No es culpa de Eleven. Ni de Hopper. Ni siquiera del Demogorgon. El problema es que a veces, por mucho que amemos algo, hay que saber cuándo dejarlo ir.
Y con el primer vistazo oficial a la temporada final de Stranger Things, muchos no han podido evitar sentirlo: la serie que definió una era en Netflix… podría haber dicho adiós hace seis años. Y quizás ahora solo esté estirando un adiós que ya no emociona como antes.
Así comenzó todo: la desaparición de Will y el nacimiento de un fenómeno
Stranger Things llegó en 2016 como un rayo en plena calma: nostalgia ochentera, aventuras juveniles, referencias a Stephen King y Spielberg, y una historia emocionante desde el primer minuto. La desaparición de Will Byers no era solo el detonante de una trama misteriosa, era el anzuelo perfecto para una generación que buscaba nuevas historias con corazón vintage.
La primera temporada funcionaba casi como una miniserie: introducción, nudo y un cierre (más o menos abierto) con sabor a clásico instantáneo. Pero el fenómeno fue tan gigantesco, que Netflix no tardó en pedir más. Y más. Y más.
El verdadero final estaba en la tercera temporada
Con el paso de los años, las cosas cambiaron. La segunda temporada no fue tan redonda. Pero la tercera… la tercera fue otra cosa.
Ahí estaban Max y Eleven compartiendo tiempo real, no solo poderes o sufrimiento. Ahí estaban Robin y Steve, una dupla brillante en medio de un centro comercial soviético, con conspiraciones, helados y amenazas del más allá.
La tercera temporada tenía todos los ingredientes de un final natural: evolución emocional, sacrificios memorables y un cierre lleno de drama y madurez. Hopper, en el que sería su momento más heroico, parecía morir salvando a Eleven. Y ella, rota, se marchaba con los Byers a empezar una nueva vida lejos de Hawkins. Más que un cliffhanger, fue un cierre poético.
¿Qué más necesitábamos?
Pero Stranger Things eligió volver… aunque ya no fuera lo mismo
Entonces llegó la cuarta temporada. Más oscura, más larga, más ambiciosa. También más irregular. La serie comenzaba a sentir el peso de su propia leyenda. Los adolescentes ya no parecían adolescentes. Las tramas se estiraban. Y los personajes volvían a puntos de partida que ya creíamos superados.
La resurrección de Hopper en Rusia, por ejemplo, fue un alivio para muchos… pero también una decisión que restaba impacto a su aparente sacrificio. Eleven volvía a ser un sujeto de pruebas, repitiendo un ciclo de trauma que ya habíamos explorado. Y entre Steve, Nancy y Jonathan, regresaba un triángulo amoroso que parecía más una obligación nostálgica que una necesidad narrativa.
Sí, hubo momentos poderosos. Eddie Munson fue uno de ellos. Pero ni el misterio de Vecna ni los flashbacks del laboratorio lograron ese equilibrio perfecto entre emoción, susto y nostalgia que sí tenía la tercera entrega.
El tráiler de la temporada final no despeja las dudas
Y ahora, en 2025, llega el último capítulo. El tráiler de la quinta temporada de Stranger Things promete acción, épica y otra amenaza colosal. Pero también deja la sensación de que estamos ante un bucle conocido: un nuevo villano, Eleven cuestionando sus poderes, Steve liderando al grupo, Max en peligro… otra vez.
Robin y otros secundarios brillantes apenas aparecen en el avance. Y el detalle más llamativo —aunque no por buenas razones— es el rejuvenecimiento digital de algunos protagonistas. Netflix ha optado por de-envejecer a los actores para que sigan pareciendo adolescentes, en un intento de que la historia encaje con el tiempo que ha pasado dentro del universo de Hawkins… aunque en la vida real hayan pasado casi diez años.
Cuando el mundo cambió, la serie también perdió su ritmo
No todo fue culpa del guion. La pandemia global detuvo producciones, alargó los huecos entre temporadas y afectó a todo el calendario de Netflix. Pero eso no cambia una realidad: el impulso emocional y cultural que tenía la serie ya no es el mismo.
En 2016, Stranger Things era la joya de una plataforma que apenas tenía un puñado de originales. Hoy, Netflix lanza tantos estrenos por semana que incluso sus series estrella luchan por mantenerse en el foco.
Y aunque millones de espectadores verán el final por respeto, por amor o por nostalgia, muchos sienten que la serie ya no tiene la chispa que la hizo mágica.
¿Qué habría pasado si se hubieran atrevido a terminarla antes?
Hay una belleza en cerrar una historia en el momento justo. Lo hizo Breaking Bad. Lo hizo The Leftovers. Lo intentó Game of Thrones, aunque no lo logró.
En el caso de Stranger Things, acabar en la temporada 3 habría sido doloroso… pero también valiente. Habría consolidado a la serie como una obra redonda, sin rellenos innecesarios ni vueltas de guion forzadas. Habríamos llorado por Hopper. Habríamos imaginado un futuro incierto para Eleven. Habríamos cerrado la puerta al Upside Down con dignidad.
Pero Netflix apostó por seguir. Y aunque eso nos ha dado grandes escenas, también nos ha dejado con la pregunta: ¿realmente hacía falta más?
El final ya está aquí… pero no será como imaginábamos
La quinta temporada pondrá punto final a la saga. Eso es un hecho. Pero también es posible que lo haga sin el impacto que muchos esperaban. Cuando todo se convierte en un producto, incluso las mejores ideas pueden diluirse.
Y es que Stranger Things fue mucho más que una serie: fue un fenómeno cultural. Pero también es un recordatorio de que incluso los fenómenos tienen fecha de caducidad.
Quizás lo más valiente que puede hacer una serie… es saber cuándo terminar.
