Thor lleva más de una década salvando el universo en el UCM… y aun así seguimos sin haber visto todo su potencial. Con Avengers: Doomsday y Secret Wars en el horizonte, muchos fans miran al Dios del Trueno con una pregunta clara: ¿y si Marvel todavía se guarda algunos de sus poderes más bestias?
En los cómics, Thor no es solo “el del martillo y los rayos”. Su repertorio es tan exagerado que, comparado con él, varios Vengadores juegan en ligas menores. Y lo curioso es que muchas de esas habilidades nunca han aparecido en el UCM. Repasamos las más importantes… y por qué podrían encajar perfectamente en la próxima gran saga.
Thor puede teletransportarse… pero el UCM aún no lo ha mostrado
En el Universo Cinematográfico Marvel, Thor sí ha demostrado la capacidad de viajar entre mundos sin Heimdall, pero no como poder propio, sino a través de Stormbreaker. Desde Avengers: Infinity War, el hacha forjada en Nidavellir permite a Thor invocar y abrir el Bifrost directamente, funcionando como una llave dimensional que le permite desplazarse a enormes distancias.
Sin embargo, esto no equivale a teletransporte directo, sino al uso del Bifrost como puente cósmico, canalizado por un arma extraordinaria. El poder sigue dependiendo de un artefacto externo.
En los cómics, la situación es distinta. La primera vez que se muestra a Thor abriendo portales por sí mismo, sin depender del Bifrost tradicional, ocurre en The Ultimates #1 (2002), obra de Mark Millar y Bryan Hitch. En esta continuidad alternativa, Thor utiliza magia rúnica combinada con el poder de Mjolnir para rasgar el espacio y crear portales, permitiéndole desplazarse instantáneamente a grandes distancias e incluso entre realidades.
Este poder no se presenta como una habilidad cotidiana, sino como una manifestación avanzada de su dominio místico y dimensional. A lo largo del Universo Ultimate, Thor recurre a esta capacidad de forma puntual, dejando claro que no necesita intermediarios ni puentes establecidos para viajar por el cosmos.
La diferencia entre ambas versiones es clave: en el cine, Thor depende de Stormbreaker para activar el Bifrost; en los cómics, ha llegado a abrir portales por voluntad propia.
De cara a Avengers: Doomsday, esta evolución encajaría de forma natural si Marvel decide elevar a Thor a un nivel más cercano al de sus contrapartidas del papel, especialmente frente a amenazas multiversales como Doctor Doom.

Su velocidad está muy por encima de lo que hemos visto
En el Universo Cinematográfico Marvel, Thor suele representarse como una fuerza imparable basada en la potencia bruta, pero su velocidad nunca ha sido realmente protagonista. En los cómics, sin embargo, Thor posee reflejos y velocidad de desplazamiento a niveles claramente sobrehumanos, muy por encima de lo que hemos visto en pantalla.
Una de las primeras referencias explícitas a esta capacidad aparece en Journey Into Mystery #88 (1963), donde Thor es descrito como capaz de reaccionar y moverse a velocidades imposibles para cualquier humano, esquivando ataques en fracciones de segundo. Con el paso de los años, esta cualidad se ha reforzado hasta situarlo en la máxima categoría de velocidad dentro de la escala de Marvel, equiparándolo en términos de desplazamiento y reacción a otros personajes de élite.
En varias etapas posteriores, Thor ha demostrado poder alcanzar velocidades supersónicas, tanto en combate cuerpo a cuerpo como en desplazamientos cortos, especialmente cuando canaliza energía a través de Mjolnir o Stormbreaker. No se trata de “correr” como un velocista puro, sino de impulsarse mediante fuerza divina, lo que le permite cerrar distancias de forma casi instantánea y golpear antes de que el enemigo pueda reaccionar.
El motivo por el que esta faceta apenas se ha explotado en el UCM parece claro: durante un tiempo, Marvel ya contaba con un velocista dedicado, y mostrar a Thor a ese nivel habría desdibujado su papel dentro del equipo. Sin embargo, con ese hueco narrativo vacío desde hace años, la supervelocidad de Thor ya no competiría con nadie, sino que reforzaría su estatus como dios completo, no solo como tanque del grupo.
En un evento como Avengers: Doomsday, donde cada segundo cuenta y las amenazas atacan en múltiples frentes, ver a Thor moviéndose y reaccionando a velocidades divinas no solo sería fiel al material original, sino también una evolución lógica del personaje. Porque cuando incluso los rayos no son lo más rápido en el campo de batalla… es que Thor ha decidido dejar de contenerse.

