Si alguna vez te has preguntado por qué Pennywise siempre aparece cuando hay un niño solo, asustado y con cara de “esto no se lo cuento a ningún adulto”, no eres el único. La nueva serie IT: Welcome to Derry no solo vuelve a ponernos los pelos de punta, también pone sobre la mesa una explicación inquietantemente lógica. Y sí, da bastante mal rollo.
Desde el primer episodio queda claro que aquí no estamos ante un Pennywise descafeinado. Este payaso viene con ganas, sin calentamiento previo y sin remordimientos. Más violento, más cruel y con menos paciencia que en las películas, deja claro que los niños siguen siendo su objetivo favorito. Pero ahora, por fin, sabemos por qué.
Pennywise no elige al azar: los niños son su terreno favorito
En IT: Welcome to Derry, la precuela ambientada en 1962, Pennywise vuelve a Derry con una energía especialmente salvaje. Desde el minuto uno se ceba con los más pequeños del pueblo, sin rodeos ni trucos suaves. Aquí no hay presentación amable: hay terror directo y sin anestesia.
El responsable de poner palabras a todo esto ha sido Andy Muschietti, director y productor del universo IT. En un “inside look” del episodio 4, Muschietti lo deja caer con una frase que, cuanto más la piensas, peor suena: los niños son capaces de creer en cosas que no existen. Y justo ahí está la clave de Pennywise.
Pennywise no ataca solo por hambre. Ataca por convicción. Se alimenta del miedo, sí, pero necesita que ese miedo sea auténtico, puro y sin filtros. Y nadie cree más fuerte que un niño cuando algo le aterroriza. No hay escepticismo, no hay racionalización, no hay excusas. Hay miedo real, del que se te queda clavado en el estómago.
Creer es el primer paso para tener miedo
La lógica interna de Pennywise funciona como un mecanismo perverso pero muy afinado. Primero aparece solo ante su víctima. Adopta la forma de su peor pesadilla. Espera. Disfruta. Y cuando el miedo ya está a punto, entonces ataca. Si no crees en lo que estás viendo, el proceso se rompe. Y ahí es donde los adultos fallan como presas.
Los niños, en cambio, no dudan. Si ven algo imposible, lo aceptan. Si sienten terror, no lo cuestionan. Eso convierte a Pennywise en un depredador casi perfecto cuando se trata de cazar críos. ¿No es inquietante pensar que el monstruo más famoso de Stephen King funciona casi como un psicólogo del miedo?
Pennywise
Los adultos no creen… y eso los hace invisibles para Pennywise
Aquí entra en juego otro detalle clave que la serie subraya con bastante mala leche: los adultos de Derry no creen a los niños. Nunca. Ni aunque estén temblando, ni aunque tengan pruebas, ni aunque el miedo se les note en la cara. Para ellos, siempre es imaginación, cuentos raros o ganas de llamar la atención.
Esta desconexión es justo lo que Pennywise aprovecha. Mientras los mayores miran a otro lado, los niños quedan completamente expuestos. No solo tienen miedo al monstruo, también al hecho de que nadie les va a ayudar. Y ese aislamiento emocional hace que el terror sea todavía más intenso. Combo completo.
La propia serie lo muestra con claridad cuando los adultos ignoran lo que les ocurre a los chavales del grupo liderado por Lilly Bainbridge. Cementerios, visiones, encuentros imposibles… todo queda reducido a “cosas de niños”. Pennywise, mientras tanto, encantado con la situación.
Derry como ecosistema perfecto para el horror
No es casualidad que Derry sea siempre el escenario. Es un pueblo donde los adultos generan gran parte del miedo cotidiano, aunque no lo vean. Violencia, silencios incómodos, secretos enterrados y una normalización del horror bastante preocupante. Los niños lo absorben todo. Pennywise también.
La serie deja claro que el miedo sobrenatural no nace de la nada. Se alimenta de lo que ya existe. Y los niños, como testigos directos de ese ambiente, son el combustible perfecto. Pennywise no crea el miedo desde cero, solo lo amplifica hasta que ya no hay escapatoria.
Cuando Pennywise subestima a los niños, empieza su caída
Y aquí viene la ironía más deliciosa de todo el asunto. Pennywise cree que los niños son presas fáciles. Cree que su capacidad para creer los hace débiles. Pero es justo lo contrario. Esa misma capacidad es la que, con el tiempo, acaba convirtiéndose en su mayor problema.
Ya lo vimos en las películas de IT, donde el Club de los Perdedores consigue algo impensable: usar su imaginación, su unión y su creencia compartida para plantar cara al monstruo. Pennywise no supo ver venir eso. Subestimó lo que ocurre cuando varios niños dejan de tener miedo juntos.
En IT: Chapter One, ese momento es clave. Pennywise empieza a perder cuando se da cuenta de que el miedo ya no funciona igual. Cuando deja de ser individual y pasa a ser compartido, se transforma. Y entonces, por primera vez, el monstruo empieza a flaquear.
Pennywise
El miedo como arma de doble filo
Las últimas palabras de Pennywise, “fear”, no son casuales. Es la constatación de que ha entendido demasiado tarde cómo funciona realmente su propio juego. El miedo no solo alimenta, también puede destruir. Y cuando los niños aprenden eso, el payaso deja de ser invencible.
En IT: Chapter Two, ya con los protagonistas adultos, Pennywise vuelve a cometer el mismo error. Cree que puede seguir usando el pasado, los traumas y el miedo infantil como armas. Pero cuando estos personajes recuerdan que ya lo vencieron una vez, la magia se rompe. Literalmente.
Pennywise siempre ha ido a por los niños porque son los que más creen. Lo que nunca calculó bien es que esa creencia, bien dirigida, también puede acabar con él. Y eso, para un ente ancestral que se cree eterno, es un fallo bastante gordo.
Así que ahora te toca a ti: ¿te parece lógico que Pennywise vaya siempre a por los niños o crees que hay algo más oscuro todavía detrás? Cuéntanos qué opinas y no olvides seguirnos en Google News para más historias que te van a hacer mirar las alcantarillas con otros ojos.


