En tiempos donde el cine parece lleno de secuelas y remakes, llega un proyecto que rompe moldes. Alan Ritchson, estrella de Reacher, protagoniza Motor City, un thriller ambientado en los años 70 en Detroit que se ha convertido en una de las rarezas más comentadas del Festival de Venecia. ¿El motivo? Una película de 30 millones de dólares que apenas contiene cinco líneas de diálogo. Sí, lo has leído bien.
Una venganza en clave disco-noir
La historia sigue a un hombre injustamente acusado de un crimen que lo llevó a perder al amor de su vida (interpretada por Shailene Woodley). Décadas después, planea su venganza contra quienes lo traicionaron. Todo con una atmósfera que combina el cine negro clásico, la estética de novela gráfica y la energía de un John Wick con pantalones de campana.
La cinta, dirigida por Potsy Ponciroli (Old Henry), presume de un reparto potente: Alan Ritchson, Woodley, Ben Foster y Pablo Schreiber. Y para acompañar la violencia estilizada, un soundtrack espectacular con nombres como Bill Withers, Fleetwood Mac y Donna Summer. Sí, sangre y discoteca en la misma receta.
Casi sin hablar… y no se echa en falta
Aunque algunos pensaban que un filme con tan pocos diálogos podía sonar a cine experimental de madrugada, las primeras críticas lo describen como una experiencia intensa y sorprendentemente accesible.
El propio Ben Foster lo explicó durante el panel en Venecia: “No es cine mudo. Si pensamos qué nos hace humanos, es el comportamiento. Fue un reto contar una historia sin recurrir a la forma tradicional de contarla.”
El director añadió que lo importante es cómo se transmite emoción a través de la acción y la presencia física. Un ejemplo es una secuencia de cuatro minutos y medio en una cafetería entre Woodley y Foster que, según Ponciroli, se convierte en una de las más poderosas del filme… sin necesidad de palabras.
Una producción a contrarreloj
El camino de Motor City no ha sido fácil. El proyecto empezó hace más de una década en Warner Bros, basado en un guion de Chad St. John (London Has Fallen), y pasó por distintos directores y estrellas antes de concretarse como producción independiente.
Durante la preproducción, incluso se cayó una parte importante de la financiación extranjera que obligaba a rodar en Arabia Saudí. Con los sets ya construidos y los coches listos, los productores tuvieron que reconstruir todo en Nueva Jersey a tres semanas de empezar. El rodaje pasó de 37 a 28 días, pero el equipo lo sacó adelante sin rendirse.
Ponciroli lo resume con humor: “Nunca hubo opción de que la película desapareciera. Tuvimos que pivotar como buen indie, pero el proyecto siempre estuvo vivo.”
Entre Venecia y Toronto

Aunque Alan Ritchson no pudo acudir al estreno en Venecia por sus compromisos con Reacher, se espera que sí aparezca en Toronto, donde la película busca cerrar distribución en Estados Unidos tras venderse bien en el mercado internacional.
Las primeras reacciones de la crítica en Venecia la califican como un “espectáculo de género vibrante”, con comparaciones hacia el cine de acción estilizado de los últimos años, pero con la originalidad de su riesgo narrativo.
¿Un éxito arriesgado?
La gran incógnita es si los espectadores abrazarán una historia con tan poco diálogo. Algunos lo ven como una barrera comercial, pero otros lo consideran una oportunidad única en tiempos de fórmulas repetidas.
Lo que está claro es que Motor City quiere ser mucho más que una rareza festivalera: un golpe de adrenalina visual y sonora que demuestra que la acción también se puede contar en silencio.




