Finaliza la nueva saga de Thanos, la última de Jim Starlin al timón, el creador del personaje firma una epopeya grandiosa que remiten a las raíces del personaje.
Thanos comenzaba su andadura hace ya más de 30 años, y sigue conservando su importancia en un universo tan poblado como es el de Marvel. Sus tendencias megalomaniacas y nihilistas han marcado una evolución que pocos personajes han experimentado, ha cambiado, ha mejorado, empeorado y ha sido recreado varias veces. Pero siempre ha sido de manos de Jim Starlin cuando ha dado sus mejores historias.
El Thanos dios de todo, ha triunfado, y su futuro está fijado, ha absorbido al Thanos de su pasado y asegurado los pasos que llevaran a su ascensión. O eso cree. Eros, Pip el troll y Adam Warlock no han dicho su última palabra. La solución del misterioso objetivo del Thanos dios se resolverá, y un plan para detenerlo será pergeñado, pero ni lo ejecutarán juntos, ni esperaran colaboración unos de otros. La nueva posición de Eros como ser fuera de la continuidad lo ha vuelto extrañamente confiado, y decide que es capaz de cambiar al Titán Loco con algo que cree que no se ha intentado, con amor. Adam Es menos emotivo, y sabe que la clave está en los sentimientos, pero no en los más positivos ni altruistas. Thanos es un monstruo, y poco saben los monstruos de hacer algo por los demás.
Jim Starlin concluye su idea sobre el Titán loco en un tomo extenso, en el que se permite recorrer la vida del personaje, modificarla un poco respecto a lo que se establecía en el tomo Origen, para dejarla como él la ideó en los 70. Pero sobre todo, vuelve a las raíces de su creación, la retoma, la recrea definitivamente, y al devuelve a los lectores pura, como lo fue antes de ser usado de forma gratuita por la editorial. Y de paso, vuelve a dar un giro a Warlock, personaje con el que siempre ha sentido afinidad, y al que le devuelve una de sus caracterizaras más emblemáticas que perdió hace muco. Pero no solo sus favoritos sufren cambios, todos los seres cósmicos, y alguno de nuevo cuño, sufren las iras de Thanos, con el consiguiente cambio, nada se libra de la prosa de Starlin y su gran imaginación.
A los lapices, Alan Davis, uno de los grandes artistas que ha dejado huella en el panorama del cómic anglosajón. Poco se puede decir de su brillante carrera y las grandes obras que nos ha dejado. Quizás este Fin del Infinito esté entre ellas, pero hace gala de su profesionalidad y gran capacidad narrativa, y nos deja un libro que se lee con claridad y soltura a pesar de los grandes textos que a veces incluye Starlin. Está en una etapa en la que busca una esencia despojada de detallismo innecesario, dejando que la acción cuente la historia, y que los personajes brillen. No necesita de fuegos de artificio para hacer su trabajo, pero cuando quiere, los usa, y se disfrutan.
El Fin del Infinito cierra un ciclo para Thanos, para Starlin, y para un mundo dentro de Marvel que siempre ha estado ocupado por el Titán Loco, el tablero donde jugó sus partidas, contra los grandes dioses cósmicos, contra Warlock, contra todos los héroes del universo, y donde ganó y perdió. Pero en esta ocasión, Thanos vence, así mismo, al tiempo, y sobre todo, a cualquier intento de desviarle de su camino como dominador de la galaxia.