El primer viernes de noviembre llega con una cartelera diversa y jugosa: depredadores intergalácticos, sátiras imposibles, dramas íntimos, thrillers psicológicos, western clásico, animación familiar y un maratón nostálgico que traerá de vuelta a la gran pantalla a Bella, Edward y compañía. Nos ponemos en modo Cinemascomics: sin listas frías, con historia, nombres propios y ese toque cercano que te acompaña hasta la taquilla. ¿Qué vas a ver tú?
El rugido vuelve a oírse: Predator: Badlands
Depredador: Tierras Salvajes
Dan Trachtenberg, responsable del aclamado Prey (2022) y de Calle Cloverfield 10, regresa al universo Predator con una entrega que mezcla acción brutal, atmósfera de ciencia ficción clásica y una sorprendente dosis de emoción humana. Badlands nos traslada a un futuro lejano, en un planeta fronterizo devastado por la guerra, donde los cazadores más letales del cosmos han encontrado un nuevo terreno de juego.
El protagonista, un joven Predator interpretado por Dimitrius Schuster-Koloamatangi, ha sido exiliado por su clan tras desafiar las reglas del código de caza. Vagando sin rumbo, cruza su destino con Thia, una exploradora humana encarnada por Elle Fanning, que sobrevive en un enclave minero entre ruinas tecnológicas y arenas movedizas. Entre ambos nace una extraña alianza: ella busca redención, él, un adversario digno que devuelva honor a su especie.
Rodada en escenarios naturales de Islandia y Namibia, con fotografía de Jeff Cutter (Prey, The Boys) y banda sonora de Sarah Schachner (Assassin’s Creed: Valhalla) junto a Benjamin Wallfisch (Blade Runner 2049), la película expande la mitología del Yautja con una estética que recuerda al western espacial de los años 80 y un tono de supervivencia cercana al Mad Max más primitivo.
La crítica en festivales la ha definido como “la entrega más madura y melancólica de la saga”, por su combinación de violencia contenida y momentos de introspección entre cazador y presa. En palabras del propio Trachtenberg, “ya no se trata solo de quién caza a quién, sino de por qué seguimos cazando”.
El juego raro (y brillante) de Lanthimos: Bugonia
Emma Stone en Bugonia (2025)
Tras el éxito internacional de Pobres criaturas (Poor Things) y su paso triunfal por los Oscar, Yorgos Lanthimos vuelve con Bugonia, una comedia de ciencia ficción satírica que combina su inconfundible estilo visual con una mirada mordaz hacia el poder, la alienación y la paranoia contemporánea.
Inspirada en la película surcoreana Save the Green Planet! (2003), Bugonia traslada la acción a un mundo moderno donde las teorías conspirativas se convierten en religión y la desinformación es casi una forma de fe. Aquí seguimos a Nick ( Jesse Plemons ) y Maya ( Emma Stone ), dos jóvenes obsesionados con descubrir la verdad que secuestran a una poderosa ejecutiva de una multinacional tecnológica, convencidos de que es una extraterrestre infiltrada empeñada en destruir la Tierra. Lo que comienza como un secuestro torpe y delirante se transforma en una reflexión sobre el miedo, la fe y la fragilidad de nuestra lógica.
Con guion de Will Tracy ( The Menu ) y del cineasta coreano Jang Joon-hwan, la cinta explora la delgada línea entre la lucidez y la locura, mezclando humor negro, momentos de absurdo casi poético y ráfagas de violencia estilizada. Robbie Ryan, colaborador habitual del director, vuelve a encargarse de la fotografía, creando un universo visual elegante, geométrico y perturbador, mientras Jerskin Fendrix repite en la banda sonora, aportando una atmósfera inquietante y casi operística.
El reparto lo completan Alicia Silverstone, Aidan Delbis y Cedric Dumornay, en una historia que, pese a su tono extravagante, acaba planteando preguntas muy humanas: ¿qué estamos dispuestos a creer para no sentirnos solos? ¿y quién decide qué es real cuando todos mentimos un poco?
Rodada entre Irlanda y el Reino Unido, Bugonia mantiene esa mezcla tan reconocible de Lanthimos entre lo grotesco y lo sublime, con personajes que parecen atrapados en una coreografía emocional imposible. Es, sin duda, una de las propuestas más esperadas de Universal Pictures para este otoño y otra muestra de que el director griego no filma historias para entenderlas, sino para que las sientas —aunque a veces te incomoden.
