En 1975, Steven Spielberg cambió el cine para siempre. Lo hizo con una película sobre un tiburón blanco que azotaba un pequeño pueblo costero y que, contra todo pronóstico, se convirtió en un fenómeno global. Hoy, 50 años después, Tiburón no solo conserva su estatus de clásico, sino que vuelve a estar en boca de todos por una razón muy especial: su reestreno para conmemorar el aniversario.
La criatura que lo empezó todo
Antes de que el término “blockbuster” se asociara con explosiones y superhéroes, llegó Jaws y redefinió lo que una película comercial podía ser. Con un presupuesto de apenas 9 millones de dólares y múltiples problemas de rodaje, Spielberg logró transformar una historia de terror marino en una obra maestra del suspense.
La fórmula era simple pero eficaz: un enemigo invisible, una comunidad aterrada y un protagonista dispuesto a arriesgarlo todo. Roy Scheider interpretó al jefe de policía Martin Brody, acompañado por Richard Dreyfuss y Robert Shaw en una de las dinámicas más memorables del cine.
El resultado fue arrollador: Jaws recaudó más de 470 millones de dólares en taquilla global, cifra que ajustada a la inflación se acerca a los 2.800 millones. Además, ganó tres premios Oscar y generó un legado que aún perdura.
La opinión de Tarantino

Entre los miles de homenajes, uno de los más destacados vino del mismísimo Quentin Tarantino. El aclamado director no dudó en declarar que Jaws es “la mejor película jamás hecha”. Y lo dejó claro: “Tal vez no sea el mejor filme como obra artística, pero como película, no hay nada mejor que Tiburón. Es la cúspide del entretenimiento cinematográfico. Todo lo que vino antes de ella parece mal sincronizado a su lado.”
No es solo una declaración de admiración. Es una confirmación de que Tiburón no solo marcó a una generación de espectadores, sino también a creadores que cambiarían el cine en las décadas siguientes.
El fenómeno Tiburón: más allá del tiburón
El éxito de Tiburón no tardó en convertirse en franquicia. En los años siguientes llegaron tres secuelas: Jaws 2 (1978), Jaws 3-D (1983) y Jaws: The Revenge (1987). Aunque ninguna logró igualar la calidad ni el impacto de la original, sí consolidaron la figura del tiburón asesino como un icono cultural.
La segunda entrega, dirigida por Jeannot Szwarc, consiguió buenos números de taquilla (más de 200 millones de dólares) a pesar de las críticas mixtas. La tercera parte apostó por la moda del 3D, pero solo logró recaudar 88 millones y dejó más memes que miedo. Y la cuarta, tristemente célebre, es considerada una de las peores películas de la historia, con una puntuación del 2% en Rotten Tomatoes y críticas demoledoras. Ni siquiera la presencia de Michael Caine logró salvar Jaws: The Revenge, que recaudó apenas lo justo para cubrir su presupuesto. Aun así, cada una de estas entregas contribuyó a mantener viva la leyenda… incluso cuando parecía desfigurarse.
¿Por qué seguimos hablando de Tiburón?
Porque no es solo una película de tiburones. Es un ejemplo perfecto de cómo el cine puede construir tensión, caracterizar personajes y crear una atmósfera inolvidable con recursos limitados. La banda sonora de John Williams —con solo dos notas— es suficiente para acelerar el pulso de cualquier espectador, y el uso del fuera de campo sigue siendo estudiado en escuelas de cine.
Además, Tiburón cambió la forma de estrenar películas: fue el primer gran estreno veraniego a nivel nacional en Estados Unidos, sentando las bases de lo que hoy conocemos como temporada de blockbusters.
El regreso por su 50 aniversario
Tiburón
Ahora, con motivo de su 50º aniversario, Tiburón volverá a estar disponible en plataformas de streaming, restaurada y lista para que una nueva generación la descubra. Pero más allá del acceso digital, la noticia ha reavivado el debate sobre su legado, su influencia y su lugar en la historia del cine.
Para muchos, sigue siendo la película de terror más efectiva jamás rodada. Para otros, es el ejemplo perfecto de cómo conjugar entretenimiento, técnica y arte. Y para todos, sigue siendo una historia que no necesita efectos digitales para aterrar: solo un buen guion, una dirección brillante y un monstruo que rara vez se ve.
Un clásico eterno
Steven Spielberg no volvió para ninguna de las secuelas. Y quizás fue lo mejor. Su visión quedó intacta en la primera entrega, y su negativa a continuar con la saga es parte de lo que ha permitido que Jaws conserve ese aura especial de obra única e irrepetible. Hoy, medio siglo después, la amenaza del tiburón blanco sigue viva. No solo en el agua, sino en nuestra imaginación colectiva. Porque Jaws no es solo cine. Es historia. Es miedo. Es magia.
Y si todavía no la has visto, quizá este sea el momento perfecto para sumergirte.