Invisibilidad e intangibilidad: el Thor más inesperado
No es precisamente el primer poder que asociamos con el Dios del Trueno, pero Thor sí ha demostrado en los cómics la capacidad de volverse invisible e incluso intangible en situaciones muy concretas. Se trata de habilidades poco habituales en su repertorio, ligadas a magia asgardiana avanzada y al uso estratégico de su poder divino, no a una vocación natural por el sigilo.
Las primeras manifestaciones clásicas de este poder pueden rastrearse hasta Journey Into Mystery #109 (1964), donde Thor oculta su presencia física mediante energías místicas, volviéndose invisible para sorprender a sus enemigos. En historias posteriores, esta invisibilidad se amplía ocasionalmente con formas limitadas de intangibilidad, permitiéndole atravesar barreras físicas o evitar ataques durante breves instantes.
Pero lo más revelador —y reciente— llega en The Ultimates #11 (2025), guionizado por Deniz Camp y dibujado por Juan Frigeri. En este número, Thor utiliza una capa de invisibilidad para infiltrarse en Asgard junto a Sif, en un contexto extremo: el reino está bajo el control de Loki, convertido en Padre de Todo en el Universo Ultimate (Tierra-6160), y cualquier enfrentamiento directo supondría su captura o ejecución inmediata.
Este momento es clave porque subraya un cambio radical en la forma de actuar de Thor. No recurre a la invisibilidad por cobardía ni conveniencia, sino porque la fuerza bruta ya no es una opción viable. El propio cómic deja claro que Thor detesta esconderse: su naturaleza es anunciar su llegada con truenos y relámpagos, no moverse como un espía. Sin embargo, la situación le obliga a priorizar inteligencia y sigilo sobre poder absoluto.
Este uso moderno del poder redefine a Thor no solo como guerrero o dios, sino como estratega, dispuesto a romper incluso sus propios códigos si el destino de Asgard lo exige. Y precisamente por eso, su posible traslado al Universo Cinematográfico Marvel tendría un impacto enorme. En un escenario donde magia avanzada, tecnología extrema y amenazas multiversales conviven —como el que se perfila en Avengers: Doomsday—, ver a Thor recurriendo a la invisibilidad o a la intangibilidad no sería un truco barato, sino una señal de que la situación ha superado todos los límites conocidos.
Porque cuando Thor deja de anunciarse con rayos… es que incluso un dios ha entendido que la guerra se gana antes de empezar.

Los cinturones que podrían convertirlo en una fuerza imparable
El Universo Cinematográfico Marvel ha hecho múltiples referencias a reliquias asgardianas, pero nunca ha mostrado en acción uno de los artefactos más icónicos del arsenal de Thor: Megingjörð, el legendario Cinturón de la Fuerza. En los cómics, este objeto aparece por primera vez en Journey Into Mystery #86 (1962) y forma parte del equipo clásico del Dios del Trueno junto a Mjolnir y los guanteletes de hierro.
Megingjörð duplica la fuerza física y la resistencia de Thor, llevándolo a un nivel prácticamente desmedido incluso para estándares asgardianos. No obstante, el poder tiene un precio: tras su uso prolongado, Thor queda severamente debilitado, lo que convierte al cinturón en un recurso extremo, reservado para situaciones límite. Este equilibrio entre poder absoluto y coste físico encajaría perfectamente con el tono dramático que Marvel ha explorado en sus últimos grandes eventos.
A este artefacto clásico se suma Yolgjörd, una incorporación mucho más reciente al canon de los cómics. Este cinturón nace cuando Thor transmuta parte del poder de Zeus, creando un objeto que no solo amplifica su fuerza, sino que lo vuelve resistente —e incluso inmune en ciertos contextos— a la magia. Yolgjörd representa una evolución del personaje, mostrando a Thor no solo como heredero del poder asgardiano, sino como un dios capaz de crear sus propias reliquias divinas.
En un escenario como el que plantea Avengers: Doomsday, donde los antagonistas combinan ciencia avanzada, hechicería y poder cósmico, la introducción de cualquiera de estos cinturones supondría un auténtico cambio de reglas. No convertirían a Thor en invencible, pero sí lo elevarían a un plano en el que muy pocos enemigos podrían enfrentarse a él en igualdad de condiciones.
Porque cuando Thor necesita algo más que el martillo… es que el universo está realmente en peligro.

