Star Wars lleva casi medio siglo arreglando sus propios líos, y ahora le ha tocado el turno a Kylo Ren. Sí, al hombre que se cargó un altar a martillazos en Los últimos Jedi para luego volver a pegarlo en El ascenso de Skywalker. Pues bien: ahora por fin tiene explicación dentro de la saga.
Resulta que un cómic de Marvel acaba de darle un sentido mucho más potente a esa decisión de volver a ponerse la máscara. Y, de rebote, Star Wars termina de encajar el viaje de Ben Solo en El ascenso de Skywalker de una forma mucho más coherente. Vamos a Mustafar, que aquí hay lava emocional.
Kylo Ren tenía un problema pendiente en Star Wars
Desde que vimos Star Wars: Los últimos Jedi, muchos nos quedamos con la misma sensación: Kylo rompe su casco, Snoke se burla de él, parece que por fin va a dejar de jugar a ser Darth Vader… y en la siguiente película, ¡zas!, máscara remendada y otra vez a posar dramáticamente. Molaba visualmente, sí, pero narrativamente quedaba raro, ¿no crees?
Ahí es donde entra Star Wars: Legacy of Vader, la serie de Marvel Comics escrita por Charles Soule y dibujada por Luke Ross. En su número 11, Kylo Ren se encuentra con Vanée, el sirviente de Darth Vader que ya vimos en Rogue One. Y este señor, que está obsesionado con el antiguo Lord Sith, decide que lo mejor que puede hacer es convertir a Ben en el “nuevo Vader” literal.
Del nieto de Darth Vader al intento de clon
Vanée lleva su fanatismo, bueno, su obsesión, hasta el extremo: arrastra a Kylo a las entrañas de Mustafar, lo sumerge en la lava, le planta un casco de Vader encima y pretende “recrear” al mito de Star Wars como si estuviera siguiendo una receta. Es casi un ritual de cosplay homicida, pero con magma de por medio y cero sentido de la empatía.
Darth Vader de Star Wars
La gracia está en que Kylo Ren se planta. En vez de aceptar ese papel de copia barata, le deja claro a Vanée que no necesita ser nadie más. “Ya soy todo lo que necesito ser”, viene a decirle. Ahí está el clic: Star Wars nos muestra el momento exacto en el que Ben deja de intentar ser Darth Vader 2.0 y decide ser, para bien o para mal, Kylo Ren.
Y de repente, esa máscara remendada de El ascenso de Skywalker ya no parece un simple capricho estético. No es el casco de Vader, no es el casco que Snoke humilló; es su propia armadura, marcada, rota y vuelta a forjar como su identidad.
Cómo encaja todo con El ascenso de Skywalker
Cuando arranca Star Wars: El ascenso de Skywalker, Kylo Ren está desatado. Lo vemos arrasando Mustafar, cortando enemigos como quien limpia el escritorio del ordenador: a lo bruto y sin pensar demasiado. Todo para encontrar el Sith Wayfinder que le llevará hasta Exegol y, supuestamente, eliminar a Palpatine antes de que le quite el puesto.
Con lo que ahora sabemos gracias a Legacy of Vader, ese inicio gana capas. No es solo el nieto de Anakin repartiendo mandobles; es alguien que acaba de sobrevivir a un intento de ser moldeado como copia de Vader y que ha decidido que su poder viene de sí mismo. Por eso, cuando llega a Exegol, no se arrodilla como un simple heredero obediente, sino como un líder que negocia. Incluso frente al Emperador, Kylo habla de alianzas, de controlar la Orden Final, de buscar a Rey… pero bajo sus propias condiciones.
Star Wars: Legacy of Vader
Un líder que ya no quiere ser solo una sombra
Tras ese encuentro con Palpatine, Kylo Ren vuelve a la Primera Orden con un plan y con la máscara reconstruida. Y aquí el detalle Star Wars que ahora encaja perfecto: el casco ya no es un disfraz para imitar a su abuelo, es la cara que él elige mostrar al mundo mientras decide qué tipo de monstruo, o de líder, quiere ser.