Invierno por dentro: Siempre es invierno

David Trueba firma una de las películas españolas más esperadas del otoño con Siempre es invierno, adaptación de su propia novela, donde regresa a ese tono íntimo, humano y melancólico que lo caracteriza. Con una mezcla de sensibilidad y realismo, Trueba construye una historia sobre la soledad, el amor maduro y la búsqueda de un nuevo sentido en medio del frío.
La trama sigue a Álvaro ( David Verdaguer ), un arquitecto paisajista que viaja a Lieja para participar en un congreso internacional. Lo que debía ser un simple paréntesis profesional se convierte en un punto de inflexión vital: su relación con Marta ( Amaia Salamanca ) se rompe, y en esa ciudad desconocida y gris comienza a experimentar la extraña calma de quien ha perdido casi todo. Allí conoce a Hélène ( Isabelle Renaud ), una mujer mayor que él, voluntaria en el congreso, cuya serenidad y humor cotidiano funcionan como un refugio frente al ruido del mundo.
A través de gestos, silencios y paisajes nevados, la película explora cómo el invierno exterior refleja el interior de sus personajes. Trueba, con su estilo contemplativo y sin artificios, logra que cada mirada pese, que cada palabra tarde en llegar y que el tiempo parezca detenerse entre el humo del café y las luces apagadas de los bares belgas.
La dirección de fotografía de Agnès Piqué Corbera captura esa atmósfera con precisión: planos fijos, tonos azulados y una textura casi analógica que recuerda a los dramas europeos de los años 70. La música discreta, compuesta por Jorge Drexler, acompaña el viaje emocional de los protagonistas con acordes suaves que se confunden con el viento y la nieve.
Producida por Atresmedia Cine, Ikiru Films y La Terraza Films, la película fue preestrenada en el Festival de San Sebastián, donde recibió una cálida ovación por su sutileza y madurez emocional. Lejos de los grandes dramas o giros de guion, Siempre es invierno apuesta por los detalles: un paraguas compartido, una conversación interrumpida, una mano que tiembla antes de tocar otra.
El resultado es un retrato poético del deshielo emocional, una cinta que habla de las despedidas, pero también de la posibilidad de empezar de nuevo. Trueba demuestra, una vez más, que en su cine los inviernos nunca son eternos: siempre hay algo, o alguien, dispuesto a devolver la primavera.
Y si lo que vuelve no es igual: Reversión

El cine español se atreve con el thriller psicológico más inquietante de la temporada con Reversión, dirigida por Jacob Santana, quien debuta en el largometraje tras su paso por el cortometraje Reflejos de un crimen. A medio camino entre el suspense clásico y el terror existencial, la cinta convierte una historia familiar en un viaje oscuro hacia lo más profundo de la memoria y la identidad.
La película arranca cuando Mario, un adolescente sensible con trastornos de ansiedad ( Oliver Battigaglia Alcántara ), presencia el secuestro de su hermano mayor David ( Jaime Lorente ). Diecinueve días después, David regresa a casa sin recuerdos claros de lo sucedido. Todo parece volver a la normalidad, pero Mario empieza a notar pequeñas grietas: gestos diferentes, silencios extraños, un brillo ajeno en la mirada de su hermano. Lo que comienza como una sospecha se convierte en una obsesión que lo arrastra a una espiral de paranoia y culpa.
Con un guion firmado por Frank Ariza, Marco Lagarde y el propio Santana, Reversión combina drama familiar y ciencia ficción psicológica, jugando con el espectador como lo haría un Black Mirror español. La atmósfera, cuidadosamente creada por la dirección de fotografía de David Azcano (El ministerio del tiempo), se mueve entre los tonos fríos y una luz que parece desvanecerse a medida que la cordura del protagonista se diluye.
El reparto se completa con Belén Rueda, en uno de sus papeles más sobrios desde El orfanato, y Fernando Cayo, aportando la tensión necesaria a un matrimonio al borde del colapso. Su presencia refuerza ese aire de familia herida, donde la pérdida y el miedo se confunden hasta el punto de no saber quién necesita ser salvado.
Rodada entre Madrid y Santo Domingo, Reversión es una coproducción entre España y República Dominicana que aprovecha sus localizaciones para generar un contraste constante entre lo doméstico y lo desconocido. Santana utiliza recursos mínimos —una casa, un pasillo, un espejo— para construir una tensión casi claustrofóbica, donde la línea entre realidad y alucinación se vuelve cada vez más difusa.
