Este fin de semana se estrena en Estados Unidos la película de ciencia ficción After Earth del director M. Night Shyamalan, el reparto destacan Jaden Smith, Will Smith, Sophie Okonedo y Kristofer Hivju. Las primeras críticas de After Earth no pueden ser peores y solo el tirón comercial del gran Will Smith podrá hacer que la película se hunda en taquilla.
After Earth se desarrolla mil años después de que una serie de cataclismos forzasen a la humanidad a abandonar la Tierra, Nova Prime se ha convertido en su nuevo hogar. Tras una larga misión fuera de dicho planeta, el legendario general Cypher Raige regresa junto a su hijo de 13 años, Kitai. Pero en mitad de una tormenta de asteroides su nave se avería y se estrellan contra el planeta Tierra, que ahora es un lugar desconocido y peligroso en el que todas sus formas de vida han evolucionado para matar humanos. Como Cypher ha resultado herido, Kitai debe recorrer ese mundo hostil en busca de la baliza de rescate. Toda su vida ha querido ser un soldado como su padre, y ahora se le presenta la oportunidad de cumplir su deseo.
Veamos las primeras críticas de After Earth:
Joe Morgenstern, Wall Street Journal: ¿Es After Earth la peor película que jamás se ha hecho?
Ben Sachs, Chicago Reader: «Gran parte del diálogo de Will son lecciones de vida impartidas a su hijo y suena como un seminario de motivación»
Keith Uhlich, Time Out New York: «Lo que deshace la película es su más rancio sentimentalismo entre padres e hijos y la falta de carisma del joven Smith»
Rick Bentley, Fresno Bee: «Toda la tensión se pierde en el lento ritmo del director.
Joe Gross, Austin American-Statesman: Uno trata no ponerse de mal humor por la mala ciencia ficción en ciertos éxitos de taquilla, pero esto es una idea asombrosamente tonta»
Lawrence Toppman, Charlotte Observer: «M. Night Shyamalan ha dirigido películas que son sorprendentes, de suspense, sentimentales, inteligentes, conmovedoras o cursis. Pero After Earth, pasa pesadamente de extremo a extremo»
Jason Buchanan, TV Guide’s Movie Guide: «Una rebanada olvidable de nepotismo cinematográfico»