El mutante más popular se enfrenta a su mayor enemigo en una historia que nos transporta a una de las épocas más icónicas de los X-Men. Lobezno: Corte Profundo recupera una trama olvidada de los años 80, una década que definió el futuro de la Patrulla X y del cómic de superhéroes en general.
Un viaje a la época dorada de los mutantes
Los años 80 fueron el punto álgido de la Patrulla X. Bajo la batuta de Chris Claremont y acompañado de algunos de los mejores artistas de la industria, se estableció el estándar con el que se juzga toda historia mutante. Claremont no solo guió las series principales, sino que supervisó los primeros grandes crossovers de la franquicia, cimentando tramas que aún hoy siguen influyendo en la mitología mutante.
Uno de los sellos distintivos de Claremont era su capacidad para introducir múltiples subtramas dentro de sus arcos argumentales. Estas historias se entrelazaban con futuras narrativas y daban pie a la aparición de nuevos personajes que se desarrollaban a lo largo del tiempo. Sin embargo, muchas de esas tramas quedaron inconclusas. Ahora, Marvel le ha dado la oportunidad de revisitar y completar algunas de ellas, y Lobezno: Corte Profundo es un claro ejemplo de ello.
Una historia perdida de Logan
La trama nos sitúa en plena reconstrucción de la Patrulla X tras los eventos de La Caída de los Mutantes. Con el mundo creyéndolos muertos, los X-Men se refugian en el outback australiano. En este periodo de transición, Logan se separa del grupo para atender un asunto personal, pero su regreso es casi inmediato y su ausencia nunca fue explicada… hasta ahora. Claremont nos lleva de vuelta a esa época para desvelar qué sucedió durante ese lapso de tiempo.
Lobezno es un mutante único dentro de los X-Men. Su pasado violento lo define como un guerrero letal, capaz de matar sin dudar cuando la situación lo exige. Mientras que en la serie grupal sus impulsos estaban más contenidos, en sus historias en solitario podíamos ver su faceta más salvaje.
En Corte Profundo, el mutante de las garras de adamantium espera, como cada año en su cumpleaños, el enfrentamiento con Dientes de Sable. Sin embargo, su sorpresa es mayúscula cuando descubre que el asesino que ha venido a por él no es el original, sino un clon creado por Mr. Siniestro para ser utilizado como arma dentro de su equipo de mutantes, los Merodeadores. Este descubrimiento lleva a Logan a embarcarse en una frenética cacería para acabar con el retorcido científico y su grupo de secuaces, con especial atención en Creed, su némesis de siempre.
El regreso del Lobezno más salvaje
Marvel ha brindado a Claremont varias oportunidades para recuperar sus viejas historias, y aunque no todas han sido sobresalientes, sí han sido, como mínimo, entretenidas. En este caso, ver al Lobezno más feroz, aún gobernado por sus instintos primarios, es un deleite para los lectores veteranos y una revelación para los nuevos.
Si bien la historia no es excesivamente compleja, cumple con un propósito claro: responder preguntas que los lectores de la época pudieron haberse hecho y, de paso, ofrecer un par de enfrentamientos memorables. Eso sí, el estilo narrativo de Claremont, con su característico uso de cuadros de texto y voz en off, puede sentirse algo anticuado para quienes están más acostumbrados a las narrativas más ágiles y visuales de los cómics actuales.
El arte de Edgar Salazar
El dibujante Edgar Salazar, quien ya ha trabajado junto a Claremont en otras entregas de este revival mutante, ofrece un trabajo sólido. Su trazo es claro y definido, con una narrativa fluida que pone siempre el guion en primer plano. Su mayor acierto radica en la representación de las secuencias de combate, donde logra plasmar viñetas de acción bastante dinámicas y con impacto.
Nostalgia bien ejecutada
Lobezno: Corte Profundo es un pequeño regalo dentro de las series que revisitan el pasado de Marvel. Para los nuevos lectores, es una excelente oportunidad para sumergirse en una era icónica con un estilo visual más moderno; para los veteranos, es un viaje nostálgico que recupera la esencia del cómic mutante de los 80. Sin reinventar la rueda, Claremont nos recuerda por qué sigue siendo el arquitecto definitivo de los X-Men.
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