Con una puesta en escena elegante, silencios que hablan más que los diálogos y un desenlace que divide al público, Reversión no solo busca asustar: invita a mirar hacia dentro. Porque a veces, lo más aterrador no es lo que nos rodea… sino lo que llevamos dentro.
Secretos bajo nuestros pies: Subsuelo

Fernando Franco, uno de los directores más personales del cine español contemporáneo, regresa con Subsuelo, un drama familiar con alma de thriller donde el silencio se convierte en un personaje más. El autor de La herida y Morir vuelve a explorar los límites de la incomunicación, la culpa y la fragilidad emocional, con su inconfundible puesta en escena de ritmo pausado, atmósfera asfixiante y realismo poético.
La película narra la historia de Eva y Fabián ( Itzan Escamilla y Gerardo de Pablos ), dos mellizos inseparables que viven bajo el techo de su madre, Mabel ( Sonia Almarcha ), en una familia marcada por una calma tensa. Una noche de verano, un accidente inesperado cambia sus vidas para siempre. Pero lo verdaderamente inquietante no es lo que ocurrió, sino lo que nadie se atreve a contar. A partir de ahí, Subsuelo se transforma en un descenso emocional y moral donde la verdad es un terreno pantanoso y el amor familiar, una forma de prisión.
Franco firma un relato de emociones contenidas, donde cada gesto pesa más que los diálogos. Con un guion coescrito junto a Begoña Arostegui, la cinta mezcla lo íntimo con lo enigmático, construyendo un retrato psicológico que se mueve entre la ternura y la incomodidad. La cámara de Santiago Racaj ( La consagración de la primavera ) envuelve los espacios con una luz que parece respirar el mismo aire denso de sus protagonistas: cocinas en penumbra, pasillos estrechos, habitaciones donde el pasado se cuela por las rendijas.
La música de Maite Arroitajauregi (Mursego) aporta un contrapunto emocional, minimalista y preciso, subrayando la tensión sin subrayarla nunca del todo. En pantalla, Itzan Escamilla demuestra una madurez interpretativa que lo aleja de su imagen televisiva, mientras Sonia Almarcha confirma su dominio absoluto del drama contenido, sostenida por un Nacho Sánchez que aporta la intensidad justa sin desbordarse.
Rodada entre Sevilla y Gipuzkoa, Subsuelo mantiene esa identidad casi física del cine de Franco, donde los personajes están tan atrapados por su entorno como por sus emociones. Cada plano tiene una densidad palpable, cada silencio duele. Es una película sobre lo que callamos para sobrevivir, y sobre cómo el amor —cuando no se dice— puede convertirse en una herida que nunca cierra.
La América que se construyó a golpe de vía: Sueños de trenes

Basada en la novela corta de Denis Johnson, Sueños de trenes (Train Dreams) llega a los cines como una de las propuestas más poéticas y emocionales del año. Dirigida por Clint Bentley (Jockey) y coescrita junto a Greg Kwedar, esta adaptación se sumerge en la América rural de principios del siglo XX para narrar una historia sobre la soledad, la pérdida y la transformación de un hombre común en un mundo que deja de serlo.
El protagonista, Robert Grainier (interpretado por un magnífico Joel Edgerton), es un trabajador ferroviario que participa en la expansión del tren a través de los bosques del noroeste de Estados Unidos. Conoce el amor en Gladys ( Felicity Jones ), una mujer dulce y fuerte con la que sueña construir un hogar estable, pero el progreso —ese tren que nunca se detiene— se lleva por delante su vida tal y como la conocía. Una tragedia personal lo condena a una existencia solitaria entre montañas y fantasmas, donde los recuerdos son tan persistentes como el silbido del acero al amanecer.
Bentley retrata el paisaje como reflejo del alma: los bosques infinitos de Idaho y las vías que los atraviesan se convierten en una metáfora de la memoria, del paso del tiempo y de una América que se construye sobre el sacrificio invisible de miles de hombres. La fotografía de Adolpho Veloso ( 7 Prisoners ) mezcla la crudeza del realismo naturalista con una melancolía pictórica digna de Malick, mientras la banda sonora de Bryce Dessner (miembro de The National) vibra entre lo terrenal y lo espiritual, acompañando los silencios de Grainier con cuerdas y guitarras que parecen respirar.