Manipular el magnetismo… como si fuera Magneto
Aunque rara vez se menciona entre sus habilidades más conocidas, Thor sí ha demostrado en los cómics la capacidad de manipular campos magnéticos, una facultad derivada principalmente de la naturaleza mística y metálica del uru con el que está forjado Mjolnir. Este poder aparece de forma temprana en su historia editorial y está ligado a su control sobre fuerzas fundamentales de la naturaleza.
Una de las primeras demostraciones claras se encuentra en Journey Into Mystery #113 (1965), donde Thor utiliza Mjolnir para interferir y desviar campos magnéticos, neutralizando defensas energéticas basadas en este principio. En enfrentamientos posteriores, el personaje ha sido capaz de magnetizar objetos a grandes distancias, atraer o repeler estructuras metálicas y canalizar la energía electromagnética del entorno a través de su martillo.
En historias más avanzadas, Thor llega incluso a aprovechar el campo magnético terrestre, utilizándolo como conducto para amplificar ataques o romper barreras que no ceden ante la fuerza física convencional. No se trata de un control tan preciso o constante como el de Magneto, pero sí lo suficientemente poderoso como para convertirlo en un recurso devastador cuando la situación lo requiere.
Precisamente por eso, esta habilidad suele reservarse para momentos excepcionales, cuando el conflicto exige algo más que rayos y fuerza bruta. En un evento coral como Avengers: Doomsday, donde múltiples amenazas actúan al mismo tiempo y la tecnología avanzada juega un papel clave, ver a Thor recurriendo al magnetismo sería una forma elegante de recordar que su dominio no se limita al clima, sino que abarca fuerzas fundamentales del propio planeta.
Porque cuando Thor empieza a manipular aquello que mantiene unido al mundo… es que la batalla ha alcanzado otro nivel.

Control mental y manipulación de recuerdos
Además de poseer una mente extraordinariamente resistente a la manipulación psíquica, Thor ha demostrado en los cómics la capacidad de influir directamente en la mente de otros, una faceta mucho menos conocida pero plenamente canónica. No se trata de telepatía al estilo mutante, sino de poder divino canalizado a través de Mjolnir y de la magia asgardiana.
Una de las primeras muestras claras de este poder aparece en Journey Into Mystery #103 (1964), donde Thor utiliza Mjolnir para inducir el sueño profundo en varios enemigos, dejándolos inconscientes sin causarles daño físico. Este efecto hipnótico del martillo se convertiría en un recurso recurrente durante las primeras etapas del personaje.
Más adelante, en distintas historias de Thor y The Mighty Thor, se muestra que Thor puede alterar o borrar recuerdos de forma limitada, especialmente cuando estos están vinculados a hechizos, maldiciones o conocimiento prohibido. En estos casos, Mjolnir actúa como un canalizador de energía mística, permitiendo a Thor intervenir en la mente ajena sin necesidad de contacto prolongado ni control permanente.
Es importante subrayar que este poder no convierte a Thor en un controlador mental sistemático. Su uso está ligado a situaciones extremas, dilemas morales o la necesidad de evitar catástrofes mayores. Precisamente por eso resulta tan inquietante: cuando Thor recurre a él, suele ser porque no existe otra alternativa aceptable.
En el contexto del Universo Cinematográfico Marvel, donde la identidad, la memoria y el libre albedrío se han convertido en ejes narrativos clave —especialmente tras WandaVision y Loki—, la introducción de esta habilidad tendría implicaciones dramáticas enormes. No solo ampliaría el perfil divino de Thor, sino que abriría un debate ético incómodo: ¿hasta qué punto un dios tiene derecho a decidir qué debe recordar alguien?
Una pregunta que, sin duda, dividiría al fandom tanto como cualquier gran batalla multiversal.
Avengers Vs X-Men: VS #4.
El poder más devastador: controlar la propia Tierra
En el cine, Thor ha sido presentado casi exclusivamente como el dios del trueno y el rayo, con dominio absoluto sobre tormentas y fenómenos atmosféricos. Sin embargo, en los cómics de Marvel, su poder va mucho más allá del cielo. Thor también ha llegado a manipular los propios elementos de la Tierra, convirtiéndose en una fuerza geológica imparable.
La primera manifestación clara de este poder aparece tras la ruptura del ciclo del Ragnarok, durante la etapa escrita por J. Michael Straczynski, concretamente en Thor #1 (2007). En esta etapa, Thor demuestra la capacidad de reconfigurar la materia terrestre, levantar masas de tierra, abrir grietas colosales y provocar terremotos mediante su conexión directa con las fuerzas primordiales del planeta.
A diferencia de otros héroes, Thor no “controla” la Tierra como un elemento aislado, sino que impone su voluntad divina sobre los cimientos del mundo, tratándolo como una extensión natural de su poder. Esto le permite tanto destruir —creando fallas, hundimientos o seísmos— como reconstruir, levantando estructuras o restaurando terrenos devastados tras grandes batallas.
Lo más relevante es que este poder no tiene equivalente directo en el UCM actual. Ningún otro héroe combina fuerza cósmica, autoridad divina y control geológico a esta escala. Su introducción en pantalla alteraría por completo el equilibrio de poder, situando a Thor en un plano cercano al de las entidades más temidas del multiverso.
En un evento como Avengers: Doomsday, donde la amenaza
no solo es cósmica sino existencial, el control de
la Tierra convertiría a Thor en algo más que un Vengador:
en un dios capaz de decidir el destino físico del propio
planeta.
Y cuando Thor deja de lanzar rayos… para empezar a mover el mundo bajo los pies de sus enemigos, es que el apocalipsis está realmente cerca.

