El Festival de Venecia ha sido testigo de un momento muy esperado: el estreno de Frankenstein de Guillermo del Toro. Sí, el cineasta mexicano que nos regaló El laberinto del fauno (2006) y La forma del agua por fin ha cumplido su sueño de llevar al cine la obra maestra de Mary Shelley. Y como era de esperar, las primeras reacciones recogidas por CB, no han tardado en aparecer… y vienen cargaditas de entusiasmo, emoción y también de debate.
La pregunta es inevitable: ¿ha conseguido Del Toro reinventar Frankenstein para una nueva generación de espectadores o su pasión por el proyecto le ha jugado en contra? Lo cierto es que las primeras voces desde Venecia dibujan un panorama tan fascinante como dividido. Y eso, sinceramente, hace que la expectación suba todavía más.
Frankenstein es un sueño largamente acariciado
Del Toro llevaba años obsesionado con Frankenstein. Para él no se trataba de rodar una simple película de terror, sino de rendir homenaje a una de las historias más influyentes de la literatura universal. Su versión apuesta por ser fiel al espíritu del libro, explorando no solo el mito del monstruo, sino la tragedia y la reflexión filosófica sobre lo que significa ser humano.
Frankenstein de Guillermo del Toro
El crítico David Rooney, de The Hollywood Reporter, lo describe como una mezcla de «tragedia, romance y filosofía» con imágenes que cortan la respiración. Y si alguien sabe de criaturas bellas y aterradoras, ese es Del Toro.
Un festín visual marca de la casa
Los que ya la han visto coinciden en algo: visualmente es un espectáculo. Con la fotografía de Dan Laustsen, el diseño de producción de Tamara Deverell y los trajes de Kate Hawley, Frankenstein es puro deleite para los ojos. Todo rezuma detalle: desde los campos de batalla donde Victor busca cuerpos hasta las lúgubres calles de Edimburgo llenas de barro y horcas públicas.
Steve Pond, de The Wrap, la define como «monstruosamente emotiva» y celebra que las dos horas y media de metraje sirvan para recrear cada matiz de la novela original. Lejos de precipitarse hacia el famoso «¡Está vivo!», Del Toro se recrea en la construcción del mundo y en el drama humano.
Jacob Elordi, la gran revelación
Pero si hay un nombre que está sonando con fuerza es el de Jacob Elordi. El actor de Euphoria y Saltburn se mete en la piel de la criatura y, según la mayoría de críticos, ofrece la interpretación más conmovedora de su carrera.
Jacob Elordi (imagen cordonpress)
Ryan Lattanzio, de IndieWire, lo define como «el alma de la película», alguien capaz de transformar al monstruo en un ser con voz propia, lleno de humanidad y dolor. Nada de gruñidos sin sentido: este Frankenstein habla, siente y nos mira como si nos devolviera un espejo de nuestras miserias.
Luces y sombras en la crítica
No todas las opiniones son tan entusiastas. Geoffrey Macnab, de The Independent, reprocha al director sus cambios de tono, saltando de la melancolía romántica al gore más sangriento, y acusa a la película de priorizar la poesía sobre el terror. Aun así, aplaude su factura técnica y el esfuerzo del reparto, que incluye a Christoph Waltz como el misterioso benefactor de Victor, además de Oscar Isaac y Mia Goth.
Más duro ha sido Peter Debruge, de Variety, quien considera que Del Toro «ha cocinado demasiado» su proyecto soñado. En su opinión, la estética parece más cercana a una producción televisiva de Netflix que a un gran espectáculo de cine. Eso sí, concede que la banda sonora de Alexandre Desplat aporta un toque grandioso.
El mito eterno de Frankenstein
Quizá la clave de tanto debate esté en la propia naturaleza del mito. Frankenstein fascina porque no es solo una historia de terror: es un espejo deformado de nuestra humanidad. ¿Quién es el verdadero monstruo: la criatura abandonada o el científico que desafía los límites de la naturaleza?
Desde su publicación en 1818, la novela de Mary Shelley ha sido reinterpretada de mil formas: películas clásicas, versiones cómicas, musicales y hasta parodias en dibujos animados. Pero siempre vuelve a nosotros, como una advertencia eterna sobre los peligros de la ambición desmedida y la soledad.
Guillermo del Toro, con su sensibilidad para lo monstruoso y lo poético, parecía destinado a darle una nueva vida en la gran pantalla. Y aunque algunos críticos no se ponen de acuerdo sobre el resultado, lo cierto es que la expectación está disparada.
Lo que viene ahora
Tras su paso por Venecia, Frankenstein se estrenará en cines el 17 de octubre y llegará a Netflix el 7 de noviembre. Una jugada poco común para una producción de streaming, pero que confirma la apuesta de la plataforma por un estreno híbrido que le dé mayor prestigio.
Con un reparto de lujo, un director en estado de gracia y un mito inmortal como punto de partida, está claro que hablaremos mucho de Frankenstein en los próximos meses. Ya sea para alabarlo o para discutir sus excesos, Del Toro ha conseguido lo que más le gusta: que su criatura cobre vida propia y despierte pasiones.
Conclusión: ¿monstruo o milagro?
Las primeras reacciones dejan claro que Frankenstein no va a pasar desapercibido. Unos la ven como una obra maestra romántica y filosófica; otros, como un proyecto irregular que se pierde en sus propias ambiciones. Pero nadie queda indiferente.
Y tal vez ahí esté la magia. Porque, al final, el monstruo de Shelley nunca fue un simple villano de cicatrices y tornillos: fue una criatura que nos obliga a mirarnos en el espejo. Y Guillermo del Toro lo sabe bien. Con su Frankenstein, ha vuelto a recordarnos que los monstruos, en el fondo, somos nosotros.
