Rogue siempre ha sido uno de los personajes más trágicos y fascinantes del universo Marvel. No por su fuerza, ni por su capacidad de volar, ni siquiera por haber absorbido los poderes de algunos de los seres más poderosos del planeta. Rogue es especial porque su don es, en realidad, una condena. Un poder que no distingue entre amigos o enemigos. Un simple contacto puede cambiar una vida… o acabar con ella.
Mientras otros mutantes descubren sus habilidades como una bendición, Rogue lo hizo a través del miedo. Desde el primer momento entendió que su cuerpo no le pertenecía del todo, que su piel era un arma y que el afecto podía convertirse en una amenaza. Y esa carga emocional ha sido siempre el corazón del personaje.
Marvel ha explorado sus habilidades durante décadas, pero lo que hace única a Rogue no es lo que puede hacer, sino lo que cada uso de su poder le cuesta.
Un poder que roba mucho más que habilidades
La habilidad principal de Rogue parece sencilla sobre el papel. Al tocar a otra persona, absorbe sus poderes, recuerdos, habilidades y rasgos de personalidad. Pero en la práctica, el proceso es mucho más violento y peligroso de lo que suena.
Dependiendo del tiempo de contacto, la persona absorbida puede quedar inconsciente, perder temporalmente sus habilidades o, en los casos más extremos, morir. Rogue no solo roba energía. Roba identidad. Durante unos instantes —o a veces durante años— vive dentro de su mente otra persona.
Cuando sus poderes se manifestaron por primera vez, Rogue era solo una adolescente. Un beso inocente con su amigo Cody terminó con él en coma permanente. No hubo villanos, ni conspiraciones, ni grandes batallas. Solo una chica descubriendo que el amor podía destruir.
Ese momento la definió para siempre.
Vivir cubierta para no hacer daño
Desde entonces, Rogue aprendió a vivir con miedo al contacto. Guantes, mangas largas, distancia emocional. Mientras otros mutantes entrenaban sus habilidades para combatir, ella entrenaba la contención.
Durante mucho tiempo creyó que su poder hacía imposible una vida normal. El romance, el contacto físico, incluso la amistad más cercana implicaban riesgo. Y aunque se unió a los X-Men, nunca dejó de sentirse diferente, incluso entre otros inadaptados.
Ese aislamiento fue lo que la empujó, durante un tiempo, a caer bajo la influencia de Mystique y Destiny. Rogue buscaba pertenecer a algún sitio, aunque ese sitio fuera moralmente cuestionable.
Capitana Marvel: el momento que lo cambió todo
Si hay un punto de inflexión absoluto en la historia de Rogue, es su enfrentamiento con Carol Danvers. En ese momento, Rogue intentaba demostrar su valía dentro de la Hermandad de Mutantes Diabólicos. Absorber los poderes de Ms. Marvel parecía la prueba definitiva. Lo que no esperaba era que aquella absorción no fuera temporal.
Rogue se quedó con la fuerza, el vuelo, la resistencia y la energía cósmica de Carol Danvers. Pero también se quedó con su mente. Con sus recuerdos. Con su identidad fragmentada.
Durante años, Carol vivió dentro de Rogue. En ocasiones, tomaba el control. En otras, la empujaba hacia la locura. Rogue estuvo a punto de desaparecer como persona, absorbida por alguien más fuerte que ella.
Ese conflicto interno fue lo que la llevó a buscar ayuda en Charles Xavier y a unirse a los X-Men. No por heroísmo, sino por supervivencia.
El precio psicológico de ser invencible
A diferencia de otros mutantes poderosos, Rogue nunca disfrutó realmente de sus habilidades. Cada poder absorbido venía acompañado de voces, recuerdos y emociones que no le pertenecían.
En el caso de Carol Danvers, la carga fue tan intensa que Rogue pasó años luchando contra sí misma. No sabía si sus decisiones eran realmente suyas o si estaban influidas por otra mente dentro de ella.
Ese conflicto convirtió a Rogue en uno de los personajes más humanos de Marvel. Su mayor batalla nunca fue física, sino mental.