Durante el resto de la película lo vemos dominar el vínculo con Rey, perseguirla por Pasaana, Kijimi y Endor, y jugar mentalmente con ella como si tuviera todas las cartas. El Kylo de El ascenso de Skywalker es más seguro, más frío, y sí, más peligroso… pero ya no parece un adolescente enfadado intentando rellenar los zapatos de Darth Vader, sino alguien que cree de verdad en su propio camino.
El viaje de Kylo Ren hasta su redención
A partir de ahí, Star Wars pisa el acelerador. En Pasaana, Kylo la acorrala en pleno desierto y ese choque de naves con el salto de Rey queda grabado en la retina. Cuando ella lanza el rayo de la Fuerza y cree haber matado a Chewbacca, la película sube la apuesta emocional, y Kylo aprovecha ese peso de culpa para seguir presionándola.
Después, en Kijimi, la caza continúa mientras la Resistencia intenta descifrar la daga Sith. Y todo lleva al gran duelo sobre los restos de la Estrella de la Muerte en Endor: lluvia, olas gigantes, dos espadas de luz chocando mientras la galaxia se tambalea. Ahí es donde El ascenso de Skywalker termina de romper a Kylo Ren, con la llamada final de Leia y el golpe mortal que Rey le devuelve antes de curarlo.
Ese momento funciona todavía mejor si lo miras junto al cómic. Ben Solo ya ha rechazado ser el sustituto de Vader, ya ha decidido que Kylo Ren es una máscara que se pone, no una prisión en la que vivir para siempre. Por eso la conversación con el recuerdo de Han Solo encaja tan bien: no es solo culpa, es la última pieza que necesitaba para dejar del todo ese papel que otros le escribieron.
Ben Solo, el Skywalker imposible
Cuando Kylo arroja su sable al océano y se reivindica como Ben Solo, Star Wars por fin le da la vuelta completa al personaje. Ya no es el heredero del casco, ni el proyecto de Vader, ni la marioneta de Snoke o Palpatine. Es el tipo que decide ir a Exegol sin máscara, sin título y sin plan de huida, solo para ayudar a Rey.
En la batalla final, la díada en la Fuerza que forman los dos se convierte en el corazón de la película. Rey frente a Palpatine, Ben enfrentándose a los Caballeros de Ren, el intercambio de sables… Todo eso, sumado a la escena en la que él entrega literalmente su vida para devolverle la de ella, termina de sellar que su camino no es el mismo que el de su abuelo. Vader murió redimiéndose; Ben muere eligiendo ser otra cosa.
Lo que arregla Star Wars con este cambio de enfoque
Con Star Wars: Legacy of Vader, Lucasfilm hace una de esas jugadas que ya conocemos: usar series, novelas y cómics para pulir decisiones de las películas. Lo hizo con las precuelas mediante The Clone Wars, lo ha hecho con Rebels y ahora lo repite con la trilogía de secuelas. Y, sinceramente, le sienta de lujo a Kylo Ren.
Saber que alguien intentó moldearlo como un “nuevo Vader” literal, y que él lo rechazó, coloca todo El ascenso de Skywalker en otra posición. La máscara recompuesta deja de ser un simple capricho de diseño y se convierte en un símbolo de que Star Wars también va de romper con las expectativas, incluso cuando esas expectativas son “sé igual que el villano más icónico de la historia”.
Ben Solo pasa de ser “el chico que quería ser Darth Vader” a “el Skywalker que eligió no repetir la historia”, y eso encaja mucho mejor con su sacrificio final y con esa paz que vemos en su rostro antes de desaparecer en la Fuerza. Y tú, ¿Cómo lo ves? ¿Te convence este arreglo o sigues mosqueado con cómo terminó la saga?
Si te ha gustado este viaje por el lado luminoso y el lado oscuro de Star Wars, cuéntanos tu teoría en los comentarios y no olvides seguirnos en Google News para que la próxima corrección de la galaxia muy, muy lejana te pille ya suscrito.


