Ya se estrena Tron: Ares y toca ponerse el casco, limpiar el disco de identidad y repasar lo esencial para no perderse ni medio bit cuando volvamos a la Red. Te propongo un viaje rápido, emocionante y muy humano por lo que importa de Tron y Tron: Legacy para llegar de la mejor forma posible a la nueva entrega de esta saga de ciencia ficción.
¿Por qué este repaso es clave antes de Tron: Ares?
Vuelve un mundo donde los programas caminan, sienten y deciden… y donde los Usuarios pueden cruzar con un simple rayo digitalizador. Tron: Ares nos promete nuevas reglas, caras distintas y un concepto que ya está dando que hablar: el Código de Permanencia. Para entender qué puede implicar, conviene recordar quién fue quién, qué explotó, qué se salvó y por qué el apellido Flynn todavía pesa tanto. ¿No te pica la curiosidad?
La chispa que encendió todo: Kevin Flynn contra el MCP
En Tron (1982) de Steven Lisberger, Kevin Flynn era ese genio travieso que jugaba en dos canchas: las recreativas y la megacorporación ENCOM. Un día, el Programa de Control Maestro (MCP) decide que ya tiene suficiente poder como para controlarlo todo y… zas, digitaliza a Flynn. ¿Te imaginas abrir los ojos y estar dentro de tu propio software? El vértigo de neón, el ruido eléctrico, las motos de luz cortando el aire… Se siente casi físico, ¿verdad?
Tron (1982)
Flynn aprende a moverse en ese tablero imposible y encuentra aliados: Tron (el programa de seguridad creado por Alan Bradley) y Yori. Entre duelos de discos, reconocedores que crujen como ballenas de metal y un villano secundario inolvidable (Sark), Flynn descubre algo: como Usuario puede “tocar” el código del mundo y cambiarlo. Ese gesto, literalmente saltar hacia el haz del MCP, no es solo heroico: es la idea fundacional de Tron. El usuario no solo observa; interviene. ¿Te suena a algo que Tron: Ares podría empujar aún más?
Del mito a la herida: qué rompió Clu en la Red
Saltamos a Tron: Legacy (2010) de Joseph Kosinski. Han pasado años, Flynn es CEO de ENCOM y, obsesionado con la perfección, crea a Clu, su avatar digital. Junto a Tron, levanta una Red nueva donde surge un milagro: los ISOs, vida digital espontánea. Aquí el mundo respira distinto: menos “máquina”, más descubrimiento. Y claro, llega la fractura. Clu interpreta “perfección” como control total y purga a los ISOs. El zumbido grave de los servidores casi se vuelve un rugido: orden contra libertad.
Tron: Legacy (2010)
Flynn queda atrapado y desaparece del mundo real. Sam Flynn, su hijo, crece con un vacío y una buena dosis de rabia. Entra en la Red y se topa con Quorra, la última ISO, pura curiosidad con ojos encendidos. Juntos encuentran a Kevin, ahora un monje del silicio, y cruzan un tablero lleno de trampas. ¿Te acuerdas de cuando Rinzler deja escapar aquello de “Yo defiendo a los usuarios”? Ese escalofrío no fue casualidad: Rinzler era Tron reprogramado. Ese acto de recuerdo, de identidad, fue una grieta en el dominio de Clu.
Sacrificio, amanecer y una pregunta que persiste
El clímax de Legacy es pura poesía binaria. Kevin se reintegra con Clu para detenerlo. Explosión blanca, portal cerrado, y Sam y Quorra regresan al mundo real. Ella ve su primer amanecer; él, por fin, asume el legado que siempre evitó. Ese último plano tiene textura cálida, casi de película analógica: huele a gasolina de moto y a aire frío en la cara. ¿No te parece el punto perfecto para que Tron: Ares pregunte “¿y ahora qué?”
Qué significa todo esto para Tron: Ares
Aquí es donde conviene hilar fino. Tron: Ares de Joachim Rønning nos devuelve a ese ecosistema donde la línea entre lo digital y lo humano es cada vez más delgada. Si el Código de Permanencia promete que lo digital pueda perdurar fuera de sus 29 minutos de vida “estable”, piensa en las implicaciones: programas con una existencia sostenida en el mundo real, decisiones con consecuencias aquí fuera, ética, control, identidad… y poder. Mucho poder.
Tron: Ares
ENCOM ha cambiado de manos, el apellido Dillinger sigue rondando como una sombra larga, y el nombre Kevin Flynn no ha terminado de decir su última palabra. Que Tron: Ares recupere o no a viejos conocidos es menos importante que otra cosa: cómo recodifica las ideas de siempre. ¿Seguimos buscando la perfección? ¿O aceptamos la imperfección como parte de lo vivo? Dímelo tú: ¿qué elegirías?
Personajes clave que debes tener frescos al entrar a Tron: Ares
- Kevin Flynn: el visionario que entendió que el Usuario puede doblar el mundo… y pagó el precio por su obsesión.
- Sam Flynn: testarudo, leal, con la chispa justa para romper reglas cuando toca.
- Quorra: la última ISO; curiosidad hecha persona. Su mirada al Sol todavía resuena.
- Tron: símbolo de protección y libre albedrío; incluso reprogramado, su esencia encontró el camino de vuelta.
- Clu: la perfección convertida en tiranía. Si Tron: Ares habla de permanencia, su fantasma ideológico estará cerca.
(Tranquilo, no hace falta memorizar un glosario. Lo importante es cómo se relacionan estas piezas cuando Tron: Ares mueva el tablero).
La Red, hoy: del ruido de neón a la materia
La Red siempre fue un reflejo de nosotros: nuestras ambiciones, nuestros miedos y nuestros errores convertidos en líneas de luz. Si Legacy cuestionó la perfección, Tron: Ares parece dispuesto a probar los límites de lo que puede salir de la pantalla. ¿Un programa que cruza y permanece? Imagina la textura: piel que recuerda el frío del metal, respiración que imita el zumbido de un servidor, decisiones que ya no se pueden deshacer con un “escape”. Suena intenso, ¿no crees?
Entonces… ¿Qué esperamos de Tron: Ares?
Que coja todo esto y lo lleve un paso más allá. Que nos recuerde que lo digital no es sólo tecnología, es intención. Que un programa pueda permanecer fuera abre la puerta a preguntas muy humanas: responsabilidad, memoria, identidad. Si Tron: Ares acierta, no será por la espectacularidad, que la habrá, sino por ese pellizco en el estómago cuando un personaje decida quedarse aquí, con nosotros, y no volver a la Red. ¿Qué opinas? ¿Te gustaría que cruzaran… o mejor mantener la frontera?
Cierre con guiño (y una última chispa de neón)
Has respirado ozono de servidor, has sentido el peso de un disco en la mano y has vuelto a ver el amanecer con Quorra. Con ese equipaje emocional, Tron: Ares no es solo una secuela: es la pregunta inevitable que llega cuarenta años después de la primera chispa. ¿Estamos preparados para que lo digital permanezca? Yo ya tengo la respuesta, pero quiero la tuya.
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Tron: Ares se estrena el 10 de octubre de 2025, mientras que las otras dos entregas están disponibles en Disney plus con este enlace.