Volar sin Mjolnir: cuando Thor ordena al propio cielo elevarlo
Durante décadas, la capacidad de Thor para volar ha estado inseparablemente ligada a Mjolnir. En los cómics clásicos —y también en el cine— Thor no vuela en sentido estricto: es arrastrado por el martillo, que al girar genera la fuerza necesaria para impulsarlo y marcar la dirección del trayecto. El propio Thor ha reconocido en varias ocasiones que ese siempre ha sido su método preferido.
Sin embargo, la etapa moderna del personaje ha introducido una revelación clave que redefine por completo este poder. En The Immortal Thor #16 (2025), Marvel muestra que Thor puede volar incluso cuando es incapaz de invocar a Mjolnir. En una situación de riesgo extremo, el Dios del Trueno ordena al viento que lo eleve, invocando la mayor de las tormentas para impulsarse hasta lo alto del cielo.
Este momento no es un simple recurso visual. En el propio cómic, Thor es consciente de que está haciendo algo distinto: no está utilizando un arma, ni un canalizador externo, sino ejerciendo autoridad directa sobre el cielo. Thor no “aprende” a volar; manda al viento que lo sostenga, demostrando que su vínculo con los elementos atmosféricos va mucho más allá de lanzar rayos.
El contexto refuerza la importancia del poder. Thor se eleva para sacar a un enemigo del entorno urbano, alejándolo de los civiles y minimizando daños colaterales. Es decir, no se trata de una demostración de ego, sino de control absoluto bajo presión, algo que solo un dios plenamente consciente de su papel puede lograr.
El propio Thor admite que sigue prefiriendo volar con Mjolnir, no porque sea imprescindible, sino porque es la forma en la que ha combatido durante siglos. Pero The Immortal Thor deja claro que ya no lo necesita. El martillo es una herramienta; el poder siempre estuvo en él.
Este desarrollo encaja con el enfoque de la serie, que ha mostrado a Thor hablando con un rayo, sanando heridas imposibles y reinterpretando sus habilidades como expresiones directas de su divinidad. En palabras del propio personaje, su poder ya no consiste solo en controlar la tormenta, sino en dar órdenes al cielo.
La comparación con Tormenta resulta inevitable. Tras años marcando diferencias entre ambos personajes, Marvel plantea aquí un paralelismo claro: Thor no manipula el clima como un mutante, sino que ejerce soberanía sobre él, como una deidad que reclama su dominio natural.
Con Odín fuera de escena —al menos por ahora—, The Immortal Thor deja claro que el Dios del Trueno está alcanzando un nivel que redefine sus límites clásicos. Y si este poder llegara algún día al Universo Cinematográfico Marvel, no sería un simple “upgrade”, sino una señal inequívoca de que Thor ha dejado atrás incluso sus propias leyendas.

¿Veremos por fin a este Thor en Avengers: Doomsday?
Con el regreso de héroes clásicos, amenazas de nivel multiversal y la necesidad de subir la apuesta, Avengers: Doomsday parece el momento perfecto para mostrar una versión más completa y aterradora de Thor. No se trata solo de nostalgia, sino de justicia con un personaje que, en los cómics, está entre los seres más poderosos de Marvel… y que en el cine aún no ha enseñado todas sus cartas.
¿Crees que Marvel se atreverá a liberar todo el potencial de Thor o seguirá conteniéndolo para no romper el equilibrio del UCM? Cuéntanos qué poder te gustaría ver por fin en pantalla y síguenos en Google News para no perderte ninguna novedad de Avengers: Doomsday y el futuro de Marvel.


