Wicked: Parte II llega envuelta en ese murmullo que solo generan las grandes producciones que pretenden tocar el corazón del público… y llegar vivas a la mítica conversación de “¿ha estado a la altura?”. En ese contexto nace esta segunda entrega, dirigida por Jon M. Chu, que regresa tras el éxito de la primera película para cerrar la historia con la mayor ambición posible.
El listón estaba muy alto. La primera parte funcionó gracias a su casting tan mediático como potente, con Ariana Grande y Cynthia Erivo convertidas en el corazón emocional del proyecto. Su química dentro y fuera de cámara se convirtió en combustible para una película que convenció a crítica y público. Así que ahora, con Wicked: Parte II, había dudas razonables: ¿lograría mantener el mismo nivel? ¿O sería de esas secuelas que intentan correr demasiado deprisa?
La química entre Ariana Grande y Cynthia Erivo se dispara en Wicked: Parte II
Si algo tenían claro los fans del musical original y los espectadores que descubrieron este universo en la gran pantalla, es que buena parte del encanto residía en la conexión entre Glinda y Elphaba. Y aquí, en Wicked: Parte II, esa química se siente incluso más intensa, más madura, más cargada de historia compartida. La primera película se centraba en sus años de formación: del rechazo inicial entre las dos jóvenes al inevitable vínculo que ambas acaban forjando. Ahora, en cambio, nos encontramos a dos mujeres separadas por el destino, cada una atrapada en un rol que jamás imaginaron.
El personaje de Glinda crece de forma significativa. Ariana Grande se siente más cómoda, más sólida, más “de escenario” que nunca. Sus raíces en Broadway salen a relucir, y la actriz encuentra momentos que rozan lo espectacular. Eso sí, hay que admitir que algunos números musicales sobre sus dudas internas parecen repetirse demasiado. ¿Cuántas veces puede Glinda lamentar que tiene todo lo que quería y aun así sentirse vacía? ¿Qué opinas tú? Incluso así, su evolución se siente más orgánica que en la primera parte, y el final del personaje se percibe mucho más redondo.
Uno de los puntos polémicos dentro de Wicked: Parte II es la inclusión de canciones nuevas que no estaban en el musical original. “The Girl in the Bubble”, interpretada por Grande, es una de esas incorporaciones que generan división: algunos creen que suma, otros que sobra. Y, siendo sinceros, tiene un aire a “añadido para justificar algo” que quizá no necesitaba estar ahí. Aun así, la interpretación de Grande levanta incluso los momentos menos inspirados. Es lo que tiene contar con una artista de ese calibre.
Elphaba brilla… pero su final no convence tanto
Cynthia Erivo vuelve a demostrar que está a otro nivel. Y no es exageración. Si la primera película cerró con su arrolladora versión de “Defying Gravity”, aquí la actriz se enfrenta a nuevos desafíos vocales, especialmente con “No Good Deed”, que muchos críticos ya consideran el mejor número de Wicked: Parte II. Es el tipo de interpretación que te deja clavado en la butaca, como si no pudieras pestañear por miedo a perderte un matiz.
El problema llega cuando la narrativa intenta dar cierre al viaje de Elphaba. No por Erivo, que está magnífica, sino porque el propio guion hereda decisiones discutibles del musical original. Su conflicto como defensora de los oprimidos, su lucha contra la injusticia y su sacrificio final… todo termina con un aire menos contundente de lo esperado. Y es una pena, porque el personaje merecía una despedida más impactante.
Y luego está el asunto de su relación con Fiyero. Aquí es donde Wicked: Parte II tropieza de forma notable. Jonathan Bailey es un actor fantástico, pero su química con Erivo simplemente no aparece. Es como ver dos líneas narrativas que nunca llegan a encontrarse realmente. El romance se siente frío, desdibujado, casi como si una parte vital de la historia estuviera sucediendo fuera de cámara. No ayuda que el director haya rebajado la carga sensual de “As Long As You’re Mine” para hacerla “más familiar”. ¿Resultado? Una escena que debería arder… y apenas chispea.
Wicked: Parte II
El papel de Fiyero y cómo afecta al final de Wicked: Parte II
La falta de química entre Bailey y Erivo termina provocando un efecto dominó difícil de ignorar. Cuando llega el desenlace de Elphaba, la emoción no cuaja del todo. No es culpa de los actores ni tampoco del equipo de guion, que en realidad se mantiene fiel al musical original. Es más bien que el viaje emocional de esa relación no está lo suficientemente alimentado para que el final resulte demoledor.
Y es curioso, porque cuando comparas la relación de Elphaba con Fiyero con la que mantiene con Glinda, la diferencia es abismal. Ariana Grande y Cynthia Erivo transmiten una conexión tan fuerte, tan sincera, que a veces parece que la verdadera historia de amor de Wicked: Parte II es la que solo existe en esa amistad tan compleja y tan profundamente humana.
Un reparto secundario que cumple con creces
Donde sí acierta de pleno Wicked: Parte II es en su reparto secundario. Uno de los grandes temores al adaptar obras tan queridas es perder la esencia de personajes que, aunque no sean protagonistas, son piezas fundamentales del mundo. Aquí no ocurre. Las interpretaciones funcionan, los momentos clave están bien ejecutados y se respira un respeto genuino por el material original.
La película también se apoya en una puesta en escena espectacular, algo que ya era marca de la primera parte. Jon M. Chu sabe filmar musicales, eso está claro, y su estilo visual se siente más ambicioso que nunca. Hay una confianza palpable en cada número, como si el director supiera que está cerrando una historia que ha acompañado a varias generaciones.
Wicked: Parte II reventará la taquilla en su estreno
Wicked: Parte II emociona, aunque no lo borda todo
Wicked: Parte II es un cierre emocionante, imperfecto, visualmente poderoso y lleno de grandes interpretaciones. No logra superar a la primera películ, eso sería pedir demasiado, pero sí ofrece momentos de verdadera magia que justifican el regreso a Oz.
Y oye, si al final sales del cine tarareando alguna canción… tranquilo. A todos nos pasa.
