El antagonista más famoso de Batman vuelve en dos historias que nos hablan de sus principios, sobre las primeras víctimas del Príncipe payaso de Gotham
El Joker ha tenido varios orígenes, de los cuales el único que se considera canónico llego con ‘La broma asesina’ de Alan Moore y Brian Bolland. ECC ediciones trae uno de esos orígenes junto con una brillante saga que cuenta que ocurrió tras su primer enfrentamiento con el hombre murciélago. Dos historias para recordar que el Joker es más que un loco, es el loco definitivo.
Joker. Primera sangre reúne dos historias que no son demasiado conocidas de Batman Confidencial, aunque ya habían sido editadas en nuestro país, su carácter de historia alternativa en el caso de la primera y como continuación de una obra tan popular como ‘Joker. El hombre que ríe’, las condenaba a recibir menos atención de la que la calidad que reúnen merecen. Ambas son ingeniosas, y cuentan con autores solventes en el terreno gráfico, buscan una cara diferente del Joker, el primer relato da un origen que explicaría su capacidad con armas y bombas, así como su conocimiento criminal, y el segundo sentaría la base del miedo de la justicia de Gotham al payaso, y el apoyo de los legisladores a una institución como el Asilo Arkham. Las dos historias aportan al mundo de Batman y del Joker, de diferente forma, pequeños toques que enriquecen el de por sí ya enorme mundo del hombre murciélago.
En el primer arco que encontramos, Michael Green y Dennis Cowan reimaginan de donde surgió un monstruo como el Joker, pero lo hacen pensando en todo lo que es capaz de hacer, y de donde viene. Una mente estratégica e intelectualmente superior, pero psicótica, psicopatía, sin moral ni ética, sin conciencia, pero que se aburre. Y solo algo llama la atención el nacimiento de un ser poderoso, un rival digno, un ser tan extraño para el mundo como lo es él, Batman.
El tono más oscuro y retorcido de esta reimaginación del primer encuentro del Joker con Batman, le da a Dennis Cowan la oportunidad de rebuscar en su galería de expresiones faciales, en muchos casos horribles máscaras, para plantear lo que sería el príncipe payaso sin su maquillaje, un monstruo humano. Cowan, un autor veterano, deja siempre que contar la historia correctamente este por delante de las grandes florituras, pero eso no quita que juegue con la composición para reforzar sensaciones en la narrativa. NO es un autor de gusto de todos, pero su fuerza se encuentra en los excesos, en las rallas locas que vuelven páginas que deberían ser descripciones exactas en extraños mundos que tiemblan de emoción en la vista del lector.
Ed Brubaker escribió ‘Joker. El hombre que ríe’ durante su celebrada época en los títulos del hombre murciélago, donde dio a luz junto a Greg Rucka una serie tan memorable como es Gotham Central, su intención era aportar un poco más a la historia de Batman. Así que usó el sentido común como suele ser tan normal en él, y tan extraño en muchos autores de superhéroes, y simplemente continúo desde el último momento de la historia de Batman, cuando descubre la carta del Joker, y contó la primera aparición y detención del príncipe payaso. Andrew Kreisberg hace algo parecido, y nos entrega una historia que empieza en ese final, con la primera detención, y continúa con sus muchos problemas, victimas y desmanes durante el juicio, y con una solución que ahora ya es una leyenda de las historias de Batman, una institución de novedosa creación, el Asilo Arkham.
SI bien la historia no es que sea una búsqueda de identidad del Joker, sino un relato de su locura en un acto de rebeldía como es no dejarse juzgar, el nivel del cómic aumenta por su apartado gráfico, con un Scott McDaniel que se encontraba en un momento dulce. El dibujante no tiene problema en crea grandes escenas dinámicas y en composiciones con movimiento y ritmo rápido. Pero, ¿qué acción hay en un juicio? Poca, o al menos suele haber poca, pero el artista es capaz de convertirlo en un enfrentamiento sin golpes, pero con el ritmo y la espectacularidad del mismo.
En definitiva, dos historias que merece la pena repasar, una por conocer otras posibilidades para un posible pasado del Príncipe Payaso del Crimen, y la segunda por rellenar ese pequeño hueco que es el proceso contra un criminal demente, y como se llevaría a cabo en un inicio, cuando la galería de villanos de Batman no era tan extensa, y no estaba tan llena de dementes asesinos.