El reparto se completa con Clifton Collins Jr. y Alfred Hsing, que encarnan a compañeros de trabajo y espíritus de otro tiempo. Juntos representan esa América olvidada, de hombres que construyeron un país con sus manos, pero quedaron fuera de la historia.
En su mezcla de épica y contemplación, Sueños de trenes es una reflexión sobre el duelo y la resiliencia. Bentley evita el sentimentalismo y opta por una narración austera, donde los gestos sustituyen a las palabras y los sonidos del bosque funcionan como confesiones. Cada plano es un poema visual que une la naturaleza con la nostalgia.
Un corazón grande en un cuerpo gruñón: Leo & Lou

Carlos Solano debuta en el largometraje con una de las sorpresas más entrañables del cine español de este otoño. Leo & Lou es una road movie luminosa y emocional que combina ternura, humor y una mirada honesta a los vínculos humanos. Sin grandes artificios ni pretensiones, Solano construye un relato sobre la amistad improbable entre una niña perdida y un adulto que ha olvidado cómo sentir, recordando a clásicos como Pequeña Miss Sunshine o El inolvidable Simon Birch.
La historia sigue a Leo, una niña de diez años que escapa de un centro de acogida decidida a llegar a la costa para participar en una competición de pesca. En su huida se cruza con Lou, un hombre mayor, solitario y algo gruñón, que sobrevive realizando pequeños trapicheos y vive de espaldas al mundo. Lo que empieza como un viaje incómodo entre dos desconocidos se convierte en una travesía emocional por carreteras secundarias, moteles baratos y paisajes del Mediterráneo que se abren como metáfora de la libertad que ambos anhelan.
Solano filma el recorrido con sensibilidad y humor, apostando por el contraste entre el silencio infantil y el cinismo adulto. A través de pequeños gestos —una mirada, una broma torpe, una canción en la radio— la relación entre Leo y Lou va transformándose hasta que el espectador comprende que, en el fondo, ambos se necesitaban para volver a creer en la vida.
El guion, coescrito junto a Carlos C. Tomé, equilibra drama y comedia con una naturalidad admirable, evitando el sentimentalismo fácil. La fotografía de Borja López convierte los paisajes rurales en una extensión emocional de los personajes, con una luz cálida que baña cada plano como si fuese un recuerdo de infancia. Por su parte, la música original de Iván Palomares aporta una capa de emoción que subraya el espíritu esperanzador de la película.
Con producción internacional entre España, Reino Unido y Rumanía —a cargo de Zeta Cinema, Frida Films y Lunática Limited— y distribución de Filmax, Leo & Lou se presentó con gran acogida en el Festival de Málaga, donde fue ovacionada por su autenticidad.
Más allá de su aparente sencillez, Leo & Lou es una película sobre el perdón, la segunda oportunidad y la familia que uno elige. Su tono ligero pero profundo la convierte en una de esas historias que dejan poso, recordándonos que, a veces, los viajes más importantes no se hacen en coche, sino dentro de uno mismo.
El peso de la culpa y la ley del Oeste: Dos forajidos (Rust)
¡Impactante Revelación! Abogados de Alec Baldwin Acusan a la Fiscal de Ocultar Pruebas Cruciales sobre el Arma
El western vuelve a rugir en la gran pantalla con Dos forajidos (Rust), una película que combina la dureza del género clásico con un tono introspectivo y contemporáneo. Dirigida por Joel Souza y protagonizada por Alec Baldwin, Josh Hopkins y Frances Fisher, esta historia de redención y violencia se ha convertido en uno de los estrenos más comentados del otoño por su accidentada producción y su ambición narrativa.
Ambientada en el árido territorio de Kansas en 1880, Dos forajidos sigue a Harland Rust (Baldwin), un pistolero envejecido y fugitivo que lleva años huyendo de su pasado. Su rutina de violencia se interrumpe cuando descubre que su nieto adolescente, Lucas, ha sido condenado injustamente a la horca tras un supuesto asesinato. Rust, decidido a salvarlo, ejecuta un plan desesperado para liberarlo de la cárcel y emprender una huida a través de las vastas llanuras del suroeste. En el camino, abuelo y nieto deben enfrentarse a sus propios demonios, mientras son perseguidos por el legendario mariscal Wood Helm (interpretado por Travis Fimmel) y un implacable cazarrecompensas.