Wonder Man y el día que cruzó una línea
La absorción de Wonder Man marcó otro momento crítico. Rogue no comprendía todavía el verdadero alcance de su fuerza. Cuando absorbió su energía iónica, mató accidentalmente al villano Grim Reaper de un solo golpe.
Fue entonces cuando entendió que no solo podía destruir vidas por accidente, sino hacerlo sin siquiera proponérselo.
La energía de Wonder Man permaneció en su interior durante mucho tiempo, aumentando su poder físico a niveles absurdos. Pero, una vez más, el precio fue mental. Simon Williams también vivió dentro de ella durante años, hasta que finalmente logró liberarse.
Cuando Rogue dejó de necesitar tocar
En uno de los giros más inquietantes de su historia, Rogue desarrolló brevemente la capacidad de absorber poderes sin contacto físico. Simplemente estar cerca de otros mutantes era suficiente.
Lejos de ser una mejora, fue una pesadilla. Rogue volvió a absorber involuntariamente los poderes de Capitana Marvel, reforzando un vínculo que nunca había terminado de romperse.
Ese episodio dejó claro algo fundamental: el poder de Rogue no tiene límites claros, solo fases de contención.
La mutante que absorbió razas enteras
Durante uno de los arcos más extremos de los X-Men, Rogue absorbió las habilidades de un mutante Skrull llamado Z’Cann. La mezcla de ADN mutante, Kree y Skrull provocó un efecto impredecible.
De repente, Rogue empezó a manifestar poderes que había absorbido en el pasado. Garras como Lobezno. Factores curativos. Fuerza descomunal. Todo a la vez. Durante un tiempo, Rogue fue prácticamente imparable. Pero también inestable. Cada poder venía acompañado de fragmentos mentales que amenazaban con romperla.
Cuando Sage desbloqueó su potencial… y casi la mata
Gracias a Sage, Rogue alcanzó uno de los puntos más altos de control sobre sus habilidades. Por primera vez podía elegir qué poderes usar, cuándo y en qué medida. Era la Rogue definitiva. Una combinación de todos los mutantes que había tocado alguna vez.
Pero ese estado no duró. El esfuerzo mental era demasiado grande. Finalmente, perdió todos sus poderes tras una herida mortal y decidió alejarse de los X-Men. Porque incluso para Rogue, hay límites.
Sunfire, la Hecatomb y el día que tocó demasiadas mentes
Cuando recuperó sus poderes, Rogue absorbió los de Sunfire, ganando habilidades solares y una personalidad mucho más volátil. Fue una etapa oscura y peligrosa.
El punto culminante llegó cuando tocó la Hecatomb, un arma viviente Shi’ar compuesta por miles de millones de conciencias. Rogue absorbió todas esas mentes de golpe. Cayó en coma. Solo el contacto con Hope Summers permitió que su mente se reconstruyera. Sobrevivió. Pero perdió los poderes de Sunfire.
El control definitivo
En uno de los momentos más importantes de su evolución, Rogue logró finalmente control total sobre su poder. Ya no necesitaba robar vidas enteras. Podía tomar pequeñas cantidades de energía sin dañar a nadie.
Ese dominio la convirtió en una líder, tanto en los X-Men como en los Vengadores. Pero incluso entonces, el precio psicológico nunca desapareció del todo.
Por qué Rogue sigue siendo una de las mutantes más peligrosas
Rogue no es peligrosa solo por lo fuerte que puede llegar a ser. Es peligrosa porque no tiene un límite natural. Puede adaptarse a cualquier enemigo. Puede convertirse en cualquier cosa. Y lo más importante: sabe lo que cuesta usar su poder.
Esa conciencia la hace responsable… pero también aterradora cuando decide que no tiene otra opción.
En un universo lleno de dioses, mutantes y entidades cósmicas,
Rogue sigue destacando porque cada victoria deja
cicatrices. Y por eso, hoy más que nunca, Marvel sigue
recordándonos que tocar a Rogue nunca es solo un gesto.
Es una apuesta por la identidad, la memoria… y el alma.
Rogue siempre ha sido más que sus poderes. ¿Crees que es la mutante más peligrosa de los X-Men? Déjanos tu opinión y sigue Cinemascomics en Google News.
