Algo está muy mal en esta casa. Y no es solo que Abraham Van Helsing se haya retirado a una granja con su esposa enferma y sus dos hijos. Es que nadie quiere hablar de lo que ocurrió con Drácula. Ni siquiera Abraham. Pero el pasado no se entierra tan fácilmente. Y en esta película de vampiros, ni los cazadores de las criaturas de la noche se libran del trauma.
La película de vampiros Abraham’s Boys: A Dracula Story llega a los cines el 11 de julio y no es una secuela cualquiera. Es la versión más íntima, tensa y emocional del universo de Bram Stoker. Un giro total al personaje de Van Helsing, que aquí ya no es el héroe que empuña estacas con seguridad, sino un padre roto, obsesivo, que arrastra consigo un legado de muerte y algo mucho peor.
Una película de vampiros y trauma heredado
Basada en un escalofriante relato corto de Joe Hill (sí, el hijo de Stephen King), la película nos presenta a un Abraham Van Helsing muy distinto al clásico cazador de monstruos. Interpretado con intensidad por Titus Welliver (Bosch: Legacy), este Van Helsing vive en Estados Unidos, aislado, con la mirada siempre alerta y una sola idea en la cabeza: mantener a su familia a salvo del mal, aunque eso signifique convertirse él mismo en otra clase de monstruo.
La película de vampiros arranca años después de los eventos de Drácula. Pero lejos de dejar atrás aquella lucha, Abraham vive con un trastorno de estrés postraumático que amenaza con arrasar su entorno. Como él mismo dice: «He visto demasiado, he hecho demasiado, y ese mal… nos ha seguido».
Mina, la herida que nunca cerró
A su lado, Jocelin Donahue interpreta a Mina, una mujer rota desde dentro. No solo por lo que vivió con Drácula, sino por lo que ha venido después: el aislamiento, una misteriosa infección de sangre y la incapacidad de comunicarse incluso con sus hijos. «Mina está completamente sola emocionalmente”», cuenta Donahue. «Está atrapada en una niebla de dolor físico y psicológico, sin saber si llegará a salir de ella».
Y eso es quizás lo más perturbador de la película: que el verdadero horror no está en los colmillos ni en la sangre, sino en cómo una familia se va desmoronando sin que nadie lo diga en voz alta.
Abraham’s Boys: A Dracula Story
El hijo mayor, el nuevo cazador… ¿o su próxima víctima?
El papel más complejo de esta película de vampiros lo interpreta Brady Hepner como Max, el hijo mayor de Van Helsing. Atrapado entre la obediencia ciega al padre y la creciente sospecha de que algo no cuadra, Max representa esa lucha interna tan potente: ¿creer en lo que te han enseñado o construir tu propio juicio?
«El padre le ha enseñado que el mal acecha en cada rincón», dice Brady Hepner a TD. «Pero empieza a ver que quizás el verdadero peligro está dentro de casa».
A medida que Abraham se vuelve más errático, más violento, más paranoico, Max debe tomar una decisión: proteger a su hermano menor, Rudy, o seguir fingiendo que todo está bien.
Un Van Helsing muy distinto… y mucho más inquietante
En el corazón de esta película de vampiros está este nuevo Van Helsing. Y no hablamos solo de su carácter sombrío o su entorno rural. Hablamos de cómo cambia por completo la visión del personaje. Porque si bien en la novela de Stoker era el sabio que lo sabía todo, aquí es más bien un hombre al borde del colapso.
Joe Hill lo explica así: «Siempre he tenido una visión escéptica de Van Helsing. ¿Quién quiere pasar sus noches abriendo ataúdes, clavando estacas y cortando cabezas? ¿De verdad eso suena a alguien cuerdo?»
El director Natasha Kermani lo lleva más allá: este Van Helsing es un padre, sí, pero también un fanático que cree hacer lo correcto mientras arrastra a su familia a una oscuridad mayor que cualquier vampiro.
Abraham’s Boys: A Dracula Story
Estilo visual clásico para un terror moderno
La película de vampiros está rodada en un inusual formato 4:3, con lentes vintage y un tono que recuerda a los clásicos de los años 30. Pero no es nostalgia gratuita. La idea, según Kermani, era crear una atmósfera opresiva, casi claustrofóbica, en la que los personajes siempre estén en el centro… aunque quieran escapar de esa cámara.
«Queríamos que el espectador se sintiera atrapado con ellos», comenta la directora. Y vaya si lo logran.
El aspecto visual también refuerza esa sensación de aislamiento, de encierro, de no saber si lo que ves es real o el fruto de una mente que se desmorona lentamente.
La sombra de Drácula nunca desaparece
Lo más curioso de ‘Abraham’s Boys’ es que Drácula nunca aparece del todo. Está ahí, como una sombra. Como una herida que no deja de supurar. Como un recuerdo que nadie quiere nombrar, pero que todo lo contamina.
El monstruo, en este caso, no tiene que volver a la vida. Porque ya vive dentro de los protagonistas, marcando sus decisiones, sus miedos, sus obsesiones.
Y es ahí donde la película de vampiros acierta de lleno: en contar una historia de terror emocional, donde el enemigo no es un monstruo sino el legado de haberlo enfrentado.
Un cuento gótico para el siglo XXI
Abraham’s Boys no es solo una película de vampiros. Es un retrato tenso, elegante y profundamente humano del precio de haber sobrevivido al horror. Es también una reflexión sobre el trauma familiar, la salud mental y los límites de la protección paterna.
¿Hasta dónde puede llegar un hombre para proteger a los suyos? ¿Y qué pasa cuando esa protección se convierte en una cárcel?
Abraham’s Boys: A Dracula Story se estrena el viernes 11 de
julio en cines.
Y cuando la veas, puede que ya no vuelvas a ver a Van Helsing como
el héroe de siempre.
Puede que empieces a preguntarte quién es realmente el monstruo… y cuántos viven entre nosotros. ¿Hay ganas de ver esta película de vampiros? Dímelo en comentarios si te acercarás a los cines a sentir la presencia de Drácula.




