La etapa de Jason Aaron al frente de la colección de Thor ha llegado a su fin recogiendo las bases de todos los cómics publicados durante siete años. Panini Cómics nos trae este número doble donde las historias del Dios del Trueno se entrelazan entre pasado, presente y futuro.
¿Qué es ser digno? ¿Ser merecedor de las alabanzas por un trabajo bien hecho, del amor por el que se suspira y se hace entrega de nuestro corazón, de la recompensa soñada tras el esfuerzo? Incluso cuando no nos queda nada por ofrecer, solo nuestro último aliento, la vida misma tras perder la última gota de nuestra sangre, puede que la cantidad de pecados que arrastramos a nuestras espaldas no nos hagan merecedores de esa distinción, al alcance solo de unos pocos, aquellos cuyo inmaculado currículum les coloca en los altares. Thor no es perfecto, nunca ha aspirado a serlo, comete errores y no es el dios más inteligente que hayamos conocido. Pero a pesar de los acontecimientos narrados en su historia hay una constante desde su juventud, ser merecedor de levantar a Mjolnir, el avatar de su dignidad.
Son casi innumerables las aventuras narradas acerca del Dios del Trueno desde comienzos de los años 60. Un legado enorme que serviría para escribir varios libros que recopilasen, en prosa, las hazañas del asgardiano de mayor fama universal. Cada una de ellas es un ejemplo de gallardía, honor y sacrificio por parte del hijo de Odín y su enfrentamiento definitivo con Gorr, el carnicero de dioses no es una historia diferente, aúna lo mejor de Thor, incluida su constancia y obcecación por no doblar la rodilla ni en el peor de los momentos, ni cuando las fuerzas le abandonan y la oscuridad le cubre. Jason Aaron ya le hizo conocer lo que era ser indigno y es una lección aprendida.
Y qué decir de Loki, dios de las mentiras. Le hemos visto ser el más zafio enemigo de Thor, su propio hermano convertido en némesis. Pero no es la primera vez, ni será la última, que vemos al hijo de Laufey situarse del lado del bien por un beneficio mayor, como hizo en su momento en la clásica saga de Surtur, por poner un ejemplo. Pero algo que no habíamos visto antes es semejante sacrificio por su parte, lo que hace que no podamos perder la esperanza en él, ni siquiera en el final de los tiempos. Aaron le ha dado un gran papel y ha estado a la altura de las circunstancias.
El dibujo de Esad Ribic se ha visto complementado con el de los otros autores que han sido parte activa de la etapa de Jason Aaron. Russell Dauterman y Mike del Mundo se unen a Aaron Kuder, Andrea Sorrentino, Olivier Coipel o Gabriel Hernandez Walta, entre otros para recrear momentos un tanto surrealistas de un hipotético futuro del Thor actual. Es su pequeña aportación y al mismo tiempo reconocimiento, darles un lugar para recordar que en un momento u otro dieron imagen a las aventuras del Dios del Trueno o la Diosa del Trueno, ahora reconvertida en Valquiria.
Es un adiós sentido, una despedida que, aunque ofrece retazos de lo que podría venir, no parece tener una solución de continuidad inmediata en la que será la próxima temporada de Thor con Donny Cates como guionista. Un final y cierre de ciclo que resume una trayectoria de más de un lustro y al mismo tiempo deja un sabor de boca alejado del agridulce, más cercano al deber cumplido, al guiño al lector fiel que ha seguido mes a mes las andanzas de este asgardiano que ha estado representado por diversas encarnaciones temporales de sí mismo e incluso se ha visto despojado de su lugar en el panteón divino.