Esta serie de ciencia ficción ya no será la misma. Y no lo decimos como metáfora. Esta vez, literalmente, el dúo que imaginó un futuro retorcido con drones asesinos, redes sociales obsesivas y simulaciones digitales con alma, ya no estarán al frente de Black Mirror.
Charlie Brooker y Annabel Jones, las mentes detrás del éxito más inquietante de Netflix, acaban de abandonar la productora que fundaron juntos. ¿El resultado? La serie de ciencia ficción más influyente del siglo XXI podría enfrentarse al mayor giro de su historia.
Por si fuera poco, esta salida se produce justo cuando la serie se preparaba para una nueva temporada.
Deadline ha confirmado que Brooker y Jones ya no forman parte de Broke & Bones, la compañía que fundaron en 2020 con el respaldo de 100 millones de dólares por parte de Netflix. Y eso no solo cambia las reglas del juego para Black Mirror, también podría alterar el futuro de la serie de ciencia ficción tal y como la conocemos.
Porque cuando hablamos de Black Mirror, no hablamos de una serie de ciencia ficción más. Hablamos del espejo oscuro que ha reflejado mejor que nadie los miedos tecnológicos de toda una generación. Hablamos de episodios que se sienten más reales que la propia realidad. Y eso tiene nombre y apellidos: Charlie Brooker y Annabel Jones.
Black Mirror
Un punto y aparte que lo cambia todo
Aunque la noticia ha sido presentada como una «salida natural» tras el fin del contrato exclusivo de cinco años que tenían con Netflix, el cambio es profundo. Broke & Bones fue creada a medida para que Brooker y Jones tuvieran libertad total dentro del gigante del streaming. Y hasta ahora, cada nueva temporada de Black Mirror llevaba su sello.
Desde 2011, cuando la serie de ciencia ficción debutó en Channel 4 en el Reino Unido, hasta su salto a Netflix en 2015, Black Mirror ha sido el patio de juegos distópico de Brooker. Un lugar donde la tecnología es el monstruo y el ser humano, su cómplice. Sin su voz, sin su cinismo, sin su mirada ácida, la serie podría sobrevivir… pero no sin cambiar.
¿Habrá temporada 8 sin ellos?
Todo apunta a que sí. Netflix no ha confirmado oficialmente la renovación, pero tras el éxito de la temporada 7 y el fenómeno viral de episodios como Joan Is Awful o Beyond the Sea, parece poco probable que la plataforma deje morir a su gallina distópica de los huevos de oro.
Ahora bien, sin Brooker como principal guionista y Jones como productora ejecutiva, la gran pregunta no es si habrá más Black Mirror. La gran pregunta es: ¿qué clase de Black Mirror será?
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¿Por qué esta serie marcó a toda una generación?
Desde su primer episodio, ese inolvidable The National Anthem con un cerdo, un primer ministro y la televisión en directo, Black Mirror dejó claro que no era una serie de ciencia ficción cualquiera. Su formato antológico le permitió explorar mundos completamente distintos en cada capítulo, pero siempre con un hilo común: el reflejo oscuro del mundo real.
No eran historias de futuros lejanos. Eran extrapolaciones aterradoras del presente. Un Tinder que mide tu vida entera, una IA que revive a tus seres queridos, un implante que graba todo lo que ves… Todo eso ya está aquí, o a un par de actualizaciones.
Por eso funcionó. Porque Black Mirror no era solo entretenimiento. Era un aviso. Un recordatorio de lo fácil que es ceder nuestra privacidad, nuestra empatía y nuestro libre albedrío por un poco de confort digital.
El sello Brooker: humor negro, acidez y humanidad
Charlie Brooker nunca fue un guionista tradicional. Su trayectoria como columnista satírico y crítico de televisión marcó la esencia de la serie: una mezcla de ironía británica, análisis sociológico y ciencia ficción con los pies en la tierra.
Junto a Annabel Jones, construyó un universo donde cada capítulo era un pequeño cortometraje con identidad propia. Algunos emotivos (San Junipero), otros perturbadores (White Bear), otros proféticos (Metalhead). Pero todos compartían una sensibilidad única.
Y perder esa sensibilidad no es solo un cambio de plantilla. Es una reconfiguración total del ADN de la serie de ciencia ficción.
¿Y ahora qué harán Brooker y Jones?
Lo interesante de su salida es que ya no están atados a Netflix. Eso significa libertad creativa total. En abril, Brooker reveló que años atrás fue invitado a escribir para Doctor Who, pero lo rechazó porque “estaba ocupado”.
Ahora ya no lo está.
Con su historial, es solo cuestión de tiempo que veamos una nueva serie provocadora, una película perturbadora o incluso un regreso inesperado… ¿al propio Black Mirror?
Porque aunque hayan dejado Broke & Bones, no hay nada que impida que participen como creadores independientes si Netflix les invita de nuevo. No sería la primera vez que un creador regresa tras una pausa, y Brooker ha demostrado que siempre tiene algo nuevo que decir sobre nuestro mundo digital.
¿Tiene sentido continuar esta serie de ciencia ficción sin ellos?
La respuesta fácil sería no. Pero en televisión, las marcas a veces sobreviven a sus creadores. La duda está en sí la esencia de Black Mirror, esa mezcla de pesimismo lúcido, sátira social y horror cotidiano, puede mantenerse sin las personas que la inventaron.
Netflix puede fichar nuevos guionistas, mantener el formato y apostar por visuales impactantes… pero es difícil replicar lo intangible: el tono, la intención, la mala leche.
Eso no significa que la serie vaya a fracasar. Significa que puede convertirse en otra cosa. Tal vez más comercial. Tal vez más suave. Tal vez… irrelevante.
El futuro ya no está escrito
En el universo de Black Mirror, lo único seguro es que todo puede ir a peor. Pero en la vida real, la marcha de Brooker y Jones también puede ser una oportunidad.
Para ellos, es el momento de reinventarse. Para nosotros, de descubrir si el espejo aún nos devuelve la imagen que tememos ver. Y para Netflix, de decidir si quiere seguir rompiendo moldes… o simplemente rellenarlos.
Una cosa está clara: la mejor serie de ciencia ficción del siglo XXI acaba de cambiar para siempre. Y eso, aunque duela, también es parte del juego.




