve atrapado en una espiral emocional y médica que pone a prueba tanto a ella como a quienes la rodean. Junto a ella, el reparto se completa con Jude Law, Catherine Zeta-Jones y Channing Tatum, en una historia donde nada es lo que parece y donde las decisiones más pequeñas pueden desencadenar consecuencias irreversibles.
Un camino construido a base de riesgos
Rooney Mara no es ajena a los papeles complicados. Desde su debut en películas independientes, supo distinguirse por su capacidad de encarnar personajes heridos, reservados, pero profundamente humanos. Su interpretación más conocida llegó con Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres (2011), donde dio vida a Lisbeth Salander, la icónica hacker creada por Stieg Larsson. Con este personaje, Mara logró una candidatura al Oscar y dejó claro que su presencia en pantalla iba a ser siempre intensa y desafiante.
Ese mismo espíritu se respira en Efectos secundarios, una película que no solo se adentra en la salud mental y los dilemas éticos de la medicina moderna, sino que se apoya en la mirada inquietante de Rooney Mara para mantener la tensión. Su interpretación no es estruendosa ni obvia, pero logra que el espectador permanezca en alerta durante todo el metraje.
Más allá del thriller: una actriz de registros infinitos
NIGHTMARE ALLEY, Rooney Mara, 2021. © Searchlight Pictures /Courtesy Everett Collection
Tras su paso por el universo de Millennium, Rooney Mara ha construido una carrera marcada por la coherencia, el riesgo y la sensibilidad. Ha trabajado con directores como David Fincher (La red social), Terrence Malick, Spike Jonze (Her), David Lowery o Todd Haynes. En Her, su papel como ex pareja de Joaquin Phoenix le valió el reconocimiento de la crítica, mientras que en Carol (2015) alcanzó una de sus cumbres interpretativas junto a Cate Blanchett, papel por el que fue nominada al Oscar.
En años recientes, Rooney Mara ha seguido apostando por historias intensas y poco convencionales. En A Ghost Story (2017), dirigida por David Lowery, bordó un papel profundamente emocional en una historia mínima sobre el duelo, donde una sola escena —ella sola comiendo una tarta en silencio— se convirtió en un símbolo de su estilo actoral: íntimo, contenido, poderoso.
En Nightmare Alley (2021), de Guillermo del Toro, compartió pantalla con Bradley Cooper, Cate Blanchett y Toni Collette en un noir oscuro donde su personaje aportaba el contrapunto ético y emocional dentro de un mundo de mentiras y ambición. Su interpretación, de nuevo, destacó por la calma tensa que suele traer a sus papeles.
Más recientemente, protagonizó Women Talking (2022), dirigida por Sarah Polley y nominada al Oscar a Mejor Película. En esta cinta coral y profundamente reflexiva, Mara interpreta a una mujer atrapada entre la fe, la tradición y la necesidad de cambio. Su trabajo, sutil y doloroso, es una pieza fundamental de un relato colectivo sobre el abuso y la libertad.
Y ya en 2023, estrenó The Sweet East, de Sean Price Williams, una sátira política ambientada en una América dividida, donde interpreta a un personaje que se mueve con extraña ligereza entre extremos ideológicos, reafirmando su capacidad para habitar historias incómodas sin perder humanidad.
Rooney Mara no se limita a los papeles oscuros o dramáticos. Su presencia en pantalla tiene algo hipnótico que permite que incluso en historias más suaves, su actuación deje una huella. Es una actriz que elige desde el riesgo, y por eso sus películas suelen tener un punto de ruptura, un giro, una incomodidad.
Comprometida dentro y fuera de la pantalla
Además de su carrera en cine, Mara mantiene un firme compromiso con causas humanitarias. Es fundadora de Uwezo, una ONG que trabaja con niños huérfanos en Kenia. Su implicación social no busca titulares, pero es constante, coherente y silenciosa, como muchos de sus papeles.
En televisión, también dejó su sello con apariciones en series como Urgencias, Ley y Orden: Unidad de Víctimas Especiales o The Cleaner, donde ya se intuía su habilidad para transformar cada escena en algo personal y reconocible.
Un futuro lleno de nombres propios (y retos mayores)
Lejos de acomodarse, Rooney Mara sigue construyendo una carrera a base de decisiones arriesgadas, proyectos personales y colaboraciones con grandes talentos. Tras Women Talking (Ellas hablan, 2022), donde compartió escena con Claire Foy, Jessie Buckley y Frances McDormand en uno de los relatos más intensos del cine reciente, Mara ya tiene en marcha varios títulos que prometen mantener su sello inconfundible.
En 2024, la hemos visto en La cocina, donde interpreta a Julia en un drama urbano de corte social que ha generado buenas reacciones (7,1 en primeras valoraciones). Pero lo más potente está por llegar.
Actualmente, se encuentra rodando The Island, un proyecto aún envuelto en misterio, y Polaris, cuya trama también se mantiene en secreto, pero ambas producciones confirman que su ritmo de trabajo sigue siendo constante y selectivo. Además, se espera que encarne a Audrey Hepburn en una esperada producción de Apple Studios que ya se encuentra en fase de preproducción. Y por si fuera poco, «Bucking Fastard» y «Joan Holbrooke» también figuran en su horizonte inmediato, ambas en etapa de posproducción.
Cada nuevo paso de Rooney Mara parece reafirmar una idea: no está aquí para gustar a todos, sino para contar historias que merecen ser contadas. Y lo sigue haciendo como solo ella sabe: desde la introspección, la emoción contenida y una extraña, hipnótica intensidad.
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