A veces una franquicia necesita un empujón digno de superproducción para volver a levantar la cabeza. Y este podría ser exactamente el caso de Call of Duty. Sí, hablamos de la misma saga que marcó nuestras madrugadas online durante años y que ahora busca recuperar la chispa… desde el cine. ¿La jugada definitiva? Puede serlo, y vaya que tiene detrás nombres potentes.
Porque cuando Taylor Sheridan y Peter Berg se meten en un proyecto, pasa algo. Y si además Paramount quiere levantar una nueva saga cinematográfica, la curiosidad está servida. Pero lo interesante no es solo que la película de Call of Duty esté en marcha, sino que podría convertirse en la pieza clave para reflotar un videojuego que atraviesa uno de sus años más turbulentos.
Un futuro complicado para Call of Duty… hasta que llegó Hollywood
2025 está siendo un año extraño para Call of Duty. Lo que antes parecía un lanzamiento blindado, casi un ritual anual que rompía récords sin despeinarse, ahora da señales de desgaste. Y no lo decimos nosotros: analistas como Rhys Elliott, de Alinea Analytics, ya han avisado de que la saga está “rindiendo por debajo de lo esperado”. Y lo dice con un tono que duele, ¿no crees?
Las ventas han bajado, el compromiso del jugador también y ese efecto “engánchate a mi multijugador o fracasarás” ya no es tan fuerte. De hecho, muchos usuarios se están marchando hacia propuestas que llegan pisando fuerte, como Battlefield 6 o Arc Raiders, que vienen con ganas de guerra y novedades que se sienten frescas en comparación.
Call of Duty
Lo curioso es que no hay un único culpable. Es más bien una tormenta perfecta: desgaste de ideas, una identidad creativa que parece desdibujarse y un experimento de IA que ha dejado al público con ceja levant… bueno, ya sabes, confundido. Porque Call of Duty siempre ha sido directo, crudo, militar, con los pies en la tierra. Y de pronto intenta perseguir tendencias que quizá no casan con su ADN. Eso genera ruido, y no del bueno.
La película como salvavidas inesperado
Aquí entra en escena la película de Call of Duty. Paramount quiere levantar una franquicia cinematográfica grande, de esas que rompen taquillas y montan universos enteros. Y para lograrlo ha fichado a Taylor Sheridan, el señor que convierte cualquier argumento militar en oro narrativo, y a Peter Berg, experto en acción tensa que huele a pólvora. No es mala combinación, ¿no crees?
Además, sobrevuela el rumor delicioso de que Mark Wahlberg podría ser el protagonista. Y mira, podrá gustar más o menos, pero si algo sabe Wahlberg es ponerse serio, coger un fusil, apretar los dientes y soltar frases cortas que suenan a briefing militar. Perfecto para Call of Duty.
Mark Wahlberg
Pero lo importante no es quién dispare, sino lo que este proyecto puede hacer por el videojuego. La película tiene la capacidad de relanzar la marca hacia un público nuevo que quizá ya ni se acuerda de cuándo dejó de jugar. Y también puede reactivar el interés de quienes llevan años suspirando por una entrega que vuelva a tener alma propia.
El poder del cine cuando un videojuego necesita aire
A estas alturas todos sabemos que las adaptaciones de videojuegos ya no son un chiste. The Last of Us, Arcane, Fallout… todas han demostrado que una buena adaptación puede elevar una franquicia entera. Y Call of Duty podría ser la próxima en la lista.
Si Sheridan y Berg consiguen darle un tono sólido, respetuoso y vibrante —basado en operaciones tácticas creíbles, personajes con peso y escenas que te suben el pulso— la película no solo triunfaría en taquilla. También serviría de brújula para que Activision entienda hacia dónde redirigir la saga.
Porque ahora mismo, lo que pide el jugador es claridad. Coherencia. Una dirección creativa firme. Y, sobre todo, un Call of Duty que deje de intentar ser mil cosas a la vez.
Un año crítico que podría cambiarlo todo
En medio de este caos, la industria no está mirando hacia otro lado. Todos saben que Call of Duty sigue siendo gigante, inmenso, casi imposible de derribar… pero también que 2025 ha marcado un punto de inflexión. Ya no sirve con lanzar una campaña de seis horas y un multijugador que se parchea cada dos horas. Eso funcionó, sí, pero los tiempos han cambiado.
Las cifras lo dejan claro. El juego cae más rápido en Steam, la conversación en redes sociales se enfría y los jugadores veteranos sienten que las decisiones de diseño se alejan demasiado de lo que hacía grande a la saga. Y el modelo de servicio en vivo tampoco ha ayudado: temporadas con ritmo extraño, cosméticos poco inspirados y progresión que muchos consideran un “quiero y no puedo”.
Sin embargo y esto es importante, Call of Duty está muy lejos de rendirse. Warzone sigue siendo un ecosistema salvaje y enorme que mantiene viva la marca. Y la comunidad, aunque enfadada, no se ha ido del todo. Solo está esperando a que alguien dé un golpe sobre la mesa.
Quizá ese golpe venga desde Hollywood.
¿Puede una película arreglar un videojuego?
La respuesta fácil sería “no”, pero lo cierto es que sí puede cambiar la percepción del público. Si la película de Call of Duty funciona, si logra capturar ese espíritu táctico, frenético, casi obsesivo que definió a la saga en sus mejores años, entonces podría provocar una reacción en cadena.
Más interés. Más búsquedas. Nuevos jugadores. Viejos jugadores que regresan. Y Activision viendo clarísimo qué estilo narrativo funciona hoy.
A veces solo hace falta una buena historia para recordar por qué algo nos gustaba tanto.
La pregunta final
¿Será esta la resurrección de la saga? ¿O un intento más por estirar una licencia que necesita respirar? Ahora mismo nadie tiene la respuesta, pero hay una cosa segura: estamos ante uno de los movimientos más interesantes para Call of Duty desde que aparecieron los zombis y nos arruinaron cientos de noches de sueño.
Y oye, si la película sale bien… ¿te imaginas la que se puede liar?
Y hasta aquí el análisis. ¿Qué opinas? ¿Crees que la película puede salvar a Call of Duty? Cuéntamelo en comentarios y, si te mola seguir estas movidas, síguenos en Google News, que allí no fallamos ni una.
