Durante años fueron las estrellas absolutas de museos, parques temáticos y hasta cumpleaños infantiles. Pero algo ha cambiado. Ya no gritamos de emoción cuando vemos un T-Rex en pantalla. Ni siquiera un velociraptor bien entrenado nos hace saltar del asiento. Y lo más curioso de todo es que Jurassic World ya nos lo advirtió hace una década, antes de que siquiera nos diéramos cuenta.
Ahora que llega la cuarta entrega de la saga, esa advertencia se ha vuelto más real que nunca. Porque, tal como sugiere su propio director, los dinosaurios, sí, esos enormes y fascinantes lagartos prehistóricos, han perdido el factor sorpresa. Y para volver a enganchar al público, la solución ha sido clara: crear auténticas monstruosidades.
La profecía de Jurassic World en 2015 que nadie vio venir
Jurassic World, estrenada en 2015, no solo trajo de vuelta la emoción de ver dinosaurios vivos. También lanzó una crítica sutil (y brillante) al propio público. En la película, el parque temático con criaturas clonadas es un éxito, al principio. Pero, como con todo, la emoción no dura para siempre. La gente empieza a aburrirse. Los triceratops ya no venden camisetas. El T-Rex se ha convertido en un clásico demasiado visto.
¿La solución? Genética al servicio del espectáculo. Así nace el Indominus Rex: un híbrido brutal, diseñado para asustar, impresionar y, sobre todo, romper la rutina de los dinosaurios “normales”. Es un reflejo clarísimo de cómo funciona Hollywood: si el público se aburre, hay que subir la apuesta.
Indominus Rex en Jurassic World
10 años después… la saga sigue, pero los dinosaurios ya no mandan
La franquicia llega a su séptima entrega, Jurassic World: El renacer, dirigida por Gareth Edwards, responsable de Godzilla (2014) y Rogue One (2016). Pero lo que realmente llama la atención no es el regreso del parque jurásico, ni los efectos especiales, sino lo que Edwards ha dicho con total sinceridad.
En una reciente entrevista con GR, el director fue directo al grano:
«Ha habido muchas películas de dinosaurios. Y el público…
tienes que ofrecerles algo nuevo y fresco para darles una razón
para venir a ver la película. Al reconocer eso desde el principio y
decir: Miren, al público ya no le interesan tanto los dinosaurios,
pensé: este es un comienzo honesto».
No es solo una frase llamativa. Es una declaración de intenciones. Edwards no quiere repetir el esquema clásico de la saga. Y lo cierto es que tiene razón: ya no basta con mostrar un brontosaurio en una llanura neblinosa para impresionar al espectador.
Jurassic World: El renacer es el reino de los monstruos híbridos
La película no pretende engañar a nadie. Jurassic World: El renacer abraza el espectáculo sin complejos. Para atraer a un público que ya ha visto de todo, apuesta por nuevos híbridos creados en laboratorio: los Mutadons, mezcla de velociraptor y pterosaurio, son solo el aperitivo.
La gran estrella es Distortus rex, una criatura abominable y fascinante al mismo tiempo. Su diseño está inspirado en el Tyrannosaurus rex, pero también en el Xenomorfo Reina de Alien y el Rancor de Star Wars. Una mezcla que no busca realismo ni rigor científico, sino puro terror cinematográfico.
Jurassic World: El renacer
Y aquí está el giro: lo que en 2015 parecía una crítica irónica, en 2025 es la norma. El cine ya no quiere solo revivir el pasado. Quiere reinventarlo con un monstruo más grande, más raro, más grotesco.
El efecto Marvel y la inflación del asombro
Lo que pasa con los dinosaurios no es exclusivo de esta saga. Nos pasa con los superhéroes, los aliens, los monstruos gigantes. Todo lo hemos visto ya, y cada nueva entrega tiene que subir el nivel para seguir captando atención. La sorpresa se ha convertido en una moneda devaluada.
Y Jurassic World lo entendió antes que nadie. El propio planteamiento de la película es una metáfora del cine moderno: si ya has visto dinosaurios, necesitas algo más violento, más letal, más impactante. Algo que te haga sentir que has visto algo nuevo.
¿Pero de verdad nos aburren los dinosaurios?
Aquí está el dilema. Porque los dinosaurios siguen fascinando. Pero no de la misma forma. En museos, documentales o series como Prehistoric Planet, siguen capturando la imaginación. Lo que nos aburre no son los dinosaurios, sino verlos hacer siempre lo mismo.
Jurassic World: El renacer
Si cada película de la saga es solo correr, gritar y esconderse detrás de un Jeep, entonces sí, los dinosaurios se vuelven predecibles. Por eso Jurassic World: El renacer busca cambiar la fórmula. No solo con nuevas criaturas, sino también con una trama que mezcla espionaje, biotecnología y una expedición militar que recuerda más a Aliens que a Jurassic Park.
Distortus rex: el monstruo que define nuestra era
No es casualidad que el Distortus rex tenga seis extremidades y aspecto alienígena. Es una criatura pensada para generar incomodidad. No para gustar, sino para impresionar. Y eso dice mucho sobre lo que hoy se espera de una película de gran presupuesto.
La criatura no es un dinosaurio. Es el reflejo de un cine que ya no quiere que digas «¡qué bonito!», sino «¿qué demonios acabo de ver?».
Entonces… ¿tenía razón Jurassic World?
Sí. La película de 2015 no solo adelantó el problema, sino que también propuso la solución. El espectáculo necesita evolucionar, y si eso implica dejar atrás a los dinosaurios «clásicos», pues que así sea.
Pero también plantea una pregunta incómoda:
¿Qué pasará cuando nos cansemos también de los híbridos?
Quizá la próxima entrega tenga que crear un dinosaurio que viaja en el tiempo. O que habla. O que entra en el multiverso. ¿Quién sabe? En un mundo donde ya no nos asombramos con facilidad, el verdadero monstruo es el aburrimiento.
Jurassic World: El renacer
Jurassic World: El renacer ya está en cines.
Dirigida por Gareth Edwards. Protagonizada por Scarlett Johansson, Mahershala Ali, Jonathan Bailey, Rupert Friend, Manuel Garcia-Rulfo y Ed Skrein.
Una historia de supervivencia, mutación y una industria que sabe que ni los dinosaurios son eternos… ni nuestra capacidad de asombro tampoco.