Souza imprime a la película un tono crepuscular, heredero del espíritu de Sin perdón o El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford. Aquí no hay héroes, sino hombres cansados que tratan de encontrar una chispa de humanidad en medio del polvo y la sangre. La fotografía de Halyna Hutchins —a quien la cinta rinde homenaje póstumo tras su trágica muerte durante el rodaje— y de Bianca Cline evoca la pintura del western clásico con un lirismo que contrasta con la brutalidad de la historia.
El guion reflexiona sobre la herencia, la culpa y la transmisión de la violencia entre generaciones. Baldwin ofrece una de las interpretaciones más sobrias de su carrera, alejándose del carisma habitual para dar vida a un hombre roto. A su lado, Patrick Scott McDermott aporta frescura y vulnerabilidad, mientras Frances Fisher brilla en un papel que equilibra la dureza y la compasión.
Entre el bien y el mal… y el absurdo: El Imperio, de Bruno Dumont

El siempre provocador Bruno Dumont regresa a los cines con El Imperio (L’Empire), una sátira cósmica tan desconcertante como fascinante, donde el autor francés se atreve a mezclar ciencia ficción, comedia absurda y alegoría religiosa en un cóctel que solo él podría firmar. Ganadora del Oso de Plata del Jurado en la Berlinale 2024, la película confirma que Dumont sigue explorando los límites del cine entre lo terrenal y lo metafísico, entre el humor grotesco y la tragedia existencial.
La historia se desarrolla en un tranquilo pueblo costero del norte de Francia, aparentemente anodino, donde de repente nace un niño “especial”. Su llegada altera el equilibrio del universo y desata una batalla secreta entre fuerzas extraterrestres del bien y del mal, encarnadas por los propios vecinos del pueblo. Desde ese momento, la cotidianidad rural se transforma en un escenario de proporciones galácticas donde ángeles, demonios, militares y campesinos se confunden entre fogones, tractores y platillos voladores.
El reparto coral reúne a un grupo de intérpretes de enorme talento: Anamaria Vartolomei (El acontecimiento), Lyna Khoudri (La crónica francesa), Camille Cottin (Call My Agent!), Fabrice Luchini y Brandon Vlieghe, junto a rostros habituales del universo Dumont como Bernard Pruvost y Philippe Jore. Todos participan en esta ópera cómica y metafísica donde lo sagrado y lo ridículo conviven en equilibrio precario.
Fiel a su estilo, Dumont combina la grandilocuencia del mito con la sencillez del lenguaje rural, alternando diálogos teológicos con gags terrenales. Visualmente, El Imperio deslumbra: la fotografía de David Chambille convierte la costa normanda en un campo de batalla entre el cielo y el infierno, mientras los efectos visuales —tan artesanales como deliberadamente exagerados— subrayan el tono de parodia del cine de ciencia ficción clásico.
Detrás del humor y del caos visual late una reflexión profundamente humana sobre la dualidad moral, el deseo de trascendencia y la imposibilidad de comprender el bien y el mal desde una sola perspectiva. Dumont vuelve a jugar con la idea de que los dioses, si existen, son tan absurdos y contradictorios como los hombres que los imaginan.
Un cuento clásico renace en pantalla grande: La princesa orgullosa

El cine checo vuelve a la gran pantalla con una de sus historias más queridas. La princesa orgullosa (Pysná princezna), dirigida por Radek Beran y David Lisy, reinterpreta con una sensibilidad moderna el clásico cuento de Božena Němcová, un relato de orgullo, amor y redención que ha acompañado a generaciones desde la posguerra. La nueva versión llega ahora en formato animado y promete conquistar tanto a los más pequeños como a los nostálgicos de la fantasía tradicional.
La historia comienza en un reino donde el joven y valiente rey Benjamín, presionado para casarse, queda prendado del retrato de la bella princesa Carolina. Fascinado, le envía su propio retrato, pero la altiva princesa lo rechaza, negándose a conocer a un hombre al que considera indigno de ella. Decidido a cambiar su destino, Benjamín se disfraza de jardinero y se infiltra en el castillo para conquistar su corazón sin títulos ni privilegios, solo con la fuerza de la humildad y el amor verdadero.
Lo que sigue es una fábula visualmente deslumbrante, donde la música, las flores y la bondad actúan como antídotos contra el orgullo. Carolina, poco a poco, descubre que la felicidad no nace del poder, sino de la empatía. Con la ayuda del misterioso jardinero, deberá elegir entre seguir los deseos de sus consejeros —que pretenden casarla con un príncipe débil y manipulable— o escuchar a su corazón.
