Marvel está jugando fuerte con la nostalgia, y su nueva serie de cómics Spider-Man ’94 es la prueba de que el Spidey de los 90 sigue tan vivo como cuando sonaba la intro eléctrica de la mítica serie animada. Con guion del legendario J.M. DeMatteis y dibujo de Jim Towe, la segunda entrega acaba de llegar a las tiendas en USA y continúa una historia que mezcla humor, emoción y referencias directas a la serie que marcó a toda una generación de fans.
En Spider-Man ’94 #2, Peter Parker sigue enfrentándose al caos emocional que dejó el rescate de Mary Jane Watson, aquel cliffhanger que nunca se resolvió en la serie original. Pero más allá del drama, el cómic recupera a algunos de los villanos más raros y entrañables del universo arácnido: la Legión de Perdedores, ese grupo de villanos de tercera que incluye al Grizzly, Kangaroo y El Gibbon. Sí, los mismos que en su día parecían sacados de una sitcom de supervillanos.
El regreso del Spider-Man más nostálgico
DeMatteis, que ya firmó algunos de los mejores cómics del trepamuros (La última cacería de Kraven, Spectacular Spider-Man), demuestra aquí por qué entiende como nadie el alma del personaje. En lugar de centrarse solo en la acción, el guionista recupera el tono humano y emocional que siempre definió a Peter Parker. Y lo hace mientras llena cada página de referencias a los capítulos clásicos del Spider-Man animado de Fox Kids, con un ritmo que huele a tardes de merienda frente a la tele.
De los perdedores al terror cósmico: Morlun entra en escena
Pero no todo es humor y nostalgia. El número introduce a Morlun, uno de los villanos más poderosos de la mitología moderna de Spider-Man. En esta versión, el vampírico devorador de energía vital no está conectado a los Tótems Arácnidos como en los cómics originales, sino que ha sido clonado. Y atención al giro: el propio Kaine es ahora un clon de Morlun, no de Peter.
Esa pequeña alteración en la línea temporal cambia por completo el tono del cómic, que pasa de la comedia ligera a una auténtica historia de horror superheroico. DeMatteis y Towe equilibran ambos mundos con maestría: los villanos bufones de los 90 dan paso a un enfrentamiento brutal con un Morlun más despiadado que nunca.
El arte de Jim Towe mantiene el estilo animado y colorido, pero añade una capa de dramatismo visual que recuerda a las mejores secuencias de la serie cuando Spidey se enfrentaba a sus propios demonios. Jim Campbell, en el color, aporta ese tono saturado que hace que todo parezca salido directamente de una pantalla CRT de 1995.

Peter, Mary Jane y las tías que lo saben todo
Más allá de los puñetazos y los clones, Spider-Man ’94 sigue brillando por su toque emocional. Mary Jane tiene dos conversaciones clave: una con su tía Anna y otra con la tía May, donde DeMatteis rescata uno de los detalles más recordados de su etapa clásica en los cómics: May siempre supo que Peter era Spider-Man.
Aquí, el guionista explora esa idea sin convertirla en tragedia. May no solo entiende a Peter, también lo cuestiona, y la historia aprovecha eso para plantear una pregunta que lleva décadas flotando en los cómics: ¿puede un superhéroe ser un buen ser humano cuando su vida está llena de secretos?
El resultado es un número que combina acción, reflexión y guiños para los fans veteranos, sin olvidar al público nuevo que entra buscando pura aventura animada.
Un homenaje para fans de ayer y de hoy
Spider-Man ’94 no es un simple cómic de nostalgia: es una carta de amor a todo lo que hizo grande al personaje en los 90. Desde los colores exagerados hasta los villanos de medio pelo y los dilemas existenciales de Peter, esta serie recupera esa sensación de emoción sincera que muchos sentían cuando Spidey saltaba entre los rascacielos de Manhattan al ritmo de guitarra distorsionada.
Y lo mejor es que, en lugar de quedarse atrapado en el pasado, DeMatteis está ampliando el legado de esa versión del héroe, dándole nuevas capas sin traicionar su espíritu. Es el Spider-Man que conocías, pero con un guion más maduro, un tono más ágil y un corazón tan grande como el de Peter.