La princesa orgullosa combina animación tradicional con técnicas digitales de última generación, logrando una textura artesanal llena de color y detalle. La fotografía de Baset Jan Strítezský y Simon Todorov aporta profundidad y calidez a cada plano, mientras la banda sonora de Ondřej Brzobohatý recrea un universo sonoro entre la épica y la melancolía.
La película, producida por Human, Luminar Film y PFX, y distribuida en España por VerCine, es un homenaje a los grandes cuentos de la Europa Central, cargado de moralejas universales. Más allá del cuento de hadas, la cinta reflexiona sobre la importancia de la humildad en tiempos de superficialidad y sobre el poder del amor para transformar incluso el corazón más frío.
Como señaló su director en la presentación en Praga: “No queríamos solo un cuento infantil, sino una historia sobre cómo el amor cambia a las personas, incluso cuando el mundo parece demasiado orgulloso para creer en él”.
Con un estilo que combina la elegancia visual de La princesa Mononoke con el espíritu romántico de La Bella y la Bestia, La princesa orgullosa se posiciona como uno de los estrenos familiares más encantadores del mes.
El mago de Ciudad Esmeralda. El camino de baldosas amarillas

aterriza en cines con una revisión luminosa del clásico de El mago de Oz, actualizando el viaje de Dorothy y sus amigos con una animación vibrante, humor blanco y un mensaje de superación que conecta con las nuevas generaciones. Esta vez, el camino de baldosas amarillas se convierte en una metáfora del crecimiento personal, la búsqueda de identidad y la valentía de creer en uno mismo. Con una estética moderna que mezcla fantasía, comedia musical y aventura familiar, la cinta promete ser el gran plan del fin de semana para toda la familia, con guiños nostálgicos para quienes crecieron con el clásico original.
Mirarse por dentro: dos documentales, dos heridas
Popel (Cenizas) reconstruye, en clave biográfica e histórica, la memoria de las víctimas del nazismo y la gesta de quienes conservaron sus cenizas en Praga. Coproducción República Checa-Francia-España con música de Aitor Etxebarria, distribuida por Barton Films: un viaje de investigación que también es reparación.
Heridos, de Borja Martínez-Echevarría, recoge testimonios sobre el dolor del aborto desde la perspectiva de quienes lo vivieron y buscan sanar. Mirada íntima, respetuosa y orientada a la esperanza, con European Dreams Factory en distribución.
Bonus maratón: vuelve la saga Crepúsculo a salas

Los cines españoles se preparan para revivir uno de los mayores fenómenos culturales del siglo XXI. La saga Crepúsculo regresa remasterizada a la gran pantalla con sus cinco entregas: Crepúsculo, Luna nueva, Eclipse y Amanecer – Partes 1 y 2. Un reencuentro con los amores imposibles, los bosques lluviosos de Forks y una generación que vivió cada estreno como un evento mundial.
Basadas en las novelas de Stephenie Meyer, las películas protagonizadas por Kristen Stewart, Robert Pattinson y Taylor Lautner redefinieron el romance adolescente para toda una década. Su mezcla de misticismo, deseo y conflictos sobrenaturales convirtió la saga en un fenómeno global, con más de 3.300 millones de dólares recaudados y una legión de fans que aún mantienen vivo el debate entre “Equipo Edward” y “Equipo Jacob”.
Esta reposición especial, con copias restauradas en alta definición, invita a los espectadores a volver al cine para revivir la historia desde su inicio: el primer encuentro entre Bella y Edward, la transformación emocional en Luna Nueva, la tensión romántica y las batallas de Eclipse, y la madurez trágica y épica de Amanecer.
Más allá del fenómeno adolescente, el reestreno reivindica el impacto que la saga tuvo en la cultura popular, su influencia en el fandom contemporáneo y su papel en el auge de las sagas cinematográficas modernas. Un regreso ideal para quienes quieren sentir de nuevo la intensidad del primer amor… y el brillo de los vampiros bajo el sol de Forks.
¿Cuál es tu plan del finde: depredadores en planetas remotos, sátira extraterrestre, western a la antigua, drama íntimo o maratón Crepúsculo? Cuéntanos en comentarios y síguenos en Google News para no perderte críticas y entrevistas cada semana.




